A MUDDY ROAD
Comienza el capítulo con una nueva pieza que faltaba hasta ahora para ir componiendo el puzzle. En un flashback se nos muestra lo sucedido antes del accidente de Lorne que dio pie a la trama principal de la serie. De esta forma, vemos cómo éste se cuela en un edificio de oficinas y se lleva a rastras a uno de sus empleados (presuntamente propenso a los problemas con el juego) sin decir ni pío, lo desnuda y lo mete en el maletero, en una escena cargada del humor negro propio de los Coen, donde no podemos evitar reírnos a pesar de que en realidad se trata de un secuestro brutal. En un encadenado genial, volvemos al presente, con Molly investigando la muerte y acudiendo a la oficina del difunto para buscar pruebas. Accediendo a las cámaras de seguridad conseguirá una imagen clara de Lorne, aunque no tienen forma de identificarlo.
Mientras tanto, el asesino a sueldo va a buscar al cutre chantajista al que ha descubierto en un pispás. Sin embargo, lejos de entregarlo a Stavros le hace una propuesta: A partir de ese momento él toma las riendas del chantaje. Así que de pronto el montante solicitado pasa de las pocas decenas de miles de dolares a un millón. Para dar más empaque al chantaje, comienza a trazar un maquiavélico plan para desquiciar a Stavros que comienza con el asesinato de su perro y cambiar sus medicinas por unas pastillas compradas a un camello, entre otras lindezas. Cada escena de este personaje es oro puro, y sus lapidarias frases y completa amoralidad nos van a proporcionar muchos momentos de diversión.
En cuanto al agente Gus Grimly, por fin consigue vencer sus temores tras una arenga de su jefe y busca la matrícula del coche que detuvo la misma noche de los asesinatos, descubriendo que no pertenece al conductor, sino a una de las víctimas. Su jefe le echa la bronca por no haberlo comunicado antes, así que decide ir en persona a Bemidji para notificarlo a la policía local y disculparse.
Por su parte, Lester se reincorpora al trabajo y su primera visita será a la viuda Hess, en una hilarante escena en la que ésta tratará de
"convencer" al apocado corredor de seguros de que haga lo posible por pagarle la póliza de vida de su marido cuanto antes, utilizando todas sus argucias de ex-stripper. Aunque los torpes hijos de la viuda le estropean a Lester la diversión,
acabará en el punto de mira de los sicarios del Sindicato de Fargo, que empiezan a sospechar de un affair con la viuda y un plan de ambos para quedarse el dinero del seguro. Para colmo de males, Molly sigue sospechando que Lester no es trigo limpio. Una visita suya le librará momentáneamente del acoso de los sicarios, pero le pone en otro brete al caer en la trampa de la policía, que se las apaña para mostrarle la foto de Lorne. La reacción de Lester acrecentará aún más sus sospechas de que ambos se conocen y han estado involucrados en los asesinatos.
Estas sospechas crecen aún más cuando Gus acude a la comisaría con la nueva información. El coche que Lorne conducía era de Lester, y éste ni siquiera había denunciado su desaparición. Los caminos de ambos agentes se cruzan, así como sus respectivas sospechas de que algo huele a podrido. A pesar de que el jefe Oswalt sigue sin querer oír hablar del tema. De esta forma, se siguen hilando la investigación policial, la tragedia y la comedia (negrísima) en un desarrollo donde siempre hay sorpresas y los diálogos siguen siendo brillantes.
Por Antonio Santos
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).