Las cosas continúan moviéndose sin parar en la Cocina del Infierno, de forma que se sigue preparando el lento pero inexorable enfrentamiento final del Hombre de negro y Wilson Fisk. Entretando, cada una de las piezas dispersas por el tablero sufre su particular viacrucis vital con una característica en común: la soledad y la incomunicación. Esa pesada losa que supone guardar un secreto que te corroe por dentro y no poder aliviar la carga compartiéndolo con otra persona de confianza. Porque has perdido a la única persona a la que has llamado "amigo" en el caso de Wilson Fisk; porque descubrir tu secreto ya te ha costado la confianza de tu mejor amigo en el de Matt; porque no puedes traicionar a quien creías tu alma gemela desvelando su identidad secreta sin que pueda costarle muy caro en el de Foggy; porque es duro admitir que has asesinado al hombre de confianza de Fisk, aunque sea en defensa propia, sin poner en peligro a tu confidente en el de Karen; porque sacar a la luz trapos sucios del gran jefe del crimen organizado es una buena idea si quieres poner en la picota tanto a ti mismo como a tus seres queridos en el de Ben. Esto es, un grupo de almas perdidas cuyas acciones venideras pueden cambiar mucho el transcurso de los acontecimientos.
En primer lugar encontramos a Karen destrozada anímicamente, aferrándose a una botella para olvidar la sangre que mancha sus manos y que ni una ducha prolongada puede borrar. Los efectos del alcohol y el pesar moral desembocan en una pesadilla terrible con la venganza de Fisk. Que sea un sueño no quita que haya una parte de advertencia: si el orondo jefe del crimen se entera de quién es la verdadera asesina de su hombre de confianza, no habrá lugar en la Tierra donde pueda esconderse de su furia. Al mismo tiempo, el mismísimo
Wilson Fisk se entera de la muerte de Wesley, mostrando su frustración con uno de esos ataques de rabia irracional que acaba con la cara de uno de sus sicarios hecha un mapa. Localizar al culpable se ha convertido en su objetivo prioritario. Al menos, encuentra consuelo cuando Vanessa recupera la consciencia, aliviando el remordimiento que le atormenta al haberla puesto en una situación tan peligrosa, convirtiéndola en un objetivo de sus enemigos. Sin embargo, su amada demostrará ser una mujer de altura, mostrándose como una roca firme con el valor suficiente como para afrontar los retos que su relación con Fisk pueda suponer.
Todo un carácter y una gran dama. Lo que ignoran es que el verdadero objetivo del ataque era ella, como parte de una acción de Madame Gao y Leland Owlsley para librarse de esa distracción de su líder que está ralentizando sus planes.
Mientras tanto, Matt decide pasar a la acción. Tras una conversación con Ben Urich, quien ya se ha convertido en su confidente experto en los bajos fondos, y ante la imposibilidad por mucho que lo ha intentado de llegar hasta Fisk (al menos en condiciones de hacerle frente) lo mejor en encarar un nuevo planteamiento. En este caso, atacando a uno de sus tentáculos, la mafia china.
Dado que la Triada utiliza a correos invidentes para mover la droga por la ciudad y pasar desapercibidos, ¿qué mejor que un ciego para seguir a otro ciego? Sobre todo cuando el perseguidor tiene un oído aumentado capaz de rastrear el sonido de la radio de un coche por la ciudad y la agilidad suficiente como para seguirlo sin ser visto saltando por los tejados.
Una escena espectacular de persecución muy bien narrada y coreografiada que desemboca en un encuentro del Hombre de negro con la mismísima Madame Gao, quien antes de escapar se librará fácilmente del enmascarado demostrando ser mucho más de la anciana frágil que aparenta. Matt también se romperá moralmente al comprobar no sólo las condiciones de esclavitud de los trabajadores de la Triada, sino también que todos se han cegado voluntariamente por el bien de la causa y hacen su trabajo sin rechistar. Por fin el abogado comienza a mostrar su humanidad tras todas las atrocidades a las que se enfrenta, vaciándose en un abrazo con Karen.
Por su parte, Ben sigue su propio enfrentamiento contra el periodista de raza que lleva dentro y que permanece maniatado por miedo a las consecuencias. Finalmente, no podrá evitar seguir su instinto y preparar un artículo sobre el pasado de Fisk que saca los trapos sucios del magnate. Sin embargo, los hilos del poder llegan a todas partes y tamaña osadía acabará no sólo en agua de borrajas al negarse su editor a publicar el artículo, sino costándole el empleo.
No sólo eso, sino que también le costará una visita sorpresa del mismísimo Fisk. Un
tête-à-tête tenso como el cable de un funicular y, sin embargo, marcado por las reglas de cortesía... hasta que sale a la luz el pecado que ha conducido a la visita. No tanto la búsqueda de la verdad del periodista como que haya tenido la osadía de disgustar a su madre.
En ese momento se desata de nuevo esa mala bestia que en el fondo es Wilson Fisk, lanzándose sobre Urich como un león y estragulándole violentamente con sus propias manos, dejando un plano final de una belleza y crudeza excepcionales. Un final brutal que deja claro que el enfrentamiento final con Murdock no dará lugar a concesiones. Nos espera un final de infarto.
Por Antonio Santos