"MAMÁ. ¿POR QUÉ NO PUEDE JESSE DESPERTAR COMO TODO EL MUNDO?"
¿De qué va?
Jesse comienza a tener pesadillas. Es Freddy Krueger, quien ha vuelto para utilizar en ésta ocasión su cuerpo, reencarnarse y matar en el mundo real...
Reparto
Mark Patton es Jesse Walsh
Robert Englund es Freddy Krueger
Kim Myers es Lisa Webber
Robert Rusler es Ron Grady
Lyman Ward es Mr. Grady
Dirección
Jack Sholder (Hidden: Lo oculto)
Impresiones
Wes Craven jamás concibió Pesadilla en Elm Street como una franquicia. Sin embargo, el enorme éxito de la película produjo una inevitable secuela un año después, esta vez sin la mano del cineasta tras la cámara ni en las labores de producción. En su lugar, New Line Cinema colocó a Jack Sholder, un cineasta con poca experiencia a sus espaldas que viviría posteriormente su momento de gloria con la excelente Hidden, para a continuación dibujar una trayectoria poco destacable que transitaría especialmente en el mundo de la televisión.

En términos generales, Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy, trata de ofrecer una vuelta de tuerca a lo ya visto en su predecesora. Su tono es más sobrio, rehúsa explotar la vertiente más cómica del personaje y le convierte en un ente que no mata en sueños, sino que tratará de poseer a un joven –Mark Patton, primer y único varón protagonista de toda la franquicia, y cuya carrera sería aún menos brillante que la del director- para cometer asesinatos en el mundo real utilizando su cuerpo.
El giro argumental es interesante, pero de entrada rompe con lo que sabemos de la primera Pesadilla, fallando en dos puntos cruciales. El primero, que no logra transmitir la misma sensación de desconcierto, no acierta a bascular entre la vigilia y el sueño, y acaba perdiéndose en su propia premisa. Apuesta por una idea más realista y coherente que acaba haciéndose añicos en cuanto Freddy posee totalmente al protagonista y el mito se hace realidad, y vemos que sigue teniendo poderes paranormales que le hacen aparecer y desaparecer y que se prenda en llamas sin sufrir daño alguno. Y el segundo, y aún más importante, que en su intento por innovar termina cargándose la esencia del personaje.
Sin embargo, esta segunda pesadilla incurre en más errores que los meramente argumentales. Menor impacto visual en las muertes, menos humor, menos tensión y solamente una escena memorable, aquella en la que Freddy sale del pecho del protagonista. Se menciona el destino de Nancy y su madre en la primera entrega como parte del mito, rompiendo la ambigüedad que Craven lograba en ella. Y además, el score de Christopher Young es simplemente funcional y nada pesadillesco, prescindiendo del tema central de Charles Berstein. Como puntos positivos, alguna escena copiada posteriormente hasta el hartazgo –el plano del ojo en la garganta-, la ampliación de la historia original - por primera vez sabemos que el pueblo se llama Springwood y conocemos dónde se llevaba Freddy a los niños-, o el trabajo de algunos secundarios, como Marshall Bell (“Desafío total”) o Lyman Ward (el padre de Matthew Broderick en “Todo en un día”).

Con todos sus desbarajustes y descalabros, no deja de ser un film entretenido, pero que habría funcionado mejor de no haber sido una segunda parte de aquel éxito de 1984. Lo más interesante de ella, sin duda, esa condición de slasher homosexual encubierto pero nada disimulado, que levantó ampollas en su momento, y el hecho de ser la entrega peor valorada por los fans, a pesar de salvar económicamente a la productora. No es para menos, pues es una cinta de Freddy Krueger sin Freddy Krueger. ★★★★★
Por Gerardo Medina
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.