Pero claro, como bien decía
Monsieur Calvin Candie:
"Caballeros... antes tenían mi curiosidad. Ahora tienen mi atención". Tras el espectacular arranque ahora toca mantener los ojos pegados a la pantalla.
En este sentido hay una cosa que juega en contra de la serie, y no es otra que su naturaleza coral. Ante nosotros se sigue desarrollando el drama de esas personas cuyas vidas se han visto completamente afectadas por el evento, bien directa o bien indirectamente. Pero sin embargo no todos esos fragmentos de vida tienen el mismo interés.
Afortunadamente, la parte del león hasta ahora está centrada en la trama más interesante, que es la de Kevin. El oficial va comprobando cómo todo su entorno empieza a extrañarse de su comportamiento cuando nadie parece conocer, o haber visto siquiera, al misterioso matador de perros. Cada vez se va mezclando más lo onírico con lo real, llegando a dudar de su propia cordura. Hasta que la camioneta del desconocido aparece en su casa. Y después aparece el propio tipo para invitarle a una nueva cacería canina. La frase fetiche se vuelve a repetir como un mantra:
"Ya no son nuestros perros". Al menos parece que no se trata de una visión sobrenatural, ya que su hija y su inseparable amiga también lo ven. Sin embargo, las razones de la duda existencial de Kevin comienzan a descubrirse a través de una visita a su predecesor en el puesto, su propio padre, internado en un psiquiátrico. Aparentemente razonable, locuaz y lúcido, pronto descubrimos que también conversa con unos interlocutores invisibles... que le preguntan si su hijo ha recibido ya
"la visita". Sin duda esta parte resulta de lo más fascinante, combinando lo real con lo aparentemente irreal sin que tengamos la certeza de qué entra en cada una de las zonas.
Menos interesantes son las vivencias de Megan, en proceso de ser captada por la secta de los GR. Su prometido, cansado de esperar y despechado por el abandono, se niega a intentar convencerla de que vuelva con él, dejándola a su suerte, aunque vemos cómo Kevin se pasa en ocasiones para intentar
"rescatar" a quienes puedan buscar una salida (sin mucho éxito).
Pese a lo poco novedoso de la historia, sí nos permite indagar más en el comportamiento de la secta y su disciplina férrea. La líder de los GC está demostrando ser una sargenta de cuidado... También descubrimos que Laurie, la
"tutora" de Megan y mujer de Kevin, sigue amando y extrañando a su familia. Pero la secta se constituye en una vía de separarse de lo que uno ama de forma que se esté preparado para no derrumbarse en el caso de que desaparezca repentinamente.
Los efectos del evento en la capacidad de los supervivientes para continuar con una vida normal se están mostrando brutales.
Las vivencias de Jill, la hija adolescente de Kevin, y su amiga del alma tampoco destacan por su originalidad. Adolescente rebelde con una relación tirante con su padre y capacidad infinita para meterse en líos. Poco más. Aunque en sus correrías se topa con un personaje que se intuye de lo más atractivo:
Una mujer cuya familia completa desapareció y ahora parece encontrar placer en hacer sufrir al prójimo. Puede dar mucho de sí...
Pese a que algunas subtramas no aportan demasiado, sí que tenemos un episodio con los suficientes puntos fuertes (sobre todo en lo que se refiere al personaje de Kevin, que se está destacando sobre el resto en importancia) como para seguir el desarrollo de esta serie con atención.
Por Antonio Santos