RAGE OF CALIBAN
Capítulo de transición el de esta semana (y van ya....), con un nuevo caso sobrenatural que deberá ser resuelto por Constantine antes de que el demonio de turno la líe parda. Aunque en en esta ocasión cuenta con dos alicientes que prometen sacarnos un poco de la intrascendencia episódica. El primero, la presencia tras las cámaras de Neil Marshall, director con garra a quien las atmósferas malsanas se le dan de maravilla y que sabe sacar mucho partido a los escasos recursos que suelen poner a su alcance. La presencia de Marshall y la ausencia de Zed en el capítulo (con la típica excusa de esta serie de "se ha ido a Matalascañas visitar a su abuelita que estaba enferma la pobre" o similares) dan que pensar que algo raro pasa. Efectivamente, este episodio fue el segundo que se grabó, de ahí que repita director con respecto al piloto y no cuente aún con la "nueva chica" tras despedirse de la anterior con una sonrisa y una patada en las posaderas. De ahí también que suponga un parón argumental con respecto al ritmo que ya estaba cogiendo la serie, aunque sin llegar a despegar.
Sin embargo, el segundo aliciente permite que estas disquisiciones se queden en pecata minuta, ya que Marshall sabe sacar partido de un concepto terrorífico que bien utilizado da unos réditos asombrosos. En este caso, la idea del niño cabrón, que tan buenos resultados en forma de escalofríos ha dado. De esta forma, el argumento se centra en un espíritu vengativo y con bastante mala leche que se apodera de niños haciendo que las pobres criaturas se vuelvan contra sus padres con resultados mortales, saltando a su siguiente víctima prepúber. Una idea que mezcla el concepto de niño endemoniado que preserva su aspecto inocente y las mata callando (tipo "La profecía") con el del malrollero niño con poderes extraordinarios que hace sufrir a los que tiene alrededor si le buscan las cosquillas (a imagen y semejanza del genial episodio de Twilight zone "It's a good life"). De esta forma, Constantine se las verá bastante crudas para atrapar al espíritu maligno ya que, como bien decía el maestro Ibáñez Serrador, ¿quién puede matar a un niño? Es algo a lo que ni siquiera se atreve nuestro maestro de lo oculto favorito, que además actúa con el freno de mano echado ya que sigue pesando sobre su conciencia la condena al infierno de una niña inocente debido a un exorcismo que salió mal.
Tras conseguir localizar al chico poseído gracias a otro de los artilugios de la casa misteriosa, pronto comprenderá que no lo va a tener nada fácil, ya que los padres del chico no van a dejar que le ponga las manos de encima un cualquiera así como así, lo que incluso le llevará a dar con sus huesos en la cárcel por acosador infantil. Sin embargo, finalmente la madre del último poseído notará una extraña actitud en su hijo (detallitos sin importancia como una inesperada filia por los cuchillos bien afilados) que la hará confiar en Constantine, quien finalmente conseguirá derrotar al malvado espíritu y encerrarlo en una prisión de la que no podrá escapar. Un muy buen final con un buen giro en los acontecimientos que remata un capítulo que, pese a su escasa trascendencia, nos ha dejado buenas escenas llenas de tensión como el espectacular arranque, la escena nocturna con los resultados de la rabieta del niño (pobre padre) y la confrontación final con Constantine.
Como curiosidades para conocedores del comic Hellblazer, en un momento del capítulo aparece la espada de Nightmaster, que obliga a quien la empuña a decir la verdad, dando lugar a una divertida escena con Chas. Además, el capítulo nos deja dos imágenes icónicas de John: el principio saltando de cama ajena tras una noche de borrachera y pasión adúltera y el final, tirado sobre un coche con una botella en el regazo y encendiéndose con fruición un merecido cigarrillo. ¡Por fin! Al menos, seguimos con nuestra tasa de entretenimiento intacta mientras confiamos en que que la serie deje de ir al ralentí y termine de arrancar. Esperemos que sea pronto.
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).