Gran noticia la emisión por fin de la segunda temporada de esta excelente serie. No sólo porque la primera fue todo un soplo de aire fresco (en cuanto a ideas y forma de narrar) en su momento, sino porque
este primer capítulo supone un órdago a la grande y no puede dejarnos sino con ganas de más, mucho más. Sorprendentemente, se trata de una precuela a la primera temporada, así que la reseña estará plagada de spoilers para quienes no la hayan visto (cosa que deberían solventar cuanto antes).
El protagonista es el doctor Philip Carvel, creador del virus Janus. En la Italia de finales de los 70, marcada por el asesinato de Aldo Moro, observamos como
Carvel, junto con su hija Jessica, se reune con una joven Milner, que le da un ultimátum para que le entregue el virus o su pobre hija sufrirá las consecuencias. En este momento, retrocedemos cinco años en el tiempo para descubrir cómo Carvel y Milner se conocen en una reunión secreta de los pricipales políticos, mandatarios y científicos, una especie de
Illuminati que dirigen los designios del mundo. Calver demuestra estar cómodo con la idea de las pandemias como mecanismo de la Naturaleza para controlar el crecimiento exponencial de la población mundial, con el consiguiente peligro par ala humanidad de consumir todos los recursos naturales.
En Milner reconoce a un alma gemela, alguien que comparte su idea de Utopía: Un control de la presencia humana sobre el planeta hasta lograr el equilibrio de sus recursos. Desde ese momento, pasará a formar parte de La Red, una organización dedicada a la consolidación de esta sociedad utópica, siendo Carver su jefe científico.
Descubrimos también que Calver es alguien con una moralidad bastante laxa. Poniendo su filantropía por la humanidad por encima de todo, no duda experimentar con su jovencísimo hijo haciéndole tomar un medicamento que pretende acabar con las conductas violentas y que logra precisamente lo contrario. La madre comienza a sospechar que algo raro le pasa a su hijo al no ser el pobre niño capaz de mostrar sentimiento alguno ni filiación por nada ni nadie.
Esta convicción estallará con toda su violencia cuando descubre cómo el niño descuartiza sin piedad a un pobre conejito que le había regalado como mascota. He aquí el germen del asesino implacable que conocimos en la primera temporada.
Mientras tanto, Calver sigue desentrañando la forma de conseguir su mundo utópico, hasta que tiene una idea feliz que dará forma a Janus:
Dos proteínas inocuas por separado pero que, cuando se combinan en el organismo, crean un virus capaz de provocar la impotencia de su portador y programables para no actuar ante determinados códigos genéticos. Esto permitiría reducir la población mundial en sólo un puñado de generaciones hasa límites tolerables sin provocar ninguna muerte. Sin embargo, el choque con Milner se produce en el cómo. Mientras Carver es propenso a la idea de la selección de la raza dominante, propia del nazismo, una escandalizada Milner aboga por la aleatoriedad, alegando que
"Nosotros no hacemos eso". Aunque con el tiempo, ambas posturas cambiarán radicalmente. Mientras Milner y su brazo derecho, Mr. Rabbit, no dudan en matar a quien sea necesario para proteger su hallazgo, Carver va abandonando sus ideales.
Dos acontecimientos supondrán la gota que colme el vaso: El asesinato de sus colaboradores en el laboratorio por saber demasiado y el nacimiento de su hija Jessica (que supone la muerte en el parto de la madre).
Y así llegamos de nuevo a la situación inicial. Carver intenta alertar a la prensa e incluso a altas instancias del gobierno sobre el peligro de La Red, lo que causará una serie de asesinatos de altos cargos británicos e italianos por parte de Mr. Rabbit. Un guiño que enlaza los acontecimientos de la serie con la Historia. Incluso la llegada al poder de Margaret Thatcher se verá alentada por las oscuras maniobras de La Red.
Carver seguirá sin querer entregar Janus, por lo que Milner acabará secuestrándolo junto a su hija Jessica y dejándolos en manos de un locuaz y amable torturador. El que te arranquen las uñas con una sonrisa y una palabra amable le da un plus profesional a la tortura. Por suerte, un misterioso hombre llamado Christos los libera y consiguen escapar de las garras de La Red, no sin que antes Carver inyecte la cepa de Janus a su hija y abandone a su pobre hijo Pietre, que con los brazos extendidos sigue suplicando un poco de amor a su padre. El último paso en la creación del monstruo despiadado en el que se acabará convirtiendo.
La mente de Carver no resiste más y Christos lo internará en un manicomio (en el que se dedicará a su manuscrito, salido de la mente de un loco) mientras entrena a la niña para la supervivencia, convirtiéndose desde ese momento de Jessica Carver en Jessica Hyde.
Un capítulo que se pasa en un suspiro y nos desvela los orígenes de las tramas de la primera temporada, haciendo además gala de una serie de recursos formales y conceptuales impresionantes.
Narrada en formato 4:3, con una paleta de colores que nos retrotrae a los años 70 y una banda sonora que, de forma aislada, puede derretirnos el cerebro pero que encaja como un guante y potencia el tono psicodélico, extraño e incómodo de la serie, este episodio supone el arranque perfecto para esta temporada. Además de dejar nuevas incógnitas en el aire, como: ¿Cuál es el ajuste que Carver hizo en Janus en el último momento y cuáles serán sus efectos?
Por Antonio Santos