"VAS AL CAMPAMENTO SANGRIENTO, ¿EH? NUNCA VOLVERÁS, CHICA ¡CRYSTAL LAKE ESTÁ MALDITO!"
¿De qué va?
En un campamento de verano donde murió años atrás un joven ahogado en el lago, disfrutan de sus vacaciones un grupo de jóvenes que serán poco después encontrados sin vida.
Reparto
Betsy Palmer es Pamela Voorhes
Kevin Bacon es Jack
Adrienne King es Alice
Ron Millkie es el Oficial Dorf
Ari Lehman es Jason
Dirección
Sean S. Cunningham (Profundidad seis)
Impresiones
Verano. Época de playa, piscina, viajes, excursiones campestres, campamentos… Uno en concreto se hizo célebre hace más de tres décadas, cuando un grupo de jóvenes decidió reabrir sus puertas tras permanecer veinte años cerrado. Para comprender las razones que llevaron a su clausura habría que remontarse años atrás, cuando en 1957 un niño, Jason Voorhees, moría ahogado en el lago por culpa del descuido de sus monitores, cuyas muertes un año después llevaron a echar el cierre a las instalaciones. A partir de entonces, Crystal Lake pasó a ser más conocido como el Campamento Sangriento.
Ésta sería la semilla de la que acabaría germinando uno de los grandes psychokillers del séptimo arte, pero que a diferencia de compañeros de juerga como Freddy Krueger o Michael Myers, no aparecería hasta dos secuelas después tal y como le conocemos hoy en día. En su lugar, en los minutos finales, en un giro de guión que recuerda vagamente a Carrie o Psicosis, pero a la inversa, encontramos a Pamela Voorhees –genial Betsy Palmer-, una madre trastornada por la pérdida de su hijo tomándose la justicia por su mano como poseída por su espíritu.
Puede que Viernes 13 –o Martes 13 en el doblaje español- no inventara el slasher, pero sí que recoge los tópicos recurrentes que salpicarían sus interminables secuelas, sus parodias y todas aquellas copias que a raíz de ella surgieron. Chicas ligeras de ropa, adolescentes con las hormonas revolucionadas –entre ellos un primerizo Kevin Bacon-, muertes a cual más sangrienta e imaginativa, una localización apartada y una buena dosis de gore –esta vez cortesía del maestro Tom Savini-. Todo esto ya estaba presente en los trabajos de Brian de Palma, de John Carpenter, de Tobe Hooper y en el giallo italiano, pero fue precisamente Viernes 13 la encargada de convertir esos referentes en carne de hacer películas de serie B, pero no necesariamente malas.
Así que no estamos ante una buena película para los más sibaritas, pero sí ante una muy importante dentro del género, nacida de la mente de un agudo hombre de negocios más que gran director llamado Sean S. Cunningham, que comprendió que en el terror estaba la clave del éxito tras ver La noche de Halloween. Y a pesar de no ser un genial cineasta, supo jugar con los elementos comunes del género y hacer uso de la cámara subjetiva para generar tensión y suspense. Unido a la desasosegante banda sonora de Harry Manfredini y a un final sorpresa que aporta ambigüedad a la trama. Cunningham no buscaba innovar dentro del slasher, tan sólo ansiaba, como productor que era, conseguir un éxito comercial.
Y ahí tenemos a Jason Voorhees, convertido en todo un icono del género, en una película que genera todo tipo de comentarios. Hay quien la adora, y hay quien la detesta. Pero merece un respeto, que la defiendan. Porque Viernes 13 no es una obra maestra de esas que entran en Cahiers Du Cinéma, no aportó mucho al terror más allá de una ominosa franquicia y un puñado de producciones que se extienden hasta nuestros días, pero es una película importante. Y por qué no, da miedo, especialmente cuando se es más inocente. Que levante la mano quien no ha tenido pesadillas con lo que se escondía bajo las aguas de Crystal Lake. Más de treinta años después, aún sufrimos las consecuencias. ★★★★★
Por Gerardo Medina
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.