Tras una larga travesía por el desierto, por fin la serie empieza a mostrar indicios de los niveles a los que es capaz de llegar. ¿Es casualidad que coincida con la presencia tras la cámara de un veterano artesano curtido en el género como John Badham? Buen capítulo que, además de incidir en las relaciones entre los diferentes protagonistas, cuenta con grandes alicientes. Por una parte, centrar la trama en la recuperación del personaje de Sara, que sigue dándole sopas con onda en cuanto a presencia en pantalla al resto de sus compañeros. Por otra parte, la consolidación de Damien Darhk como gran presencia oscura. Su carisma refuerza cada una de las escenas en las que aparece. Y más importante, la agradecida aparición de un exiliado de su propia serie: John Constantine. La magia está teniendo un papel cada vez más relevante en la trama y la presencia del hechicero más bastardo a este lado del multiverso está más que justificada. Teniendo en cuenta que Matt Ryan tiene muy bien pillada la esencia y la cabronía del personaje esperemos que no sea la última vez que le veamos por aquí.
De esta forma, la parte del león se la lleva la búsqueda y captura de la fugada (y salvaje-zombificada) Sara. Y el planteamiento es muy bueno. La chica está suelta por la ciudad con un doble objetivo.
Por una parte, como si aún tuviera recuerdos remanentes de una vida anterior, corre por los barrios bajos deteniendo a malhechores. Perdón, matando sangrientamente a malhechores. Por otra parte, persigue a jovencitas por una misteriosa razón. El denominador común de estos ataques salta pronto a la vista: todas se parecen a Thea. Por tanto, el objetivo real de la resucitada es acabar con su asesina, como si el lado oscuro del Pozo de Lázaro la llevara a perseguir incansablemente al responsable de su muerte. Pronto resulta del todo evidente cuando la pequeña de los Queen sufre en dos ocasiones directamente el salvaje ataque de Sara, salvando la vida por los pelos. Sin embargo,
la propia Thea resultará ser el cebo perfecto para una trampa gracias a la que el resto del equipo consigue capturar a Sara. Queda la parte más difícil: ¿qué hacer con ella? Ahí intervendrá la agenda de Oliver para cobrarse un favor que le debe el taimado John Constantine.
La presentación del hechicero también está resuelta de forma sorprendente y muy bien llevada, ya que su relación con Oliver tiene lugar en los flashbacks.
Constantine ha llegado a la isla en busca de un objeto de poder mágico, aunque no ha podido evitar ser capturado por los mercenarios que la controlan. Sin embargo, pronto le da la vuelta a la situación gracias a sus habilidades, lo que le llevará a hacer equipo con Oliver para rescatar un misterioso cetro de las profundidades de Lian Yu.
Muy buena escena llena de química entre los dos protagonistas y en la que John sigue demostrando ser un personaje muy molón y lleno de potencial si se sabe aprovechar (cosa que no pasó en su propia serie). De vuelta al presente, el propio Constantine será el artífice de un rito mediante el cual Arrow, Canary y él mismo habrán de enfrentarse en otro plano de realidad a los demonios del Pozo de Lázaro que siguen reteniendo el espíritu de Sara para devolverlo a su cuerpo. Aunque la escena es un poco cutre (los medios no dan para más) el resultado es bastante satisfactorio, dejando buenas sensaciones gracias al cameo del sarcástico mago y como resultado la vuelta a la vida de una restablecida Sara. Dado que el villano principal de la temporada está lleno de poder mágico oscuro y no parece viable derribarlo a base de flechas y puñetazos esperemos volver a ver a Constantine (o incluso algún otro integrante del universo mágico
DC como Zatanna o Deadman) por Star City.
En paralelo, Darhk encarga a su
topo Quentin Lance que acceda a un centro de datos gubernamental y libere un troyano de efecto desconocido. Evidentemente, como doble agente tendrá la ayuda del equipo Arrow, en particular de Diggle. Muy bien la relación de camaradería y búsqueda de redención de ambos. El asalto tendrá un efecto inesperado. El virus actúa borrando una serie de expedientes de los sistemas, y en ellos aparece el nombre de Andy Diggle, el hermano asesinado de John. Lance se encargará de sonsacar (por lo bajini) a Darhk las respuestas:
el hermanísimo tenía una hoja de servicios con más manchas que el suelo de un bar de carretera. No le hacía ascos a nada: tráfico de drogas, prostitución, armas... una joyita. Y un mazazo para Diggle, a quien se le cae al suelo un mito. Deadshot fue contratado por HIVE no para librarse de un perseguidor, sino de un competidor, un grano en el culo que les estaba intentando quitar negocio. Mientras tanto, Curtis Hall se sigue postulando como un futuro Mr. Terrific (en este caso haciendo hincapié en sus habilidades atléticas) y por fin consigue sacar a la luz lo que ya sabíamos: que Ray Palmer sigue con vida. El próximo episodio nos llevará hacia su rescate.
Por Antonio Santos