STICK
Llegado el ecuador de la temporada toca presentar a uno de los personajes que han tenido más influencia en la historia comiquera de Daredevil. Nada más y nada menos que Stick, el sensei creado por Frank Miller en una de las más gloriosas etapas de la colección. A partir de aquí, las artes marciales y la cultura japonesa se convertirían en elemento imprescindible en la esencia del personaje. En este caso, nadie mejor para darle cuerpo que un siempre excelso Scott Glenn, quien a sus 74 años sigue demostrando una fuerza y una presencia impresionantes, cargando a este personaje de esa cabronía y rudeza que le caracteriza, a lo que ayuda un guión de altura. De esta forma, el habitual y potente prólogo del capítulo estará dedicado a la entrada en acción de tan ilustre y esperado personaje en una escena llena de vigor que muestra bien a las claras tanto la esencia nipona que tomará la trama como que Stick no sólo es un rival temible, sino también que no tiene ningún tipo de traumas morales para segar vidas en pos de sus objetivos. En este caso, su misión le llevará a Nueva York para detener algo llamado "Cielo Negro".
De esta forma, Matt se encontrará con la inesperada visita de este extraño y sarcástico ciego del que hacía 20 años que no tenía noticias cuando una intervención para sonsacar a Leland Owlsley las cuentas sucias del hampa se va al traste. Se palpa el rencor que guarda por haberle prácticamente abandonado cuando era un niño. De esta forma, en forma de flashbacks se nos narrará la relación entre ambos personajes. Tras la muerte de Jack Murdock su hijo ha ido a parar a un orfanato regentado por monjas (con alusión incluida a una madre que misteriosamente no puede hacerse cargo del chico). Las pobres no pueden mitigar el dolor que sufre Matt debido a la incapacidad de controlar sus sentidos aumentados. Oír y sentir absolutamente todo lo que pasa en tu entorno puede ser una experiencia muy poco agradable. De esta forma, las monjas recurrirán a la ayuda de un experto, Stick, aunque la realidad es que es éste quien ha forzado el encuentro para ocuparse del chico. Según sus palabras, una guerra se avecina y necesita soldados, así que no sólo ayudará a Matt a asumir, comprender y utilizar sus nuevos dones, sino que lo entrenará para ser un infalible luchador cuerpo a cuerpo. Un entrenamiento que dista mucho de ser un camino de rosas y forzará a Matt a ir evolucionando a base de sangre, sudor y lágrimas. Vamos, que recibe más palos que una estera. Sin embargo, todo se va al traste cuando los sentimientos comienzan a influir. Cuando Stick se da cuenta de que el chico está viendo en él a una figura paterna da por finalizado el entrenamiento y sale de la vida del chico. Necesita soldados dispuestos a todo, y en esa vida las emociones no tienen cabida, como se encargará de recordarle en el presente al ver las comodidades que rodean la vida de Matt. Un trabajo acomodado, amigos, un apartamento lujoso... no son más que distracciones que le hacen a uno bajar la guardia y, sobre todo, alimentan el temor a tener algo que perder. Brillante la interacción entre ambos personajes.
Mientras tanto, prosigue la investigación de Karen Page y Ben Urich para desenmascarar a la cúpula criminal de La cocina del infierno. Un proceso que comenzará a ser de lo más peligrosos cuando, siguiendo una pista a partir del edificio que estaba investigando cuando tuvieron lugar las explosiones que acabaron con los rusos (y de las que la prensa a sueldo de Fisk responsabiliza al justiciero de negro), Karen es asaltada en plena calle por dos matones. Sólo la intervención fortuita de Foggy permitirá a la chica salir ilesa. De esta forma, Karen decide confiar en su jefe y compañero de fatigas y ponerle al día de la investigación que está realizando con Urich. Un nuevo peón entra en un tablero cada vez más peligroso.
Por su parte, Stick logra convencer a Matt de que lo ayude en su misión para destruir el letal arma "Cielo Negro", que va a llegar a la ciudad para ser utilizada con oscuros fines por Nobu, el jefe de la Yakuza en Nueva York. Matt accede con una condición: no habrá muertes. De esta forma, el contenedor que transporta el arma llega al puerto. Mientras Matt va eliminando a los sicarios de Nobu, Stick se encargará del arma... pero ésta resulta ser un niño encadenado hasta las cejas. ¿Alguien con poderes? ¿O el arma reside en su interior? Matt se da cuenta de las verdaderas intenciones de Stick: matar al chico. Sin embargo, toda vez que la muerte no entra en su credo conseguirá salvar la vida del chico, a quien Nobu saca del puerto mientras Matt se "entretiene" con sus sicarios. Más tarde, Stick volverá a darle una nueva lección a su pupilo, revelándole que se ha encargado de matar al misterioso niño mientras Matt se andaba por las ramas. Algo más importante que las actividades de la Yakuza está en juego, y no es momento de contemplaciones. Sin embargo, Matt le demostrará que ya no es un niño y tiene lo necesario para derrotarle en combate tras una brutal pelea. El final, además de dotar a Matt de sus característicos bastones, deja una subtrama abierta. Stick vuelve a Japón y le comenta la situación a un misterioso y fornido desconocido lleno de cicatrices. La aproximación ha dado sus frutos pero aún no puede contar con la participación de Matt en los sucesos que se van a desencadenar. Una escena muy fiel a la etapa de Miller que anticipa para la próxima temporada una guerra entre los clanes de La Mano y La Casta, así como presencias tan potentes como Piedra y Elektra. Nos esperan emociones muy, muy fuertes.
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).