¿Los milagros existen? Hay quien piensa que sí, aunque sólo sea para conservar un resquicio de esperanza cuando parece que el mundo le vuelve la espalda. Otros son más escépticos, fieles al lema
"no me creo nada, Nota". Como John Murphy.
"No hay milagros en Milagro". Este sería el corolario de un intensísimo capítulo que acaba con tenues notas de paz como contrapunto a un inicio angustiosamente desgarrador.
Volvemos a Jarden, a la noche del nuevo suceso. El temblor de tierra despierta a Nora, que desconcertada busca a sus hijas para asegurarse de que están bien. Sin embargo, alguien falta. Tras recorrer toda la ruinosa casa no hay rastro de Kevin. Desesperada y temiendo lo peor intenta conectarse y contactar con las autoridades para ver si se ha repetido la Marcha Repentina.
La remota idea posibilidad de volver a perder a un ser querido la lleva incluso hasta el desmayo... hasta que Kevin aparece cubierto de mugre, llenando a Nora de una mezcla de sosiego y furia. Una escena llena de agobio y desesperación remarcada por la siempre acertada música de Max Richter. Sólo este inicio hace que valga la pena disfrutar de esta serie. A partir de aquí, Nora y Kevin seguirán su propio camino para volver a encontrarse a sí mismos en la nueva realidad que se ha planteado, tras participar en la búsqueda infructuosa de las chicas desaparecidas. Que para Kevin se convertirá también en la búsqueda de su teléfono perdido para evitar que puedan relacionarle con el escenario del crimen.
De esta forma, cada miembro de los Garvey emprende su particular búsqueda de respuestas.
Kevin tendrá lo que se viene conociendo como una
"noche toledana".
Tras recuperar el teléfono, el alivio le dura poco ya que le espera toda una odisea existencialista muy a su pesar. Un camino al lado oscuro de su nueva ciudad y de su propia alma que tendrá dos cicerones imprevistos: John Murphy y la cada vez más constante y pepitogrillesca presencia de Patty. Su vecino lo reclama como ayuda imprevista para hacer algo que incluso sus habituales camaradas no están dispuestos. Una visita misteriosa cuya verdad poco a poco se va materializando.
Una huella de mano embarrada estampada en el coche (la que dejó Kevin) hace a John sospechar de ese adivino a quien quemó la casa, y que no sólo basaba su poder en la palma de la mano, sino que además le pronosticó una desgracia. Un alivio para Kevin que intentará poner algo de sentido común en la situación de forma infructuosa. John asalta violentamente el motel donde vive el adivino, lo que le cuesta un balazo en el costado además de no obtener ninguna respuesta sobre el paradero de su hija. Ante su insistencia en no ir al hospital Kevin lo llevará a la clínica de su mujer, que le cura el disparo sin una sola pregunta.
El vecino de los Garvey se está mostrando una presencia llena de oscuridad y comportamientos violentos, además de defender a capa y espada esa idea de que no hay milagros en Miracle. Como colofón, la visión de Patty hará que Kevin se plantee cuestiones de lo más escabrosas, comenzando por si su nueva vida no será sólo un espejismo basado en una relación de necesidad entre dos personas desahuciadas de la vida que confunden amor con necesidad de apoyo.
Una pregunta que ata un cabo suelto queda en el aire: "Si tanto amas a tu nueva familia, ¿por qué intentaste suicidarte?". ¿Acaso fue el repentino drenado del manantial una respuesta divina al intento de Kevin (según Patty) de quitarse la vida? La sorpresa viene cuando el anacoreta que vive en la columna le pregunta: ¿Quién es tu amiga? Unas palabras sencillas que dotan de más realidad de la prevista a esa presencia fantasmal.
Mientras tanto, Nora emprende su propia búsqueda de respuestas. Primero, con la complicidad de Jill y una botella de bourbon, intentando convencerse a sí misma de que no ha podido suceder una nueva Ascensión. Después, buscando respuestas en su hermano Matt, quien siempre es una fuente de esperanza.
En su iglesia le hace una confesión a Nora: la primera noche que llegó a Jarden su esposa catatónica despertó sorprendentemente, dando pie a una noche de emociones desatadas, conversación, risas y lágrimas. Sin embargo, al día siguiente su estado volvía a ser el mismo, pero este insólito hecho le ha mostrado que sí ocurren milagros en Miracle y abierto la puerta a la esperanza de que pueda volver a suceder.
Pura contraposición entre dos fuerzas opuestas, la de John y la de Matt, con dos visiones completamente diametrales. En el camino, Nora también se topará con un personaje que parece intuir cosas en las personas como ha demostrado en los anteriores capítulos, dándole el pésame por su pérdida. La pregunta es: ¿la pasada o una posible pérdida futura? En todo caso, trabajazo de Carrie Coon.
Tras sus respectivos cursos vitales, Kevin y Nora se reencuentran al calor de su dormitorio y hacen un pacto.
Todo queda perdonado, pero Kevin no puede volver a desaparecer en un episodio de sonambulismo, ya que lo que despierta en Nora es casi insoportable. La solución será dormir esposados, fundidos en una sola consciencia. Mientras tanto, Jill asiste a cómo el hijo de John raspa la pegatina naranja de su entrada, ese "orange sticker" que señala que en su casa no ha desaparecido nadie debido a la Ascensión.
Es el único que ha asumido la verdad de la situación, aunque esto supone que las reglas de la ciudad están a punto de saltar por los aires.
Por Antonio Santos