Como anticipábamos en la reseña del primer capítulo, todo cambia para que todo siga igual. Tras llegar al ecuador de la temporada con un capítulo de infarto, la reanudación nos deja un salto temporal (menor que el de su antecesora) para asistir a los cambios en las vidas de los protagonistas tras dos meses en los que han sufrido las consecuencias de la "masacre de Vinci". Unos han sido relegados, otros han sido ascendidos, pero en general todos están bastante más jodidos que antes. ¡Y mira que era difícil! En el bando de la ley encontramos a Ani Bezzerides sufriendo las consecuencias de la acusación de acoso vertida (injustamente) sobre ella, desprovista de su cargo como detective y relegada a la soledad y rutina de la oficina de pruebas. El pack completo del castigo policial.
Ray Velcoro ha dejado el cuerpo antes de caer presa de los lobos que lo persiguen ávidos de carnaza. La oferta de su "jefe" Frank Semyon de trabajar para él a tiempo completo abre un nuevo escenario para librarse de una labor policial donde cada vez se siente más atado de manos y proseguir con su "resurrección" llevando una vida honrada. Todo lo honrado que puede ser convertirse en matón a sueldo de un gangster local, claro. Sobre todo, le permite tener la suficiente estabilidad económica y mental como para permanecer alejado del alcohol y las drogas y luchar por la custodia de su hijo. Una pelea legal que se ha recrudecido en este
impasse temporal hasta el punto de llegar al ring de los despachos e incluir amenazas en forma de test de paternidad. Algo ha cambiado en la relación entre Velcoro y su ex... algo que ni el propio ex-detective conoce.
El único que parece haber evolucionado en su vida laboral es Paul Woodrugh. Reconocido y condecorado como un héroe en el tiroteo que acabó con el presunto asesino de Caspere, su ascenso en el cuerpo no deja de ser un castigo para sí mismo.
Condenado a un trabajo de detective que lo tiene atado a una mesa, Paul sigue soñando con volver algún día a patrullar las carreteras californianas. No será este su único problema. La estabilidad ficticia junto a su novia y futura madre de su hijo no hace sino enmascarar unas grietas en el alma, constituyéndose en un maquillaje para ocultar (principalmente a sí mismo) su homosexualidad latente. Algo que no escapa a su propia madre, con la que vuelve a mantener una relación más que conflictiva.
Ambos son dos seres cargados de rencor destinados a una convivencia marcada por un hecho indiscutible: se han destrozado la vida el uno al otro. Dos seres falibles condenados a (mal) entenderse. Como también se está atravesando una fase de tensión conyugal en casa de los Semyon, como se demuestra en una escena que despierta escalofríos por su frialdad extrema en la que Frank sale para el trabajo mientras Jordan aguarda haciéndose la dormida mientras con los ojos abiertos de par en par parece rezar para que no pase a despedirse. Brutal.
No es lo único que va cuesta abajo para Frank. Apartado definitivamente del pastel de la construcción del tren y arruinado tras perder todo su dinero con la desaparición de Caspere, se ha visto obligado a rebajar su tren de vida, mudarse de su mansión a un apartamento más modesto y retomar todos sus negocios sucios con guante de hierro.
Estando así las cosas, no todos los protagonistas han podido olvidar las circunstancias sospechosas de la muerte de Caspere, sobre todo Ani. Muchas preguntas han quedado sin respuesta, y parece que no hay el menor asomo de interés por parte de nadie en encontrarlas. Empezando por la chica desaparecida que sigue estando en la conciencia de la agente por haber puesto su palabra como prenda. La cosa se pone interesante cuando unas fotos de la desaparecida parecen relacionarla no sólo con fiestas llenas de gente poderosa, sino con material robado de casa de Caspere. De esta forma, Bezzerides se pone en contacto con Velcoro en el bar
"lynchiano" para recabar su ayuda. De forma infructuosa, ya que Ray deja bastante claro que ha dejado atrás esa vida...
o al menos eso es lo que cree, ya que los tres involucrados en el caso son recabados por parte de la Fiscalía del estado para continuar con la investigación en secreto. Hay muchos intereses alrededor del caso de gente muy poderosa, así que los protagonistas pasan a encabezar una nueva investigación que puede acabar destapando un caso de corrupción a nivel estatal que afecte hasta a miembros del Senado. Mucha tela que cortar alrededor de algo que va mucho más allá de un asesinato y que se ramifica alrededor de la construcción de la nueva linea ferroviaria, unos misteriosos terrenos contaminados hasta las trancas y sospechas de una red de chantajes al mayor nivel que involucran la trata de blancas y a los ya conocidos Chessani, Pitlor y Caspere.
Una trama de raíces bien plantadas en el cine negro más puro, incluyendo los conflictos y recovecos de una investigación que se va enrevesando cada vez más. Hay a quienes les parecerá que añade confusión y tedio, pero por mi parte no puedo estar más encantado con el cariz que va tomando la serie. Y es que se podría trasladar tal cual de la época actual a esa corrupta Los Ángeles de los años 40-50 que tan bien han retratado propuestas como
"L.A. Confidential" sin perder un ápice de su esencia.
De este encuentro, el más reticente será Velcoro, quien sin embargo encuentra una razón de peso para involucrarse: ayuda por parte de la Fiscalía en la pelea legal por la custodia de su hijo. No necesita más para lanzarse al ruedo.
Aunque encontrará otra información inesperada: han atrapado al violador de su ex mujer. ¿Pero no le había matado, llevando una carga sobre su conciencia que le destrozó la vida? Más verdades ocultas salen a la luz, que pueden acarrear consecuencias imprevistas. La noticia no sólo ha causado la hostilidad de la ex de Ray, sino que ahora éste deberá enfrentarse a una prueba de paternidad que puede dejarle sin opciones de custodia sobre su pequeño si se demuestra que no es el padre natural. Más aún, pone en evidencia que Frank le mintió como un bellaco al pasarle el nombre del culpable. Toda una deuda de honor que lo ha atado al mafioso basada en una mentira.
Por suerte, su nuevo rol como detective con "licencia para lo que haga falta" le permite desahogarse en una nueva visita a Pitlor con mucha menos cortesía profesional. Contra el cinismo del doctor nada mejor que una buena ración de jarabe de nudillos en un bestial interrogatorio. Aquí comenzará a haber indicios de que los Chessani y Caspere estaban coleccionando una buena colección de trapos sucios de altos cargos para tenerlos bajo su control mientras el propio Pitlor se encargaba de colaborar
trabajando sobre las chicas involucradas
"transformando ochos en dieces". De esta forma,
el disco duro y equipo de grabación ocultos en el picadero de Caspere comienzan a tener su razón de ser...
Por su parte, Ani y Paul se encargan de seguir la pista de las fotos de la chica desaparecida. En primer lugar llegarán a la conclusión de que el fallecido Dixon seguía su propia investigación paralela ocultándoles información.
Por otra, la relación entre Chessani y Caspere les llevará a la antigua comuna del padre de Ani para encontrar una silla ensangrentada en un cobertizo cochambroso. Probablemente, el escenario de la muerte del gestor. Mientras tanto, Frank sigue su propio camino hacia la desesperación, aunque encontrando la vía para reconciliarse con su esposa. Un camino que pasará por la asunción del hecho de que tal vez no pueda tener hijos naturales y de que ha de hacer lo necesario para volver a escapar de los negocios turbios que ahora constituyen de nuevo su vida.
Una puerta se le abre cuando uno de los políticos involucrados en el pelotazo ferroviario le da la opción de volver a entrar a cambio de localizar y destruir el disco duro de Caspere. Efectivamente, parece que hay mucho poder involucrado en la trama. Sin embargo, su nuevo estado de aceptación vital y reconciliación familiar se verá truncado bruscamente por una visita inesperada: Velcoro busca respuestas, y es más que probable que salten chispas del encuentro.
Por Antonio Santos