"NENA, OJALÁ TUVIERA YO TAMBIÉN TRES MANOS"
¿De qué va?
Una repetida visión sobre un viaje a Marte invade la mente de Doug Quaid, quien decide acudir a una empresa de vacaciones virtuales para poder materializar su sueño, sin embargo algo ocurre cuando su cerebro comienza a devolver recuerdos en los que él era un antiguo agente llamado Hauser
Reparto
Arnold Schwarzenegger es Doug Quaid
Michael Ironside es Richter
Sharon Stone es Lori
Rachel Ticotin es Melina
Ronny Cox es Cohaagen
Dirección
Paul Verhoeven (Robocop)
Impresiones
Dentro de la hornada de directores de la vieja Europa a los que Hollywood fagocitó durante la década de los 80, posiblemente sea Paul Verhoeven el que menos vendió la incorrección política que siempre había abanderado su filmografía previa a abandonar su Holanda natal en beneficio de las buenas intenciones de la Meca del Cine. Filmes como Los señores del acero y, especialmente, RoboCop, nada tenían que envidiar al espíritu subversivo y provocador que ya mostraran obras como Delicias turcas o El cuarto hombre.
Y nadie mejor que él para hacerse cargo de un proyecto puente entre el cine duro, violento y sucio de los 80 y el nuevo cine más clásico y correcto que caracterizaría a la década posterior. En ese sentido, Desafío total supuso una cinta que actuó como bisagra entre dos tendencias cinematográficas, entre dos generaciones de profesionales del séptimo arte y de espectadores, entre la nostálgica Carolco y la emergente Tristar Pictures, especialmente por ser la producción de mayor envergadura a la que Hollywood se enfrentaba hasta la fecha. Un intento totalmente acertado, y rentable en taquilla, de acercar el cine de toda una década a las multisalas, sin descuidar a los fanáticos ochenteros del cine forjado a base de testosterona y sangre.
Un acierto que se debió a múltiples factores. En primer lugar, partir de una base argumental sólida, de un clásico de la ciencia-ficción como Philip K. Dick, cuyo relato Podemos recordarlo por usted al por mayor es inteligentemente utilizado como premisa para desarrollar una historia paranoica e intrigante donde los recuerdos reales y los implantados se confunden y dan lugar a una trama repleta de espías, traiciones conyugales y viajes al planeta rojo. La película mantiene el interés constante del espectador gracias a que no abandona en ningún momento la ambigüedad en cuanto a si lo que vemos es real o son fantasías de su protagonista, una decisión narrativa elogiable y que consiguen tanto Verhoeven en la dirección como sus tres guionistas en el guión, entre ellos Dan O’Bannon, guionista de Alien.
En segundo lugar, cómo no, todo el apartado técnico y artístico. Desde el maquillaje hasta los oscarizados efectos especiales, pasando por la dirección artística o la icónica banda sonora de Jerry Goldsmith, que también desprende un inconfundible aroma ochentero. Y por supuesto su reparto, encabezado por un Arnold Schwarzenegger en plena cúspide de su carrera, y verdadero impulsor del proyecto. Él fue quien logró llevarlo a buen puerto, quien se trajo a sus productores habituales Mario Kassar y Andrew G. Vajna –antes de eso estuvo en manos de Dino De Laurentiis, y hasta David Cronenberg sonó para dirigirla-, y quien convenció a Verhoeven para dirigirla tras ver RoboCop. A su vez, el realizador recurrió a su director de fotografía habitual, Jost Vacano, que realizó un trabajo formidable para recrear el ambiente de Marte, y a parte de sus actores habituales, entre ellos el enorme Ronny Cox, además de colaborar por primera vez con Michael Ironside y descubrir para el gran público el rostro sexy pero a la vez letal de Sharon Stone, que se enfrentaba cara a cara con la no menos sexy y guerrera Rachel Ticotin.
Todo un compendio de aciertos de una joya que cumple 25 años, una obra de culto de la ciencia-ficción que no hace más que ganar con los años, que conjuga de manera soberbia entretenimiento y cine de autor. Y más que cine de autor, el cine de toda una década. ★★★★★
Por Gerardo Medina
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.