THE CROCODILE’S DILEMMA
Solamente con nombrar Fargo, al buen cinéfilo ya le aflora una sonrisa en la cara. La mente se llena de recuerdos de paisajes nevados, humor negrísimo y sangre que salpica con la furia del relámpago rompiendo el ritmo sosegado del relato. De esta forma, las expectativas ante una serie que discurra en este personal universo fruto de las plumas siempre coordinadas de los hermanos Coen no pueden sino ser altas, aunque con un poso de temor por si no se respeta el espíritu de la película en su paso a la pequeña pantalla. Nada más lejos de la realidad. Se nota que los geniales hermanos se han volcado con su criatura desde su posición como productores y asesores.
Desde la primera escena del capítulo, varios detalles ya nos muestran a las claras que esta serie va a estar imbuida del espíritu de su predecesor cinematográfico: La carretera solitaria en mitad de un paisaje nevado de la América rural, el tratamiento absurdo de la violencia como elemento disruptor de la cotidianidad, la melancólica banda sonora y el sarcasmo por bandera, presente desde el rótulo "Basado en hechos reales" (también homenaje a la película) con que arranca la función. Desde ese mismo momento, el capítulo ya nos ha ganado para la causa del absoluto disfrute.
El argumento de este primer episodio nos presenta a Lester Nygaard (Martin Freeman), un anónimo ciudadano de un tranquilo pueblo de Minnesota, cuya monótona vida discurre entre un trabajo aburrido y una vida aún más aburrida. Con el estigma de perdedor grabado a fuego desde la infancia, tiene que soportar las continuas comparaciones con su triunfador hermano y el menosprecio de su mujer. Tras un patético encuentro con un antiguo abusón de instituto acabará en el hospital, donde se cruza por casualidad con el enigmático Lorne Malvo, un asesino a sueldo que pasaba por allí y le cogerá el gusto a ejercer de buen samaritano. ¿Qué mejor que ayudar al prójimo haciendo lo que uno mejor sabe? Aunque la "ayuda" de Lorne causará a Lester más de un quebradero de cabeza y dará un vuelco completo a su vida.
Mientras tanto, la policía local investiga el curioso caso de un misterioso cadáver encontrado congelado y semidesnudo en las cercanías de un coche abandonado. El espectador ya sabe de dónde proviene el muerto, pero la gracia está en la presentación del microcosmos de esa comisaría en la que parece que nunca pasa nada, salvo recoger gatitos de los árboles, y su posterior participación en la ola de violencia que se desata. En esta ocasión se cambian los roles con respecto a la película, teniendo al bonachón jefe de policía cuya mujer embarazada le espera en casa. Es meritoria la forma en la que se incide en los pormenores de la vida familiar del policía, haciéndonos partícipes de ella y empatizando con el carácter bondadoso del personaje para luego hacerla pedazos en un instante. Un ejemplo de que cualquier cosa puede ocurrir, cuando menos te lo esperas.
En general, un capítulo brillante, fiel al espíritu de la película en la que se basa, en el que destacan unos diálogos chispeantes y, por encima de todo, un soberbio Billy Bob Thorton interpretando al imprevisible asesino de personalidad mefistofélica, casi una fuerza del caos que disfruta sembrando la discordia allá donde va. Un buen inicio que bien podría ser una historia cerrada. Veremos por donde nos llevan los siguientes capítulos, porque puede convertirse en una de las series revelación del año.
Por Antonio Santos
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).