THE FURY OF FIRESTORM
Pues nada, tras un tiempo rayando a gran altura y sin conocer descanso en su imaginación y capacidad de sorprender al espectador llegamos a un bache en el camino. No es ya que encontremos un episodio de transición (que lo es) sino que, francamente, es bastante insulso y se llega a hacer pesado. Dos son los motivos fundamentales que lastran la acción. El primero, la absoluta previsibilidad de toda la subtrama dedicada a la búsqueda de esa otra mitad que conformará al nuevo Firestorm. La segunda, los largos y tediosos minutos ocupados por esa otra subtrama centrada en la aparición de la madre de Iris que francamente, querida, nos importa un bledo.
Entrando en harina, las alarmas empiezan a saltar cuando el profesor Stein empeora a marchas forzadas. Las crisis que sufre son cada vez más frecuentes y poco a poco están mermando sus fuerzas. La razón es puramente fisiológica. El efecto producido por la combinación de la matriz Firestorm con la materia oscura liberada por el Acelerador de partículas hace necesario un contrapunto cuyo ADN modificado sea compatible para estabilizar su naturaleza. Esa media molécula era Robbie, y su desaparición ha tenido el efecto colateral de volver a desestabilizar a Stein hasta el punto de que si en pocos días no encuentran un complemento compatible el profesor morirá irremediablemente. De esta forma, comienza una búsqueda de candidatos que ofrece dos resultados: un joven doctor en física aplicado, inteligente y estirado y un antiguo quarterback sin estudios que se gana la vida como mecánico. ¿Qué nos dice el libro de los tópicos del buen guionista? Que el listo resultará ser un chulo, pedante y majadero mientras que la opción presumiblemente perdedora acabará asumiendo su papel heroico y venciendo su complejo de inferioridad y su complacencia. No surprises, que decía Radiohead.
Total, que siguiendo milimétricamente el manual del piloto automático de guión el inteligente Henry Hewitt resultará ser un sociópata con tendencias violentas que además no es 100% compatible con Stein, aunque al intentar fusionarse se activa un poder latente para absorber y emitir energía.
Por suerte, el humilde aunque renuente Jefferson Jax Jackson acabará (no sin muchos dimes y diretes) aceptando su destino para salvar la vida de Stein y hacer algo bueno con su existencia en lugar de malgastarla lamiendo sus heridas. Queda la batalla final para derrotar a Hewitt antes de que la líe parda, en la que Flash y Firestorm usarán el principal punto débil de su rival (su ego desmedido y su irritabilidad) para hacer que pete por desbordamiento energético. Total, nueva despedida del nuevo Firestorm, que se larga para aprender a usar y controlar sus habilidades (y de paso librarse de un peligroso
Deux ex machina) además de dejarle a Barry una lección a modo de corolario: olvídate de Iris y enróllate con Patty que la vida son dos días. Y a todo esto, Jay Garrick desaparecido en combate el hombre sin explicación alguna...
Mientras tanto, la susodicha subtrama de Iris y su madre alcanza puntos de culebrón venezolano. No merece la pena ni mencionarlo. Al final la mujer se va tras el rechazo de su hija no sin dejar un cabo suelto aparentemente de poca importancia: un posible hermano desconocido para Iris. ¿Alguien dijo Wally West? ¡Se admiten apuestas!
Por suerte, los tres últimos minutos tienen más chicha que todo el resto del capítulo. Dos hecho aislados que se van desarrollando a lo largo de todo el episodio (la coña sobre un tiburón gigante asesino y la presencia del Harrison Wells de Tierra-2, quien consigue robar el aparato de Mercury Labs que su homólogo de nuestro mundo no pudo) confluyen en un cliffhanger de órdago.
Como caído de un sharknado, el gigantesco y bestial King Shark aparece para atacar a Flash con toda su furia. Un nuevo enviado de Zoom para darle matarile al velocista. Sin embargo, antes de que pueda cumplir con su misión letal alguien le dispara desde las sombras. La sorpresa viene al comprobar que se trata de Wells, que ha usado el arma robada de Mercury Labs para salvar a Barry, lo que indica dos cosas: que conocía las intenciones del asalto y que quería evitarlo. Un cierre que hace prever una buena remontada tras este capítulo de transición.
Por Antonio Santos
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).