Una de las cosas que mejor identifica al carácter hispano es poner al mal tiempo buena cara y saber reírnos de todas nuestras miserias. De esto hay mucho en la película que nos ocupa. Una serie de historias cortas sin relación entre ellas más allá de su temática común: situaciones cotidianas que ponen a los personajes en circunstancias que todos hemos vivido (o sobre las que hemos leído/oído) y que hemos aguantado estoicamente por pura decencia, educación o vergüenza.
Todos hemos sentido alguna vez deseos de vengarnos del abusón que nos hacía la vida imposible en el colegio, o del profesor que nos repetía que no íbamos a llegar a nada en la vida hasta hacernos sentir minúsculos; o poner en su sitio al
tonto del cochazo que cree que tiene acciones preferentes sobre el carril izquierdo de la carretera; o soportar al vecino que se pasa por el arco del triunfo las más básicas reglas de cortesía y respeto al prójimo; o desear que arda una administración que nos hace perder horas enteras rellenando formularios y buscando sellos y membretes para conseguir una firma en un papel; o cantarle las cuarenta al burócrata de turno que nos mira dos palmos por encima del hombro como si debiéramos dar gracias a todos los panteones celestiales por la oportunidad de robar un minuto de su preciado tiempo; o cortarle los dedos al alcalde que utiliza los mismos para asignar los responsables de los proyectos municipales, o a quien se cree impune de cumplir con la justicia y la sociedad a base de tirar de talonario. Tantas y tantas tragaderas (que sobre todo se manifiestan en tiempos de crisis) que hasta nos duele la garganta de tanto tragar carroña.
¿Pero que pasaría si, por un momento, pudiéramos soltar todo este lastre y derramar la bilis tanto tiempo concentrada sobre quien realmente la merece? Esto es lo que nos propone esta película, en forma de dos horas de pura diversión como válvula de escape a tanto aguante y tanta miseria moral.
De esta forma, cada una de las historias nos presenta una situación de hartazgo llevada a su extremo más absurdo, salvaje y que permite dar rienda suelta a nuestro subconsciente para que viva sus fantasías más desmadradas y aparatosas. Será fácil identificarse con alguno de los protagonistas y sentir por un momento los ocultos deseos de revancha y/o rebelión satisfechos en un cocktail de exceso aderezado con grandes cantidades de cachondeo y humor negro como el futuro de un
triunfito,
El tono de cada relato está exquisitamente planteado para dar una variedad tanto formal como conceptual a cada una de ellos y que no nos llegue a cansar en ningún momento. De esta forma, pasamos de ambientes sórdidos y oscuros a lujosas mansiones o desventuras en una carretera desértica herederas del espíritu lúdico y exagerado de los
cartoon de la Warner, culminando en esa boda a la que todos iríamos sin rechistar (lo que nos ahorraría muchas excusas peregrinas). Un
grand guignol en el que los actores no son sino personificaciones de ese
lado oscuro reprimido que nos encantaría desatar cuando estamos hasta el píloro de que nos toquen la moral con total premeditación y alevosía.
En cuanto a las historias, es inevitable que conectemos más con unas que con otras, aunque todas tienen un nivel muy alto y nos sorprenderán en más de una ocasión (para bien) por su sano pitorreo y la forma en la que se resuelven las situaciones esbozadas. Y eso que, si lo pensamos, todas y cada una de ellas plantean temas de lo más dramático, incluso sacando de quicio las situaciones para
"asalvajar" aún más el relato y permitirse aderezarlo con unos litros más de vitriolo puro. En todo caso, es imprescindible disfrutar de esta película haciendo gala de todo nuestro espíritu juguetón y travieso, siendo muy fácil entrar en el juego que propone desde su primera y más corta historia que sirve como presentación por todo lo alto de lo que vendrá después. También ayuda el contar con un plantel de actores de primera que están estupendos en sus papeles, destacando unos soberbios Ricardo Darín y Rita Cortese como
almas máter de sus respectivos segmentos.
En definitiva, una película 100% disfrutable que nos hará reír de verdad y, tiempo después, plantearnos que todo aquello de lo que nos hemos reído está pasando cada vez que sale el Sol. Por cierto, yo me quedo con
Bombita.
★★★★
★
Por Antonio Santos