Sinopsis
Ventas, enarbola la bandera de la dignidad y el coraje como única arma posible para enfrentarse a la humillación, la tortura y la muerte. Pocas novelas podemos calificar como imprescindibles. La voz dormida es una de ellas, porque nos ayuda a bucear en el papel qu e las mujeres jugaron durante unos años decisivos para la historia de España. Relegadas al ámbito doméstico, decidieron asumir el protagonismo que la tradición les negaba para luchar por un mundo más justo. Unas en la retaguardia, y las más osadas en la vanguardia armada de la guerrilla, donde dejaron la evidencia de su valentía y sacrificio.
Reseña
Carmen Barrero Aguado,
Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia
ConesaConesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González
García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas,
Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente. Los nombres de estas
trece jóvenes se marchitaban en olvido, en el silencio de los reprimidos –y posteriormente
ajusticiados- por el régimen franquista hasta que Jesús Ferrero escribió Las trece rosas en 2003, permitiendo a los lectores
conocer aquel triste –y reprimido- capítulo de nuestra historia reciente. De
esta forma, se cumplió la última voluntad de aquellas muchachas, quienes se
despidieron de sus familiares con la frase: «Que
mi nombre no se borre de la historia».
Al igual que Jesús Ferrero –y después Carlos Fonseca y Ángeles
López, quienes también escribieron sobre las rosas-, Dulce Chacón dedica La voz dormida a todas las presas que sufrieron una
doble derrota tras el conflicto. Por un lado, la victoria de las tropas
franquistas y, por otro, la represión en las cárceles durante la posguerra
civil española.

La voz dormida es una novela histórica basada en los testimonios reales de
aquellas mujeres encarceladas para conocer las terribles condiciones de su
encarcelamiento, así como la resistencia que ejercieron dentro y fuera de los
muros gracias a la ayuda, entre otros, de sus familiares. Dulce Chacón nos
ofrece una exhaustiva crónica que abarca desde 1939 hasta 1963, centrándose en
un grupo de presas de la prisión de las Ventas (Madrid), principal escenario de
la novela, en el que conoceremos todos los detalles de su vida, antes, durante y
después de su condena. A pesar de que la autora decidió matizar algunas de las historias,
sigue resultando estremecedor leer sobre, por ejemplo, la tortura de los
garbanzos; o conmoverse con el relato de una madre incapaz de reconocer a sus
propias hijas cuando la visitaron por primera vez en la prisión u otra que
lloraba desconsolada cuando le empezaron los primeros síntomas de la
menstruación, sabiendo que aunque saliera libre, ya no podría formar una
familia.
Es obvio que la pretensión de Chacón es conseguir que el lector
fraternice con los personajes, especialmente las reclusas Elvirita, Hortensia,
Reme y Tomasa, pero también con Pepita- hermana de Hortensia- e incluso Paulino
y Felipe, miembros de la guerrilla; denotando una notable falta de objetividad
en el tratamiento de los acontecimientos. Si analizamos con detenimiento la
evolución de los protagonistas -y los secundarios-, comprobamos que la autora
tiende a enfrentar a los bandos implicados en el conflicto de forma constante
durante toda la narración. O en otras palabras, Dulce Chacón divide entre
buenos y malos, sin posibilidad de equívoco en escenas que condicionan nuestra
percepción de los personajes.
La voz dormida carece de matices o dobles
lecturas, limitándose a la interpretación personal de la autora sobre los
sucesos narrados, tal y como demuestra la constante justificación del egoísmo
por parte de las personas procedentes del entorno de Pepita. A pesar de que
ella desea una vida tranquila, pero siempre la obligan a colaborar con el
partido chantajeándola o comparándola con su hermana encarcelada. De hecho, resulta interesante comprobar que, después de conseguir
reunirse con su amado para regresar a su Córdoba natal, Paulino viaje con una
carta con las instrucciones necesarias para continuar con la resistencia desde
su nuevo hogar. Por tanto, antepone sus obligaciones morales al amor de la
joven, pese a todas las desgracias ocasionadas a lo largo de aquellos años,
siendo testigo del sufrimiento de ella ante la imposibilidad de estar juntos
por la obstinada negativa a renunciar a sus ideales políticos.

En cierto modo, podría interpretarse como que todos ellos son
presos de sus convicciones y, aunque dejasen atrás los muros de la prisión,
siguen arrastrando el peso de sus propias cadenas. Si bien el renunciar a su
lucha hubiese significado que todas las penurias carecerían de sentido, denotan
un comportamiento misantrópico, una actitud altiva hacia otras víctimas del
conflicto y pensamiento vetusto incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos. Adviértase la conducta de las presas hacia Mercedes, una carcelera
viuda que acepta el trabajo más por necesidad que por verdadera vocación. Al
contrario que otras compañeras, quienes aprovechan su autoridad, ella es amable
y atenta, incluso se arriesga a introducir medicamentos para Elvira al
comprobar su grave estado de salud o consentir que Hortensia pueda darle el
pecho a su hija antes de ser fusilada. Sin embargo, todos sus esfuerzos son
rechazados por las mujeres que la humillan constantemente.
Este detalle reitera la percepción de que Dulce Chacón idealiza
los acontecimientos en beneficio de su ideología, tal y como señalamos
anteriormente. De hecho, podría ser la razón de que la autora tienda a
centrarse desmedidamente en el romance de Pepita y Paulino en la tercera parte
de la novela, derivando al drama romántico que, junto a la prosa de la autora
–destacable por el excesivo lirismo- ralentizan el ritmo hasta convertirlo en
un relato artificial y redundante.
Por consiguiente, aunque La
voz dormida concede a
sus protagonistas la posibilidad de que sus historias sean escuchadas tras
décadas de silencio, Dulce Chacón no consigue el tono adecuado debido, en
especial, a su imposibilidad de mantenerse neutral, pecando de una idealización
excesiva de los acontecimientos a través de una prosa innecesariamente lírica,
un ritmo lento y un conjunto de personajes estáticos. Recordemos que, en
palabras de Franz Grillparzer, «las
cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al
hombre libre o esclavo».
LO MEJOR: La oportunidad de aquellas mujeres de ser finalmente escuchadas
tras décadas de represión, miedo y silencio.
LO PEOR: La falta de objetividad de
la autora. El exceso de lirismo en la prosa que ralentiza el ritmo hasta volver
soporífero y redundante. La desviación de la historia hacia el drama romántico
en la tercera parte.
Por MariCarmen Horcas
Título: La voz dormida; 392págs.
Autor: Dulce Chacón
Editorial: Alfaguara, 2010
ISBN: 9788420406589