Bueno, pues el desarrollo de la temporada lo prometía y finalmente los peores temores se han hecho realidad.
El fin de fiesta no puede ser más descafeinado, rozando el patetismo en muchas de sus resoluciones que obligan al espectador a comulgar con ruedas de molino. Porque por desgracia la serie ha perdido el norte completamente y se ha convertido en un
todo vale en el que tramas que llevan coleando toda la temporada se resuelven en un pis-pas descartando toda lógica y sentido de la continuidad y echando mano del recurso más fácil. No sólo eso, sino que
además tiene la desfachatez de plagiarse a sí misma en la escena crucial, la que desembocará en la derrota del villano. Resumamos tamaño despropósito.
En el episodio anterior dejamos a Damien Darhk, roto por la muete de su mujer, entrando como una apisonadora en casa de Felicity dispuesto a soltar el apocalipsis nuclear sobre el mundo como venganza. Ya no hay Arca ni ni refugio que valga, pero le importa un pimiento. Nadie está a salvo de su ira. Por suerte, Arrow y su equipo llegan a tiempo de evitar el desastre.
Evidentemente no tienen nada que hacer contra el poder del villano, pero cuentan con un comodín a su favor: la hija de Darhk. O se larga o reducen su familia a la unidad. Con una carta tan poderosa a su favor, ¿qué hacen? Entregarle la niña a Darhk para volver a quedarse con el culo al aire. Perfecto. Gañanada máxima. De esta forma,
el villano toma las de Villadiego con su hija y con el ordenador que contenía las contramedidas para parar el sistema Rubicón. ¿Resultado? El apocalipsis nuclear de nuevo en marcha al ritmo de miles de misiles en el aire. No sólo eso, sino que uno de ellos se dirige de lleno a Star City.
A intentar pararlo toca. Mientras Felicity y Michael Holt tratan de buscar la manera de detener los misiles, por arte de magia una batallón de
espíritus de Darhk aparecen sorprendentemente en la
Arrowcueva para liarla parda y brindarnos una escena de acción con la que ir pasando el rato. ¿Cómo la han localizado? Seguramente porque algún guionista cabroncete les ha dejado una nota a pie de página.
Total: pelea, aparece Malcolm Merlyn para ayudar un poco, vuelve a desaparecer (no es el único. De Anarchy nada más se supo) y todos tan amigos. Para liar más las cosas, la cercanía de la destrucción del mundo está provocando disturbios en toda la ciudad. Por suerte,
los ciudadanos de bien tenemos a Oliver Queen para subirse a un coche y dar un discurso manido sobre la fortaleza y la unidad mientras ese ser sin personalidad en que se ha convertido Felicity y la nueva Felicity personificada en Michael Holt desvían el misil que se dirigía a la ciudad con una tablet del mercadillo y un cacharro genérico marca ACME que debe hacer cosas muy molonas. El guionista aprovecha para sacar otra botella de Whisky barato del cajón del escritorio.
Queda el final. Lleno de confianza por el éxito de su retórica de psicólogo argentino para con sus convecinos, Oliver se dirige a enfrentarse con un Darhk más poderoso que nunca. Evidentemente, la paliza empieza siendo de órdago. Hasta que de pronto empiezan a aparecer ciudadanos que insultan al villano y vitorean a Arrow.
El arquero, imbuido de gozo mesiánico, de pronto recupera la capacidad de anular el poder de Darhk gracias a ese cursillo de "aprenda a sacar su lado luminoso en 10 minutos" que le dio el deus ex machina andante conocido como Esrin Fortuna. Mientras tanto, el pueblo se vuelca a ayudar a su adalid peleando con palos y hoces contra el ejército de Darhk. ¿De qué me suena esto? Ah, claro,
es exactamente el mismo final del capítulo 3x12, en el que la trama de Daniel Brickwell se resolvía de la misma forma. ¿Es o no es patético? Pues aún hay más. ¿Aprovecha el villano para, ya que su poder no afecta al héroe, empezar a cargarse a la docena y media de inocentes que tiene a mano para forzar su rendición? No hombre, qué ganas de complicar las cosas... El guionista, ciego de alcohol y (probablemente) sustancias psicotrópicas variadas decide
finiquitar todo con una pelea a puñetazo y tentetieso entre Arrow y Darhk al más puro estilo Rocky IV mientras el espectador medio se debate entre la risa y el llanto. Y yo que creía que Gotham era con diferencia la mayor comedia involuntaria del año y mira por donde le ha salido un serio competidor. En fin... Total, que Arrow mata a Darhk porque es malo al cuadrado y chimpún. Tanto rollo para esto...
Lo más interesante sin duda es la parte de los flashbacks porque al menos cierran su subtrama de forma decente. Taiana detiene a Reiter pero, al no poseer las defensas mágicas de éste, es incapaz de controlar el inmenso poder del ídolo, cada vez más creciente a medida que las muertes se incrementan a su alrededor.
De esta forma, le suplica a Arrow que la mate antes de convertirse en una fuerza sobrenatural desatada. Una forma perfecta de hilar la terrible decisión que debe tomar Oliver dando así coherencia a la necesidad de la muerte de Darhk. Es una pena que esta subtrama haya sido tan dispersa por su brevedad. Está claro que a esta serie le empiezan a sobrar muchos capítulos. Una reducción de las temporadas permitiría limpiar de paja la trama central (porque este año sin duda ha habido más capítulos de chichinabo que troncales) y repartir de una forma más compensada el minutaje de los flashbacks. No caerá la breva... La situación en que las cosas se quedan al final es de nuevo una completa tábula rasa.
Laurel ha muerto mientras que Thea y Diggle se van a dar una vuelta para buscar Pokemon o algo así, por lo que sólo quedan en el equipo Oliver y Felicity. A ver a quién nos buscan para completar el equipo, igual hacen un casting a lo Masterchef. Aunque lo más importante: por favor, señores productores y showrunners, busquen unos guionistas con menos afición por las bebidas espirituosas y los estupefacientes. Personalmente les quedaré muy agradecido.