Estamos ante la gran ganadora del Nocturna Film Festival 2015. Y no sólo es una etiqueta, sino que lo ha petado completamente arrasando en todas y cada una de las categorías en el reparto de premios.
Con todo merecimiento, cabría añadir. Una agradabilísima sorpresa que ha hecho las delicias de los asistentes a la proyección, que hemos caído rendidos a la fascinante inocencia recubierta de humor caustico de la propuesta.
Una Amélie imbuida del espíritu gamberro del cine oriental más lúdico-festivo. Un cocktail que mezcla el universo de cuento de hadas, la estética colorista y el gusto por lo vintage del universo de Jean-Pierre Jeunet con la locura, ritmo y humor negro de Takashi Miike (sobre todo de divertimentos irreverentes como
La felicidad de los Katakuri) y sale más que airoso del experimento.
La historia es un cuento de hadas pasado por el tamiz del exceso al estilo oriental. Una joven enfermera que ha pasado toda su vida entre cuatro paredes cuidando de la viuda del embajador japonés en Hungría, espera un momento revelador que hará cambiar todo su mundo.
Al igual que la protagonista de su novela favorita, su única ilusión es esperar al día de su trigésimo cumpleaños para encontrar el amor verdadero en unas circunstancias muy particulares. Sólo que no cuenta con que el fantasma cabronazo de un cantante japonés de los años 50 no le pondrá las cosas nada sencillas. Un espíritu burlón que puede ser mucho más de lo que aparenta... Sin pretenderlo, Liza pronto verá como una espiral de muerte comienza a rodearla, cosa que hará sospechar a la policía.
Ser un hada puede no ser un buen negocio cuando la imaginería japonesa se mete por medio... Aunque por suerte habrá algún aliado inesperado dispuesto a ayudar a romper la maldición cueste lo que cueste.
De esta forma, encontramos una protagonista que bien podría ser un trasunto de la
Amélie de Jeunet.
Una joven adorable, inocente e idealista que nos hechizará por su bondad y su mirada de cervatillo, inmersa en una Hungría llena de detalles entre surrealista y retro que potencian su espíritu de cuento. Sólo que el humor que impregna la película está trufado de mucha mala leche y momentos de lo más absurdo y loco que nos arrancarán más de una carcajada. Un guión lleno de imaginación, siempre sorprendente y donde el inevitable final feliz, fiel a la descacharrante lógica de la propuesta, ha de rodearse de muchas comillas.
Como no podía ser de otra forma, unidos a la capacidad de sorpresa y pura diversión del relato tenemos una recua de personajes a cuál más raruno y desfasado, desde un aficionado a las experiencias culinarias fuera de lo común hasta un rico burgués (con un extraordinario parecido con el
chanante Ernesto Sevilla) con afición a saltar de cama en cama.
A la exquisita estética de la película contribuyen un imaginativo diseño de producción, prolijo en cachivaches y repleto de detalles, y una festiva banda sonora de tintes orientales que refuerza el tono de cuento de hadas (enloquecido) y que incluso cuenta con temas antagónicos para explicitar la lucha entre el Bien y el Mal en forma de confrontación de canciones tradicionales (en el sentido de
"viejunas") japonesas y húngaras. Tampoco falta una hilarante
bossanova para acompañar al
casanova de Henrik. En definitiva, toda una sorpresa que supone un soplo de aire fresco al género fantástico (sobre todo occidental) brindando
una original propuesta repleta de sana diversión, mala leche, delirio y un agradecido toque de extravagancia y especias orientales. ★★★★
★