Creador: Greg Yaitanes, con producción de Alan Ball
Cadena: Cinemax (Warner)
Nº Capítulos: 20 (2 temporadas hasta la fecha)
Érase una vez un hombre sin nombre que sale de prisión tras una larga estancia. Habituado a la violencia, no tarda en meterse en líos hasta llegar a un pueblo perdido llamado Banshee en busca del amor de su vida, donde el destino lo podrá en el papel de Sheriff y acabará siendo la única persona con los bemoles suficientes para enfrentarse al cacique local que controla los negocios sucios de la comarca.
Forajidos, mercenarios, sicarios parcos en palabras y rápidos con la pistola, una reserva india, una comunidad amish, un bar de mala muerte donde hay peleas día sí y día también, tíos (y tías) duros más cómodos dialogando con los puños que con la retórica,... ¿Es una nueva serie ambientada en el Oeste americano? Pues no, está ambientada en la más rabiosa actualidad. Aunque con estos ingredientes es evidente que el espíritu del Western corre por sus venas.
El principio nos puede resultar convencional o desprender un tufillo a ya visto. No nos vamos a encontrar con nada excesivamente original. Un tío duro sale de la prisión tras 15 años para descubrir que el pasado vuelve a perseguirle de forma violenta. Un mal tipo que sólo conoce un medio de ganarse la vida: robar. Y cuanto más dinero haya en juego, mejor. Pero poco a poco vamos descubriendo más matices en la historia. Su último golpe, el que ha acabado con sus huesos en prisión, no sólo salió mal sino que para más inri era fruto de una traición a su jefe.
Nunca es bueno intentar timar a tu jefe y, además, fugarte con su hija. Pero aún es menos recomendable cuando se trata nada menos que del líder de una banda de mafiosos ucranianos aficionado a las armas de todo calibre y propenso a la venganza bien regada de sangre humeante. Así que una vez que está en libertad tendrá que hacer lo posible por pasar desapercibido, aunque su objetivo principal es otro: encontrar a su amada. No sólo porque sigue siendo la dueña de su rudo corazón, sino también (aunque en menor medida) porque custodia el botín obtenido tras el golpe frustrado. Sin embargo, 15 años dan para mucho y, aunque logra localizarla, descubre que ha cambiado de identidad y de vida, y ahora es una respetable madre de familia felizmente casada.
Sin embargo, las cosas empiezan a cambiar cuando, por azares de la vida, tenga la oportunidad de cambiar de identidad, dejar atrás su vida pasada y partir de cero (además, cerca de su amada, para así poder intentar volver a recuperar su corazón
"de a pocos"). Aunque su nueva identidad tendrá un extra inesperado: ser el sheriff de la ciudad. De esta forma, de pronto pasará de enfrentarse a la ley a defenderla, con todas sus ventajas e inconvenientes. Algunos de los inconvenientes no dejan de ser ventajas de cara a su nuevo trabajo.
De esta forma, su falta de escrúpulos y desconocimiento de los procedimientos policiales le permitirán cruzar líneas y llevar a cabo acciones que lo hacen de lo más eficiente en su labor. Si hay que romper un huesecillo, se rompe y punto. Pese a que al principio esta actitud no será muy bien vista por sus ayudantes, poco a poco irán haciendo la vista gorda en vista de que los resultados mandan.
Otras ventajas son que ahora, con la tranquilidad que da saber que se pertenece a la autoridad, uno puede dedicarse a sus antiguos hobbies, como los robos de obras de arte o los atracos a furgones blindados. Un poco de dinerillo extra nunca viene mal. De esta forma, nuestro protagonista se rodeará de un grupo de lo más peculiar, empezando por un ex-convicto y boxeador jubilado y terminando en un oriental experto en tecnología, mala leche, hacker de primera y debilidad por el transformismo.
Pero hay mucho más en esta serie. Estas tramas criminales se cruzarán con las intrigas del señor del crimen local, un expulsado de la comunidad amish que ha seguido su camino haciendo fortuna con el crimen organizado en todas sus formas posibles (drogas, juego, prostitución, ...), pero que aún guarda la espinita de sentirse repudiado por los suyos, particularmente sus propios padres. De esta forma, es muy interesante ver la relación de la comuna amish con el resto de vecinos y su forma de ver la vida ajenos a todo lo que vaya más allá del siglo XIX. Cuando un sheriff insobornable y que no se deja mangonear por los poderosos se cruza en el camino del rey de la ciudad, no pueden sino saltar chispas. También está de por medio la otra pata del crimen local, en precario equilibrio, y conformada por la reserva india, que controla el casino y ambiciona llegar mucho más allá. Además, a través de flashbacks iremos descubriendo la vida anterior de los protagonistas y su vinculación con la peligrosa mafia ucraniana, encabezada por un Ben Cross totalmente fuera de sí, tan histriónico y excesivo como irresistiblemente atractivo.
Aparte de unas tramas que se van volviendo cada vez más sorprendentes,
el principal atractivo de la serie y lo que la hace especial es su absoluta falta de prejuicios y su apuesta por el exceso, en todos los sentidos. Sangre, sudor y sexo salpican por doquier de forma brutal, en una orgía de fluidos y testosterona pocas veces vista con esta naturalidad y crudeza en la pequeña pantalla. Se enseña carne sin el menor pudor y pero las peleas son tan crudas como realistas, en el sentido de que los (muchos) golpes duelen de verdad, causan heridas, moratones, roturas que no se curan de forma milagrosa, sino que dejan secuelas dolorosas. La violencia no es estilizada, sino dura y contundente. A los amantes del cine de acción ochentero sin duda les encantará esta serie. Sorprendentemente, está mucho mejor escrita de lo que parece. Además, cuenta con una selección musical impresionante que sube enteros su atractivo.
Evidentemente, hay que pasar por alto detalles que afectan a la completa suspensión de credibilidad del espectador. Por ejemplo, es imposible que alguien adopte la personalidad de otro, y más un representante de la ley, sin que nadie se dé cuenta (por mucho que sepa tu amigo informático). Además, los actores no son precisamente un prodigio de matices, empezando por el protagonista.
Pero una vez superado este punto es fácil que te atrape si te gustan las emociones fuertes. Sobre todo al llegar al capítulo que narra las experiencias del protagonista en prisión y que supone un punto de inflexión definitivo. Ahí nos damos cuenta de que no se trata de una serie más, sino que además de ser un producto tan divertido como adictivo tiene mucho más corazón del que se puede presuponer por su rocosa fachada. Por cierto, es una de las pocas series en las que cada capítulo nos ofrece una escena post-créditos, así que no es mala opción quedarse hasta el final. En definitiva, si disfrutas con el cine de acción con corazón y cerebro, no puedes perderte esta serie.
Por Antonio Santos
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).