Hassan Haji nació en el piso de arriba del restaurante de su abuelo en Bombay, entre el aroma a curry y el sabor de las especias. Pero la tragedia empuja a su familia al exilio, y en su picaresco periplo, Hassan y los suyos se instalan en un pueblo de los Alpes franceses, donde la célebre chef madame Mallory regenta el sofisticado Le Saule Pleureur. A sólo diez metros, los Haji montan un pequeño local de cocina hindú, cuyos intensos olores y estridente música revolucionan a los vecinos.
Tras una serie de hilarantes contratiempos culturales, la gran chef francesa descubre, para su gran horror, que Hassan, el jovencito del otro lado de la calle, es un cocinero con un talento innato muy superior al suyo. De ese modo se desencadena una guerra culinaria llena de giros inesperados que enfrentará al padre de Hassan, un hombre curtido en las calles de Bombay, con la imperiosa madame Mallory, en una batalla campal que acabará por desvelar al joven Hassan su auténtico destino en la vida.
Reseña
La gastronomía de la India es sinónimo de diversidad cultural, de platos enriquecidos con la convivencia de los distintos pueblos durante las sucesivas colonizaciones –y la confluencia de múltiples etnias que, en la actualidad, representan su herencia culinaria. Un amplio conglomerado de sabores, texturas y olores que sintetizan la identidad de todo un país a través de sus platos, caracterizados por el uso de especias y una amplia variedad de verduras. Un recetario basado en el pasado, en las costumbres familiares transmitidas de generación en generación hasta el pequeño Hassan Haji, quien deleitará al lector desde el primer bocado hasta las últimas migajas con un relato concebido al calor de un horno tandoor.
«Un viaje de diez metros» es una tragicomedia gastronómica que nos describe la búsqueda de la identidad cultural –y culinaria- de Hassan junto al resto de su familia después de abandonar Bombay e iniciar un viaje incierto por diversos países de Europa hasta que el destino –y una avería en su coche- los conduce al pequeño pueblo francés de Lumiére, donde conocerán a la chef madame Mallory, así como una nueva forma de concebir la vida a través de la cocina.
Al igual que los platos que componen un menú degustación, la novela de Richard C. Morais se divide en cuatro partes que describen el aprendizaje del joven Hassan desde sus humildes orígenes familiares en Bombay como repartidores de fiambreras tiffin hasta la exclusiva nouvelle cuisine parisina.
En la primera parte («Mumbai 1975-1989»), el autor nos describe una India prácticamente desconocida, introduciendo al lector en la fascinante gastronomía del país que excede del clásico plato de curry o de arroz basmati para descubrirnos una metrópoli estimulante, que colapsa los sentidos ante el infinito despliegue de colores, olores y sabores por sus concurridas avenidas. Richard C. Morais nos describe una ciudad repleta de contrastes con una inusual belleza, ignorando el ruido, la suciedad o la miseria ante la abrumadora riqueza culinaria exhibida en los mercados o en los puestos ambulantes de comida en los que adquirir un cono de bhelpuri –arroz hinchado, salsa picante, patata, cebolla, tomate, menta y cilantro, todo mezclado y aderezado con especias- , brochetas de pollo y arroz basmati, o dulces de nueces y miel y té con leche. Aquellos sencillos manjares alimentaron la feliz infancia de Hassan Haji, quien rememora con nostalgia los arduos inicios de su abuelo como un pobre dabba-wallah, el pequeño local regentado junto a su esposa Ammi y el progresivo ascenso de su familia a consecuencia de la ambición paterna.
Un capítulo hermoso por la inocencia con la que nos narra el pequeño Hassan a través de múltiples recuerdos atesorados en su memoria y compartidos con el lector mediante la evocación de lugares o situaciones siempre a través de un plato concretos, simbolizando la estrecha relación que siempre ha existido para él entre la comida y la felicidad.
Desde el primer instante, empatizamos con la fascinación y el respeto del joven hacia la cocina en contraste con la visión empresarial de su progenitor que asocia la restauración como la posibilidad de su familia de ascender en la jerarquía a través de la fama y el dinero.
Precisamente,
Richard C. Morais plantea la disyuntiva de la población hindú ante la transformación de su país, la corrupción de los valores tradicionales ante el progreso económico que conllevaría una crisis de identidad entre la población con las violentas revueltas de las castas más desfavorecidas.
Después de la tragedia y su posterior exilio a Europa, la segunda parte («Londres 1990-1992») se caracteriza por un tono de pesadumbre acorde con la impersonal y lluviosa capital inglesa. La característica humedad de la ciudad penetra en el ánimo de Hassan y el resto de la familia Haji, incapaces de adaptarse al insípido ambiente. Una sensación de desamparado que se incrementa con su peregrinación por múltiples países europeos ante la imposibilidad de poder elaborar en su propia cocina los platos que les recuerden al hogar perdido.
Es entonces cuando el viaje nos conduce hasta la tercera parte («Lumiére 1993»), donde la distancia entre los dos restaurantes –Le SaulePleureur y Maison Mumbai- hace ilusión el título de la novela («Un viaje de diez metros») como
una metáfora para eludir a la enemistad de ambos restauradores a consecuencia de los prejuicios preconcebidos que, en realidad, pone de manifiesto los problemas de integración de los inmigrantes ante el rechazo social, el acoso de las corporaciones administrativas o las diferencias culturales –incluido el idioma-.
En resumen, Richard C. Morais reflexiona acerca de las consecuencias de la discriminación racial.
Dentro de este capítulo, resulta significativa la constante presencia de la carne –el sacrificio del cerdo o la caza del jabalí-, pues el propio acto de comerla resulta violento en su descripción -e incluso primitivo-. Básicamente, el autor nos anticipa los enfrentamientos entre madame Mallory y la familia Haji, quiénes defenderán sus respectivos territorios culinarios mediante múltiples –e imaginativos- ardides, provocando algunas de las situaciones más delirantes de la novela con un delicioso humor negro, en un equilibrio entre el dulzor y el amargor del chocolate.
En este capítulo, el autor convierte a Hassan en un narrador omnisciente, permitiéndole modificar la perspectiva de la historia con la finalidad de presentarnos en primera persona a madame Mallory, en apariencia una mujer obsesionada con la perfección, frustrada al comprender que los sacrificios, tanto profesionales como personales, jamás obtendrán el reconocimiento merecido –la tercera estrella Michelín-.
Posteriormente, descubrimos la soledad de la mujer, el miedo ante la posibilidad de perderlo todo ante la exótica oferta que representa el Maison Mumbai; y, sobre todo, la aptitud innata de Hassan para la cocina que considera una injusticia en comparación a todos sus años de formación y trabajo necesarios para convertirse en una chef de prestigio, ahora ignorada por sus homólogos y los críticos gastronómicos.
Precisamente, en el último capítulo («París, 2013») Richard C. Morais critica el espectáculo de la cocina postmodernista o molecular, la egolatría de los críticos culinarios, las dificultades tributarias de los empresarios de la restauración ante los altos impuestos o la reforma laboral, la excesiva diversificación de productos y un largo etcétera que Hassan contempla con impotencia y pesimismo. Es entonces cuando el autor reitera la importancia de ser fiel a la propia esencia, a la familia en la consecución de los sueños.
No obstante, Richard C. Morais deja inconclusos el planteamiento de aspectos interesantes -posiblemente con la intención de escribir una secuela- provoca un regusto agridulce en el lector al comprobar la rapidez con la que concluye la novela cuando los capítulos anteriores se caracterizan por un ritmo pausado que permitía recrearse en la prosa.
A pesar de ello, «Un viaje de diez metros» es una deliciosa historia capaz de satisfacer al lector con una prosa que permite saborear prácticamente cada palabra. Una evocadora novela acerca de la fidelidad a la familia, la superación personal y la consecución que nos permite viajar por ambientes tan distintos como las exóticas calles de Bombay, la insípida Londres o la costumbrista Francia a través de los fogones. Igualmente, Richard C. Morais plantea una reflexión interesante acerca de la inmigración, siendo la diversidad racial y cultural el ingrediente esencial para aderezar la vida basándose en la tolerancia hacia los contrastes, en perder el temor a probar lo diferente para descubrir todo un mundo de nuevos sabores y experiencias. En definitiva, una novela que podría resumirse en dos palabras: Bon appétit!
Lo Mejor: La estimulante prosa que permite saborear los diferentes escenarios descritos en la novela hasta prácticamente salivar sobre las páginas. La ruidosa familia Haji que provoca toda clase de situaciones surrealistas, aportando ese toque cómico necesario para equilibrar tono dramático de la novela. La evolución del protagonista Hassan conforme descubre su propia ignorancia culinaria y aprende con la experiencia. La auténtica moraleja de la novela desvelada en el último capítulo junto a otras reflexiones significativas como la discriminación racial o el exceso de credibilidad que se les concede a los críticos gastronómicos.
Lo Peor: El final abierto que deja planteadas reflexiones muy interesantes acerca del actual predominio de la cocina post-modernista o molecular, la egolatría de los críticos gastronómicos, entre otros aspectos provocando un sabor agridulce en el lector.
Por MariCarmen Horcas
Título: Un viaje de diez metros; 288 págs.
Autor: Richard C. Morais
Editorial: SeixBarral, 2012