DAMNED IF YOU DO
Comienza la nueva temporada de una de las series más prometedoras de la pasada campaña, esperada como el gran vellocino de oro por los amantes del Caballero Oscuro que ansiábamos una traslación decente a la pequeña pantalla de esa Ciudad del Crimen llena hasta los topes de vicio, corrupción y desesperación a partes iguales, caldo de cultivo de héroes que día a día luchan en una batalla que saben perdida de antemano. Por esto, la decepción fue mayúscula al encontrar un procedimental de chichinabo cuya excelente factura técnica se veía lastrada hasta el absurdo por unos guiones más planos que el encefalograma de un tronista y tan absurdos que en muchas ocasiones convertían a esta serie en una parodia de lo que debería haber sido.
De esta forma, las expectativas de cara a esta nueva temporada no puede estar más bajas... como se ha constatado tras el estreno de este primer episodio. De nuevo dirigido penosamente por el infame Danny Cannon, que sigue empeñado en mostrar su virguero manejo de la cámara buscando las soluciones de puesta en escena más inverosímiles (como las risibles persecuciones), si algo hay que reconocerle a sus responsables es que por fin saben a lo que juegan. Tras la mezcla tonal de la primera temporada bandeando entre el thriller criminal y la sitcom desaforada, por fin la serie ha encontrado su rumbo arrancando desde el primer episodio como lo que es en realidad: una comedia (cada vez menos a su pesar) en la que los momentos tróspidos van en aumento en pos del "más difícil todavía" de las ideas de bombero. Como muestra, un botón. El cliffhanger final de la temporada pasada nos dejaba al joven Bruce y su fiel Alfred enfrentados al descubrimiento de un sótano secreto en la mansión Wayne. Unas misteriosas escaleras que se sumergen en las sombras y desembocan en una puerta blindada cuyo acceso está controlado mediante un código numérico. ¿Cuál es la mejor forma de proceder para ese germinal Batman, alguien cuya inteligencia es capaz de vencer a las mentes más preclaras, el DETECTIVE definitivo? Pues volar la puerta con una bomba casera. ¡Sí señor, con dos cojones! Y para más inri que tu mayordomo te ría la gracia. Sólo faltan las risas enlatadas, todo se andará...
Una vez constatamos que momentos WTF no nos van a faltar a lo largo de la temporada aún nos encontramos más sorpresas argumentales. Gordon ha sido degradado por el comisario Loeb (otra vez) y Bullock ha dejado la policía para meterse a barman. OMG. ¿Y qué ha pasado con ese as que guardaban en la manga en forma de hija asesina y que permitía que tuvieran al comisario cogido por los bemoles? Pues parece que lo han barrido debajo de la alfombra. Total, el espectador no se va a dar cuenta... Por su parte, el Pingüino se ha convertido en el señor del crimen de la ciudad, Nygma sigue ahondando en su locura y Bárbara inicia una nueva vida en Arkham. Un subargumento que nos muestra dos crudas realidades: que el sanatorio tiene puerta giratoria de forma que la gente entra y sale como Pedro por su casa y que, para castigar al fan que por fin creía haberse librado de la petarda de Fish Mooney, ahora pretenden convertir a Bárbara en un híbrido de Fish y Harley Quinn. Qué pesadez, por Crom...
¿Pero no hay ninguna luz que pueda arrojarse sobre esta Gotham de charanga y pandereta? Siempre queda algo. Por ejemplo, el Pingüino sigue ofreciendo los mejores momentos de la serie en un personaje que siempre suma, y Morena Baccarin le da sopas con onda al resto del reparto mostrando verdad y sensualidad a poco que se esfuerza. Para todo lo demás, abandonemos toda esperanza. Máxime cuando volvemos a la eterna rueda del destino girando y girando empeñada en buscar el lado oscuro de un protagonista que sigue haciendo gala de menos matices que Pinocho. Suspendido, además, de unos hilos que, como al famoso muñeco de madera, le zarandean de una lado a otro al son de las etílicas ideas de unos guionistas que buscan el camino fácil para epatar sin pretender alcanzar en ningún momento un mínimo de criterio, orden ni concierto. Porque sabemos que nada de lo que pase va a conducir a ningún sitio. La evolución de los personajes es una utopía. "Sin hilos yo me sé mover, yo puedo andar y hasta correr".
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).