10 años después de la invasión monstruosa, las áreas de cuarentena proliferan alrededor del globo. En Oriente Medio, estas circundan multitud de conflictos bélicos. Esto hace que las tropas norteamericanas deban hacer frente tanto a los insurgentes como a los alienígenas.
Es sencillo recordar el buen sabor de boca que dejó una película tan inesperadamente intimista como
Monsters. Una vuelta de tuerca al género de grandes criaturas (en este caso de origen extraterrestre) que la convertía en una historia de amor con monstruos al fondo. Eso sí, con unos diálogos y una elegancia en el manejo de la cámara y el planteamiento de la historia más que destacables. De esta forma,
el listón estaba alto de cara al estreno de esta secuela. El hecho de que Gareth Edwards, el director original, no esté involucrado en la historia (más allá de labores de producción ejecutiva) ya reduce nuestras expectativas, al igual que su estreno a través de canales VOD.
Aunque no hasta el extremo de esperar un producto tan aburrido y pretencioso como el resultado final que nos hemos encontrado.
Sólo atendiendo a las tres líneas del argumento ya podemos considerar que hemos visto la película, ya que no necesitamos saber más acerca de lo que nos cuenta.
Básicamente porque no cuenta nada. El principal pero que se le puede achacar es que en dos largas horas de metraje no es capaz de hilar una historia mínimamente entretenida o que pretenda llegar a alguna parte, sino que
se trata de una sucesión de escenas deslavazadas que plantean una serie de temas y cuestiones que no se llegan a desarrollar en algún momento.
Hay dos formas principales de enfocar esta película. La primera es la más acaloradamente patriotera. Aquéllos que han criticado el
americanismo de productos como
El francotirador se flagelarían amargamente ante la visión que nos intenta trasladar el transfondo de la historia. Las criaturas ya no sólo se concentran en la franja de tierra hostil entre México y Estados Unidos que vimos en la primera parte, sino que campan a sus anchas por todo el globo causando el caos.
La policía del mundo, es decir, el ejército americano se deja la vida y la cordura acudiendo allá donde lo necesitan para controlar a tan peligrosos engendros. Esto añade un factor de riesgo, sobre todo a nivel mental, en zonas como Oriente Medio ya que además de a los monstruos han de enfrentarse a los peligrosos revolucionarios que los quieren fuera de sus tierras.
Toda una burda metáfora de la política intrusista americana y un intento por justificar el hecho de que su presencia es necesaria en según qué zonas para salvar a la población, a su pesar, de los "monstruos" que los acechan. Casi nada...
Si no queremos hilar tan fino, otro foco más inmediato sería ver la película como un "En tierra hostil" con monstruos al fondo. De esta forma contemplaremos el día a día de un escuadrón militar destinado en Oriente Medio desde el punto de vista tanto de los recién llegados como de los veteranos a los que la guerra está haciendo mella psicológicamente. ¿Nos suena de algo? Pues efectivamente es el mismo tema pero mucho peor desarrollado.
De esta forma, podemos diferenciar dos partes en la película. En la primera se nos presenta a unos jóvenes de barrio obrero de Detroit que encuentran en el ejército una vía para huir de la desidia y la probable caída en la delincuencia a la que se ven abocadas sus vidas. Una vez en su destino en Oriente Medio vamos viendo una parte de su entrenamiento y rutina junto a un par de sargentos con mal genio hasta que les toca encarar su primera misión.
El rescate de un equipo que ha quedado aislado en suelo enemigo conformará la segunda parte. No es sólo ya que sepamos desde el principio cómo va a acabar la misión, sino que además ésta se desarrolla do forma carente de sentido y divagando a base de sopor, inocuidad, diálogos y monólogos interiores patéticos y cámaras lentas que buscan la imagen bonita pero que no cuenta nada. Más de una hora de metraje que se llega a hacer insoportable porque no pasa nada, y lo poco que pasa no nos puede importar menos. Si se buscaba que empatizáramos con los personajes principales podemos afirmar que no lo consiguen en absoluto.
Las únicas salidas del tedio general están compuestas por tiroteos muy mal rodados donde a veces nos cuesta enterarnos de lo que pasa y que están llenos de mucho ruido y pocas nueces. Es el mal que afecta a mucho directores novatos o con ganas de epatar. No por mucho mover la cámara como si te estuviera mordiendo una colonia de hormigas vas a conseguir dotar de ritmo una escena, sino que puedes conseguir el efecto contrario, saturando al espectador y creando confusión. Tampoco falta el tópico romance inter-cultural metido con calzador, para redondear la función. Aunque fiel a sus principios de no contar nada, al final nos lo tenemos también que imaginar.
Sin embargo, no todo es malo.
Los efectos especiales son competentes, el diseño de las criaturas es imaginativo (aunque su función en la trama no pasa de lo comentado anteriormente) y tiene algún concepto interesante como la evolución de las peleas ilegales de perros, que pasan a ser peleas "perro vs monstruo". Lástima que luego no se desarrollen. También destaca la banda sonora de Neil Davidge, sencilla pero efectiva, aunque pierda su función entre el batiburrillo de imágenes pretenciosas, cámaras lentas sin sentido y lentitud exasperante.
En definitiva, mal negocio para aquéllos a quienes les gustó el original y peor aún para quien lo encontrara lento o vacuo, ya que esta propuesta eleva estos conceptos hasta lo indecible. ★
★★★★1/2