Película ligera, ideal para una mañana de domingo y para despedirse del Nocturna Film Festival con una sonrisa en la boca y dejando descansar el cerebro y las emociones fuertes con una propuesta cien por cien lúdica y festiva. De esta forma,
estamos ante una cinta que se acerca mucho más a la comedia que al terror. El protagonista absoluto de la función es Matthew Gray Gubler (a quien hemos podido ver en la serie
Mentes criminales en el papel del Dr. Reid) interpretando al rarísimo hijo único de la típica familia burguesa americana republicana y patriota hasta la médula. Todo el metraje se centra en la conflictiva relación con el padre y el choque con un entorno tan hermético y que huye de la diferencia (de cualquier tipo: de clase, de etnia, de condición sexual, ...) desde un punto de vista humorístico. Es decir,
una radiografía de ese American Way of Life de barrio residencia americano (ese Suburban Gothic que parodia la famosa pintura de Grant Wood) con mucha retranca y sacando a la luz todas las miserias barridas debajo de la alfombra con una sonrisa y un puñal en la espalda.
Dentro de este ambiente suburbano se incluye un elemento fantástico cuando Raymond añade a sus
"rarezas" (como vestir
a la europea o ser el opuesto al típico
quarterback de instituto)
la capacidad de poder comunicarse con las almas en pena que vagan por nuestro plano de realidad. De esta forma, cuando un ente sobrenatural comienza a hacer de las suyas y las vidas tanto de su familia como de su amiga especial corren peligro Raymond se verá obligado a convertirse en el héroe a su pesar del pueblo, el único que puede resolver el misterio paranormal y salvar el día.
Para ello tendrá que enfrentarse no sólo al más allá, sino sobre todo a la incomprensión de su padre, empeñado en encerrarlo en un psiquiátrico.
Una vez planteada la premisa, lo demás es básicamente una sucesión de chistes y situaciones jocosas que varían desde la ironía más punzante hasta el humor más absurdo y tontorrón. Cosa que también puede cansar, porque
fuera de este tono lúdico-festivo el resto es más simple que el mecanismo de un botijo, y la trama fantástica no es que esté metida con calzador pero ocupa un papel muy secundario en el metraje. Vamos, que esto no es
"Agárrame esos fantasmas" precisamente. Sin embargo,
la película cuenta con el aliciente de las siempre estimulantes presencias de veteranos curtidos en estas lides como Ray Wise, Jeffrey Combs y John Waters. Respecto a los protagonistas, Matthew Gray Gubler está divertido en su papel aunque se acerque bastante a la fina línea de la sobreactuación, mientras que Kat Dennings está muy desaprovechada y apenas tiene la oportunidad de desplegar su vis cómica, ejerciendo de mera comparsa. En definitiva,
una película para pasar una tarde aburrida de domingo que garantiza un rato de entretenimiento (aunque evidentemente habrá a quien no le haga ni puñetera gracia) sin más, cargada de sarcasmo y de música indie. Tampoco pretende nada más. ★★
★★★