"AMIGOS, LA ADRENALINA NO TIENE SENTIDO SI NO EXISTE EL TERROR"
¿De qué va?
Después de masacrar a unos jóvenes en Crystal Lake, Jason persigue a los supervivientes hasta Manhattan con tal de acabar lo que comenzó.
Reparto
Tiffany Paulsen es Suzi Donaldson
Alex Diakun es Deck Hand
Peter Mark Richman es Chales McCulloch
Kane Hodder es Jason
Dirección
Rob Hedden (La mansión)
Impresiones
Llega un momento en que muchas franquicias comienzan a mostrar serios síntomas de desgaste y repetición. Ya ocurría con la séptima entrega de Viernes 13, que demostraba que la idea ya no podía llevarse más allá, a pesar de su entretenido desarrollo. Paramount era ya consciente de ello, y en vistas de que la rentabilidad continuaba y de que los fans no eran demasiado exigentes, tampoco sus directivos iban a pedir demasiado al director y guionista de la nueva secuela.
Así que a Rob Hedden, que apenas contaba con un par de experiencias televisivas en su currículum, no se le ocurrió nada más que ofrecer un cambio de entorno para Jason de cara a la nueva entrega, trasladando la acción a Nueva York. Por primera vez no tenemos escena inicial, sino unos créditos que destilan puro aroma ochentero tanto en su retrato de esa Manhattan decadente y suburbial como en el empleo de la música. Una ciudad a la que parece que ridiculiza mostrando lo peor de ella, como una jungla urbana repleta de drogadictos, tirados, delincuentes y vagabundos.
Ya desde su comienzo su guion deja ver sus debilidades con la tonta excusa argumental que lleva a Jason a montarse en un barco rumbo a la gran ciudad. Su subtítulo original, “Jason toma Manhattan”, es sólo un atractivo para atraer al público, pues la mayor parte de la acción transcurre en un barco, un entorno cerrado al que Hedden no sabe sacar partido más allá de unos pocos aciertos en el uso de la Steadicam, algún plano secuencia o cierto plano contrapicado que denota que más bien que está experimentando con la cámara. Ni siquiera ofrece muertes violentas y sangrientas, todo en la realización carece de personalidad, y deja entrever que es un producto hecho para vender. Solamente en la última media hora pisamos Manhattan, y aún así no salimos de las cloacas y los callejones.
Lo demás es un compendio de malas decisiones, como cambiar de compositor para dar un nuevo aire musical a la serie, y de incongruencias y agujeros de guión que van desde los actos de los personajes –ese profesor que critica las decisiones estúpidas de sus alumnos, pero que en cierto momento aconseja que se separen-, hasta ofrecer nuevos aspectos de Jason que se cargan al personaje por completo, como dotarle de cierto carácter fantasmagórico que le permite teletransportarse.
Un cúmulo de idioteces que parece que se extendió hasta España, donde se le otorgó el título de Viernes 13. Parte VIII: Jason vuelve… para siempre, y donde ni siquiera sobresalen dos veteranos de la pequeña pantalla como Alex Diakun y Peter Mark Richman. Ni un buen título puede salvar a una película que dura demasiado y que desaprovecha su ya de por sí tonta premisa inicial a causa de un guión tan incoherente y flojo que la convierte, con permiso de la tercera, en la peor entrega hasta la fecha, en una propuesta de serie B casposa con pocas ideas plausibles –la pluma de Stephen King, más fuerte que cualquier arma blanca, o la eficiente fotografía- y que da una nueva dimensión a la palabra cutre. Aunque lo peor aún estaba por venir. ★★★★★
Por Gerardo Medina
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.