Muy buen capítulo el de esta semana.
Si bien la acción y el desarrollo de personajes procuran estar a la par, en esta ocasión la parte dramática se impone sobre el espectáculo puro y duro. Además, sin que la serie se resienta ni un ápice, lo que son muy buenas noticias. Se está dotando a los protagonistas de una humanidad y un carácter diferenciado, lo que ayuda a darles un desarrollo coherente e interesante y a empatizar con ellos. En este caso, muchos son los frentes que están abiertos. La creciente aproximación de posturas (morales y físicas) entre Coulson y Rosalind Price; la relación tirante pero casi maestro-aprendiz entre la curtida Rosalind y la aún ingenua Daisy; la siempre complicada aunque entrañable relación entre esos dos seres con tantos problemas para expresar sus emociones (más allá de la ciencia) como son Fitz y Simmons;
y por encima de todo, el sufrimiento interno de May al tener que afrontar una verdad indeseada e inesperada sobre Garner y, a un nivel más profundo, sobre afrontar la imposibilidad de conseguir un final feliz.
Para comenzar el capítulo un flashback nos lleva a una paradisíaca playa de Hawaii, una puesta de Sol y dos seres volviendo a encender la llama de un amor perdido tiempo atrás y ahora en vías de reconstrucción. May se esfuerza en estirar el tiempo de dicha paladeando cada segundo como si fuese el último. Porque de hecho es así. Mientras Andrew estudia los libros de Jiaying sufrirá un inesperado percance. El más importante, aquél que contiene el censo de inhumanos que habitaban en Afterlife detallando sus poderes especiales, resulta contener una protección contra extraños a base de polvo terrígena.
Resultado: saca a la luz la naturaleza inhumana de Andrew iniciando un proceso de transformación que lo convierte en el feroz Lash, un ser con el condicionamiento genético de eliminar a otros inhumanos. Lo paradójico es que libro que debería haber acabado con él se convierte, en sus manos, en un arma mortal. Tiene en su poder un listado de víctimas potenciales a quienes dar
matarile.
De esta forma, pronto asistimos a la primera de las grandes escenas del capítulo. Andrew se encarga de la evaluación del cada vez más preparado Joey Gutierrez, que ya es capaz de manejar y controlar su poder para construir en lugar de destruir. Al final todo se trata de eso: tras la fase de Negación, si se tiene la paciencia y la ayuda suficiente puede llegar la Aceptación y transformar una maldición en un don.
Toda la escena será una fuente de tensión. Por un lado, estamos esperando el momento en el que el psicólogo se abalance sobre el desprevenido Joey para dejarlo tieso. Por otro, la entrada en escena de May da pie a un careo entre los antiguos amantes tan dramático como efectivo. En este episodio el personaje de May se ha cimentado con hormigón armado a base de cariño y buen hacer. Puesto entre la espada y la pared, Andrew deja inconsciente a su ex-mujer llevándola a un lugar solitario para explicarle sus verdaderas intenciones.
Sigue siendo el mismo, la sigue amando,... pero su "otro yo" acaba por manifestarse cuando hay un inhumano cerca de forma irremediable. Se ha podido controlar hasta el momento por pura fuerza de voluntad con Daisy y la gente que le importa, pero... ¿hasta cuándo? Lincoln tendrá la respuesta. Ha seguido en contacto con Mack y ahora tiene la firme sospecha de que Lash es un miembro de SHIELD. Pronto el equipo une las piezas y se despliega una operación de rescate encabezada por Coulson pero en la que también interviene Rosalind al mando de un equipo de la ATCU. La colaboración entre ambas agencias es cada vez más estrecha... y también entre sus líderes. Una corbata puede ser una metáfora tan sencilla como efectiva para saber por dónde van los tiros.
El rescate de May será tan espectacular como dramático. La presencia de Lincoln hará que Lash se desencadene con toda su fiereza evidenciando cada vez más la teoría del chico.
La actual presencia y sensación de cierto control de Andrew no deja de ser un espejismo. En realidad se encuentra en pleno proceso de transición y, una vez asumida por completo su nueva genética inhumana, Lash será el único que sobreviva y todo rastro de su antiguo anfitrión será borrado. El feroz inhumano se muestra como una mala bestia imparable. Las armas no hacen mella, los poderes de Lincoln y Daisy no son suficientes para detenerlo. A su paso va sembrando un rastro de caos, destrucción y muerte para horror de May. La única opción de detenerlo será que su amada apele a sus sentimientos, a los pocos rastros de humanidad que van quedando en él.
Un dramático final en el que May aprovechará su aún vivo amor para encerrarlo aprovechando ese momento de vulnerabilidad temporal. En el proceso, Daisy también salva la vida de Rosalind, estableciéndose un principio de entendimiento entre ambas. También los inhumanos pueden usar sus poderes para salvar vidas... y la solución de la ATCU para contener a los inhumanos sin posibilidad de inserción en la sociedad se acaba imponiendo también como el mal menor para la situación de individuos como Andrew.
Mientras tanto, Fitz consigue recuperar los datos del teléfono de Simmons. Además de fotos que le recuerdan sus fundados celos también hallará dos cosas: una teoría que le lleva a pensar que el astronauta perdido está muy lejos de pertenecer a una misión de la NASA (reforzando la idea de oscuras intenciones) y los vídeos que la chica grabó y en los que se manifiesta su amor incondicional por el científico.
Un nuevo amanecer compartido que se convierte en metáfora de un nuevo comienzo, de un borrón y cuenta nueva. Como también lo es para Hunter y Bobbi, que por fin asumen que la búsqueda de venganza sólo lleva al dolor y la pérdida. Mucho mejor aprovechar el momento presente.
Un amanecer que no será para May sino el reflejo distorsionado de esa puesta de Sol en la que por un momento soñó que la felicidad era posible. Por mucho que nos insistan, no está de más que nos lo recuerden:
tempus fugit; carpe diem.
Sin embargo, aún nos queda una sorpresa más. Una reunión entre Ward y Gideon Malick en las que se sientan las bases de una nueva alianza para fortalecer HYDRA, además de dejar prístinas las intenciones de Ward. La nueva SHIELD no es nada sin su líder, sin Coulson. De esta forma, el objetivo es hacer rodar la cabeza del agente para así hacer caer a sus enemigos.
Malick, por su parte, se muestra como un veterano con más de un as en la manga que jugar. Entre ellos, la llamada de alguien inesperado que parece colaborar con el malvado espía: Rosalind Price.
Por Antonio Santos