Si bien el primer capítulo planteaba un escenario que merecía la pena explorar y presentaba a unos personajes tan torturados y llevados al límite que prometían una interacción cargada de pura dinamita, la realidad es que este segundo episodio supone un bajón de interés y ritmo alarmante. Principalmente por dos detalles bien significativos: el trabajo tras la cámara sigue sin tener personalidad y el ritmo de esta entrega se hace tan pesado y ramplón que no llega a enganchar; y sobre todo, la trama discurre por espacios comunes sin demasiado interés. Vamos, que no es que nos cuenta nada que no sepamos, es que apenas nos cuenta NADA. Lo peor que le puede pasar a una serie de este tipo. Lo peor, aunque tiremos del recurso fácil de las comparaciones odiosas, es ver cómo los diálogos hipnóticos y metafísicos de la primera temporada se están convirtiendo aquí en una sucesión de tópicos sin nada que le ofrezca a la serie un carácter especial. Tal y como anticipa el título, "la noche me confunde", digo..., "te encuentra".
En resumidas cuentas,
la investigación para resolver el asesinato de Caspere comienza, y deja claro que no será un camino de rosas, precisamente. En primer lugar, la autopsia indica que el asesino se ha ensañado a base de bien. No sólo sacando los ojos al pobre hombre, sino torturándolo de forma terrible hasta que la muerte lo reclamó en un gesto de compasión. Más tarde, una visita a la casa del finado mostrará que estaba muy alejado de ser un ciudadano ejemplar, haciendo gala de aficiones de lo más... curiosas.
Por otra parte, la lucha de poder entre los diversos estamentos de la ley (la eterna lucha por tocarle las narices al de enfrente) finalmente llevará a que la investigación deban compartirla las fuerzas del orden locales (Velcoro), del condado (Ani) y estatales (Woodrugh).
Nadie quiere quedarse sin un trozo del pastel del caso más mediático del lustro. De esta forma, los tres agentes comenzarán a colaborar en la investigación. Poco podemos destacar de aquí, ya que esta parte se resuelve a base de poca chicha y muchos diálogos de poco brillo. La vida personal de los tres sigue yéndose al cuerno, sobre todo la de Velcoro, que está a punto de perder la custodia de su hijo, y la de Woodrugh, que termina forzando el abandono de su novia y mostrará una relación con su madre un tanto insana.
Lo más destacable, la visita a una de esas clínicas estético-místicas que procuran remedios para rejuvenecer cuerpo y alma; un nuevo viaje a las entrañas de esa Los Ángeles soterrada dominada por el mercadeo de la carne.
Por lo demás, la subtrama de Frank Semyon sigue avanzando. Además de descubrir que su infancia estuvo marcada por un padre con muy pocos escrúpulos capaz de abandonarlo en situaciones más que truculentas (a imagen y semejanza del Wilson Fisk de
Daredevil, pero un par de niveles por debajo en capacidad narrativa), descubrimos también que la muerte de Caspere tuvo un efecto secundario inesperado.
El asesino no sólo se cargó al político, sino que también sustrajo todo el dinero que atesoraba de Semyon para dar el pelotazo inmobiliario. Es decir, lo ha dejado fuera de su propio plan al no conservar ni un duro para "untar" a los poderes necesarios. De ahí su empeño en que Velcoro tome por los cuernos la investigación y le lleve al culpable antes que nadie. Tanto que no dudará en mover sus contactos en los bajos fondos para obtener una pista que le puede dar una ventaja crucial: la ubicación del
picadero de Caspere. Una nueva visita a ese bar de las almas perdidas donde se reúne con Velcoro para darle la información nos proporciona una escena menos lograda que en el capítulo anterior pero que conduce al detective a una situación que por fin nos saca del sopor. Al llegar al antro de perversión hollywoodiense de Caspere descubre un cuarto secreto desde donde el político picarón grababa sus encuentros subidos de tono.
Una cámara, un disco duro ¿ y una emisión online? que pueden encerrar la verdad sobre el crimen... aunque de entre las sombras emerge una figura cubierta por una máscara de pájaro que descerraja sin piedad y a sangre fría dos disparos de escopeta sobre el desprevenido Ray. ¿Es posible que haya muerto uno de los protagonistas a estas alturas? Un buen cliffhanger que abre la puerta a darle una oportunidad al siguiente episodio. ¡Esperemos que la serie coja velocidad!