Tras una larga introducción/presentación que ha provocado que parte del fandom desate su cólera contra la serie y un nudo pleno de emoción, intriga y tramas intrincadas que mezclan con precisión el estudio de unos personajes rotos y sin esperanza con la frustrante y quimérica lucha contra el poder y la corrupción llegamos al desenlace de la historia. Ochenta y siete minutos para cerrar de forma no magistral pero sí más que eficiente los destinos de nuestros particulares anti-héroes, en esta ocasión ejerciendo como tales más que nunca.
Los conceptos que han ido sobrevolando toda la temporada adquieren plena relevancia a la hora de conducir las tramas como un demiurgo sin escrúpulos: la paternidad (frustrada) y la necesidad de redención. Con respecto a la segunda, el episodio comienza con Velcoro y Bezzerides encontrando por fin alivio a sus cargas tras su sesión de sexo. No sólo han sido capaces de abrir sus sentimientos sino también sus almas, encontrando comprensión mutua; y es que ninguno de los dos es un angelito.
Son dos seres falibles con un curriculum vital repleto de errores en quien cada uno de ellos puede mirarse sin sentirse una imagen distorsionada de su interlocutor. Esto hace que sea más fácil limpiar la ponzoña que les corroe por dentro: la mancha de un secuestro en primera instancia consentido por la coquetería de una niña y el asesinato a sangre fría de un presunto violador. Pecados que son expulsados en el torrente de lágrimas y fluidos, lo que abre un nuevo escenario casi desconocido para Ani y Ray: es posible dejarse amar. Tras la noche de liberación llegará el día portando la aciaga verdad.
Woodrugh ha muerto, lo que hace la situación cada vez más insostenible. El mazazo llegará de boca del corrupto teniente Burris, que deja a Velcoro bien claras sus opciones: entregar a Bezzerides, devolver los papeles y tomar un trozo del pastel. De lo contrario, sólo le espera una cómoda estancia a dos metros bajo tierra. No habrá trato. Nuestros héroes irán a por todas, haciendo lo posible para honrar a Woodrogh y destapar la conspiración.
De esta forma, siguen la única vía que aún no han explorado. Han identificado a la hija de los joyeros, pero ¿qué hay de su hermano? La intuición de Ray le hace sospechar de uno de los asistentes del rodaje donde hablaron con Laura/Erica. Tirando de este hilo, obtienen una dirección donde localizan a la chica encadenada a la chimenea. Efectivamente, la intuición era buena. Laura les confiesa la verdad. Ella consiguió infiltrarse en el entorno de Caspere primero como
chica de compañía de sus fiestas y luego como secretaria. Sin embargo, quien de verdad está de vuelta de todo es su hermano, reencontrado hace poco pero con la venganza como único objetivo.
Él es quien la ha retenido para evitar que intente detenerle en la siguiente fase de su revancha. Se ha citado con Holloway en la estación con el disco duro como cebo con el objetivo de matarle. Ray se encargará de acudir al encuentro, previo paso por la mansión Chessani para contemplar cómo el viejo alcalde flota muerto en la piscina de su mansión como en una versión distorsionada de
"El crepúsculo de los dioses". Aunque todo está preparado como un suicidio huele a la legua a que es obra de su hijo de cara a allanar su camino hacia la alcaldía. Mientras tanto, Ani fabrica la opción de una nueva vida para Laura alejada de toda esta desolación y hace otro tenebroso descubrimiento: Pitlor ha decidido hacer mutis por el foro abriéndose las venas. O más bien alguien lo ha decidido por él. Entretanto, Ray consigue encontrar a Leonard y convencerle para hacer él mismo el intercambio y sonsacar información al jefe de policía. Con lo que no contaba es con que el anzuelo realmente es un farol. Los huérfanos han activado un mecanismo de seguridad que ha borrado el disco duro al intentar acceder a él. Otra prueba más que se desvanece. Sin embargo, bastará para sonsacar a Holloway una verdad imprevista:
efectivamente, el robo de los diamantes estaba planeado y ha financiado todo su entramado al margen de la ley. Sin embargo, no era el único objetivo del asalto. Caspere quería borrar de un plumazo una verdad incómoda: la mujer del joyero fue su amante y estaba embarazada de él, por eso mataron al matrimonio a sangre fría. Pero eso no es todo. Laura resulta ser hija ilegítima de Caspere, cosa que ninguno de los dos sabía y ha dado como resultado una relación incestuosa.
Esto es más de lo que Leonard puede soportar, atacando violentamente al policía con un cuchillo e iniciando un violento tiroteo en la estación que involucra a Burris y Ray, quien a duras penas se consigue salvar gracias a la intervención de Ani.
Comienza entonces una segunda parte planificada casi en clave de western. Velcoro se une a Semyon en un escondrijo fuera del alcance de sus respectivos perseguidores, el bar
lynchiano donde incluso su propietaria tiene su propia historia y su pasado tortuoso manifestado por la cicatriz que cruza su rostro. Un refugio, parada y fonda para inmigrantes ilegales donde se planificará el camino inverso.
Está cada vez más claro que David no conseguirá vencer a Goliat, así que los planes cambian. El objetivo es asaltar la cabaña donde se cerrará el trato entre McCandless y Osip, robar el dinero y huir rumbo a Venezuela en pos de un futuro mejor. Dos hombres y un destino: un último golpe que dejará su vida resuelta o una bonita nota a pie de página en las necrológicas. Es el momento de los preparativos. Un auténtico arsenal les espera mientras cada uno de ellos se despide de su chica. Toda una escena digna de un western crepuscular de Sam Peckinpah. Jordan Semyon y Ani Bezzerides no son ni mucho menos las típicas damiselas en peligro, aunque aceptan a regañadientes su rol. Jordan sigue esperando una vida mejor lejos de actividades delictivas; Ani tiene que mantenerse al margen para custodiar los buscados documentos incriminatorios por si todo se va al garete.
De esta forma, la noche cerrada será testigo del bien planificado ataque a la cabaña perdida en las montañas donde se produce el encuentro. Una excelente escena llena de emoción, violencia y ansias de revancha que terminarán con la muerte a sangre fría tanto de Osip como de McCandless junto a una docena de guardaespaldas. No hay lugar para la piedad, y sí para un buen botín.
Con las sacas llenas de dinero, Frank y Ray se dirigen a cumplir con sus últimos asuntos antes de partir a Venezuela. Ray, a recoger a Ani; Frank, a blanquear su botín en forma de pasaportes falsos y diamantes fáciles de mover y esconder en su chaqueta.
Sin embargo, la sombra del destino fatal que los ha acompañado toda su vida y el peso de los actos del pasado les jugarán una mala pasada. Ray no puede evitar una última visita al colegio de su hijo para despedirse en la distancia y para siempre de él. La satisfacción de ver cómo conserva el recuerdo familiar de los Velcoro junto a él como su fuera un amuleto se topará con una oscura realidad.
Previsiblemente, Burris ha puesto cerco al pequeño Chad y al volver al coche Ray detecta el reflejo de un dispositivo de seguimiento. El teniente pretende seguirlo hasta Bezzerides, recuperar los archivos y librarse de sus dos granos en el culo. Algo que Ray se dispone a evitar alejando lo más posible a sus perseguidores y ganando tiempo para que Ani coja su transporte a la salvación, previa despedida llena de falsas esperanzas. Una vez que la gasolina se acaba mientras Ray graba un último mensaje para su hijo, tiene lugar una persecución en mitad del bosque que acaba con Velcoro encontrando su sangriento final mientras contempla cómo su vida se escapa entre las hojas de los árboles como metáfora del eterno ciclo de la vida, del nacimiento (o renacimiento) y la muerte.
Un final desesperanzado culminada por el fallo al subir la grabación al correo de su hijo. Todo un bastardo este Pizzolato.
Por su parte, Frank se topará de forma imprevista con su propio y despiadado destino en forma de cártel mexicano. Una sola palabra (un sí o un no) lo pudo cambiar todo y ha terminado por firmar su perdición.
Un tenso encuentro en el desierto dará pie a una de las mejores secuencias del episodio, siguiendo a un Frank herido mortalmente y abandonado en mitad de la nada mientras las sombras del pasado lo persiguen y, al mismo tiempo, le fuerzan a sobrevivir agotando hasta su última chispa de energía. Hasta que la visión de Jordan enfundada en su vestido blanco le hace comprender que ha llegado al final de una vida que dejó de tener futuro mucho tiempo atrás. Un final tan melancólico como lleno de belleza.
El epílogo final nos deja un vistazo al futuro.
Woodrugh ha muerto oficialmente como un héroe y su recuerdo pervive con su nombre dedicado a una de esas carreteras que eran su única fuente de paz; Tony Chessani ha llegado a la alcaldía; la linea ferroviaria ha sido por fin inaugurada, construida sobre litros de sangre derramada; la prueba de paternidad demuestra que Velcoro es el padre biológico de Chad. Mientras, la vida ha seguido avanzando para Jordan y Ani en Venezuela.
Bezzerides pasa el testigo de la carga que aún tiene sobre los hombros cediendo los archivos de la conspiración a un periodista de Los Angeles Times. La parte femenina de la ecuación representa esa fortaleza inquebrantable de quien sigue adelante pese a todo lo que se ha visto obligado a dejar atrás, aunque deba ser escondiendo una pistola en el pantalón y un cuchillo en la bota. Pero también con una nueva esperanza cuando descubrimos que Ani ha tenido un hijo de Velcoro. Un final dulce pero con un poso de lo más amargo: Ray murió con dudas sobre su paternidad mientras en realidad era padre por partida doble.