"JASON, MI NIÑO ESPECIAL. DEBEN SER CASTIGADOS, JASON. POR LO QUE TE HICIERON. POR LO QUE ME HICIERON A MÍ. MATA POR TU MADRE"
¿De qué va?
Clay busca a su hermana desesperadamente en el bosque de Crystal Lake. Un mal sitio para tal aventura ya que allí reside Jason, un despiadado maníaco asesino.
Reparto
Jared Padalecki es Clay Miller
Danielle Panabaker es Jenna
Amanda Righetti es Whitney Miller
Derek Mears es Jason
Dirección
Marcus Nispel (El guía del desfiladero)
Impresiones
Con el nacimiento del nuevo siglo, Michael Bay se animó a rescatar viejas franquicias de terror y hacerles un lavado de cara para ser fagocitadas por nuevas generaciones de espectadores. Así nacerían remakes como Carretera al infierno, Pesadilla en Elm Street o La morada del miedo, que constituían un ejemplo de que el director de Transformers obraba como un Spielberg moderno. Es decir, apadrinar producciones que él nunca dirigiría por su interés en otros terrenos, pero que indiscutiblemente llevaban cierta impronta personal del cineasta en lo que a estética se refiere.
Con la ayuda del mismísimo Sean S. Cunningham también en la producción, Bay pensó que era buena idea resucitar a Jason Voorhees para la gran pantalla, ahora que el personaje había caído en desgracia por culpa de más de una secuela que coqueteaba, o directamente jugaba sin complejos, con la serie B más cutre. Y pese a venderse como un remake, Viernes 13 (2009) no es estrictamente una nueva versión del clásico de 1980. Es más bien un refrito de lo que ya hemos visto anteriormente, una película que sí que comienza siendo un remake de las dos primeras entregas –los créditos resumen el desenlace de la original, y los primeros asesinatos de Jason con la bolsa en la cabeza antes de encontrar su máscara definitiva-, pero que acaba convirtiéndose en una secuela más ambientada en el Campamento Sangriento.

No estamos ante una reinvención del personaje, ni lo pretende, sino ante una sucesión de muertes no demasiado vistosas –y algo oscuras, a pesar de que en la fotografía encontramos a un maestro del género como Daniel C. Pearl-, un reparto en su mayoría joven –destacan los televisivos Jared Padalecki y Richard Burgi- y un ritmo basado más en el cine de acción que en el terror propiamente dicho. Tiene referencias a la saga, como la silla de ruedas o el santuario de la Sra. Voorhees, y algún golpe de ingenio, como las trampas en el bosque que avisan a Jason de por dónde está la víctima, o esas cuevas subterráneas que recorren todo el campamento y explican cómo se mueve tan rápido por el mismo, aunque no acaba por aprovechar esos recursos del todo.
Lo que queda es tan sólo una nueva entrega más, mejor que las últimas de la franquicia pero también peor que otras secuelas, más funcional que transgresora –como la banda sonora de Steve Jablonsky, que tiene el acierto de no renunciar al tema central de Harry Manfredini-, con el piloto automático puesto y sin más alma que la que le imprime un buen artesano de la imagen como es Marcus Nispel, quien ya se encargase anteriormente de otra actualización de Bay bastante superior a esta, La matanza de Texas. Y sobre todo, le sobra tomarse tan en serio a sí misma. Es un slasher de manual en el que chirrían esos homenajes a la saga primigenia en forma de diálogos que se burlan de sus tópicos y de desnudos femeninos. Un intento de recuperar un estilo de cine desenfadado que no funciona en nuestros días. O al menos no con este nivel de solemnidad. Jason Voorhees se encuentra más desfasado que nunca. Mejor que siga descansando bajo las aguas de Crystal Lake. ★★★★★
Por Gerardo Medina
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.