Tras los hechos del capítulo anterior, las tornas han cambiado para los actores de la gran tragedia griega que se está desarrollando en La cocina del Infierno. Wilson Fisk ha pasado a ser casi una figura mesiánica. Alabado por la prensa y admirado por la ciudad, se ha constituido en la firme representación del afán de superación del maltratado barrio neoyorquino. Un hombre hecho a sí mismo desde la nada; un triunfador que, tras haber superado una infancia marcada por la desdicha y convertirse en uno de los empresarios más poderosos (y desconocidos) de la ciudad, sigue teniendo en el bienestar de su barrio una de sus mayores preocupaciones. Mientras tanto, la figura mítica de Fisk ha tenido como reflejo la caída en desgracia del misterioso hombre de negro, convertido en chivo expiatorio de la cara oculta del malvado magnate.
De esta forma, Matt se aplica la filosofía de Sun Tzu antes de dar un paso más en su guerra particular.
"Conoce a tu enemigo". En este caso, aprovechando su identidad civil para hacer una visita a la galería donde trabaja Vanessa e intentar camelársela para obtener información sobre su amado.
Un intento que se verá frustrado por la aparición del mismísimo Wilson Fisk, dando pie al primer encuentro cara a cara entre los dos enemigos. Un careo tenso, una conversación llena de dobles sentidos que tendrá como conclusión el pleno convencimiento de Matt de haber estado ante la mismísima personificación del Demonio. Cosa que se reafirmará más adelante cuando,
siguiendo un plan trazado por Fisk para hacer reaparecer al hombre de negro, la rebelde y luchadora señora Cárdenas aparece violentamente asesinada. Esta será la gota que colme el vaso. Matt vuelve a ponerse su uniforme de batalla para localizar al asesino de la anciana y, a partir de ahí, tirar del hilo sin escatimar en dolor y sangre hasta obtener una pista sobre quien realizó el encargo; un hilo que le acabará condiciendo a un almacén en el puerto.
Sin embargo,
lo que hallará allí no es a Fisk, sino a un ninja embozado con un uniforme que nos recuerda poderosamente a los que utiliza la secta oriental La mano. Ha caído en la trampa del mafioso. Poco a poco se siguen colocando piezas de un puzzle que nos llevará a la guerra abierta entre los terroristas de
La mano y sus opositores de
La Casta. Otra pieza más se coloca en su lugar cuando el ninja resulta ser el mismísimo Nobu y reconoce al justiciero como un alumno de
Stick.
A lo largo del episodio iremos viendo cómo tiene lugar una auténtica batalla campal entre ambos contendientes en la que Matt se llevará la peor parte. Está claro que el entrenamiento y habilidades de Nobu son muy superiores, así como su laxitud moral. De esta forma, Matt recibe una soberana paliza a manos de Nobu de quien puede escapar por los pelos provocando su muerte de forma accidental. Destrozado físicamente, aún queda una sorpresa más.
El mismísimo Fisk aparece en el almacén para revelar su verdadero plan: librarse tanto del justiciero como de Nobu, que se estaba convirtiendo en un gigantesco grano en el culo, haciendo que se pelearan entre ellos y, con suerte, se acabaran matando mutuamente. O, en el peor de los casos, acabar con el debilitado superviviente. Así que
Matt recibirá otra soberana y brutal paliza a manos de Fisk, que lo deja como un juguete roto para que sus lugartenientes acaben la faena, aunque Matt logrará sacar unos gramos de fuerza para escapar antes de que le den muerte. Un final brutal que culmina en un coda inesperada. Foggy, que tras una gran borrachera para despedir a la señora Cárdenas se ha dirigido a casa de Matt en busca de un hombro sobre el que llorar, se encontrará con el
hombre de negro a las puertas de la muerte... un justiciero que resulta ser su propio amigo. Un gran cierre para un capítulo sobresaliente.
Por Antonio Santos