El estreno de Her en nuestros cines hace aún más relevante recuperar una serie que ahonda también en algunos de los temas desarrollados en esta extraordinaria película: Black Mirror. Para quienes no la conozcan, se trata de una serie británica emitida en Channel 4 y desarrollada por el siempre corrosivo y original Charlie Brooker (creador también de la muy recomendable Dead Set, que parodiaba los reality shows desde el género de Terror, con el evidente doble sentido que comporta). Como la mayoría de las series británicas actuales, se caracteriza por la brevedad de sus temporadas (tan sólo tres capítulos) y por aprovechar de forma excelente sus recursos en aras de una indiscutible solvencia técnica e imaginación visual y conceptual.
En este caso, aunque cada capítulo es independiente del resto, se enmarca dentro de una temática común que viene dada por el "espejo negro" del título, haciendo referencia a las pantallas de los dispositivos electrónicos. Bien sea el monitor de un ordenador, la pantalla de un portátil, una tablet o un smartphone, todos nos vemos reflejados en ellas en nuestro día a día, en una interacción cotidiana con la tecnología que está llevando a cambios sociales y de comportamiento cada vez más evidentes. Por lo tanto, esta serie busca incidir precisamente en nuestra relación con la tecnología y en cómo ésta afecta de forma extraordinaria a nuestras vidas, desde un punto de vista cargado de la típica retranca británica que nos hará abrir el debate y reconocer que el futuro distópico que nos muestra puede no ser tan descabellado como parece inicialmente.
A continuación reseñaremos brevemente los tres capítulos que conforman la primera temporada, evitando spoilers en la medida de lo posible.
EL HIMNO NACIONAL (THE NATIONAL ANTHEM)

Michael Calow, el primer ministro británico, se enfrenta a la peor crisis de su carrera política cuando, en vísperas de Navidad, se produce el secuestro de la mediática y pizpireta princesa Susannah, el miembro de la realeza más querido por los medios y la opinión pública, siempre pendientes de todo lo que rodea su vida cotidiana. La sorpresa salta cuando el secuestrador, en vez de un rescate económico, tiene una única exigencia: que el primer ministro practique sexo con un cerdo y el acto sea retransmitido en directo por televisión. En otro caso, la princesa morirá. Evidentemente, la negativa será inmediata, por lo que se desplegará toda la fuerza militar y policial del país en una lucha contrarreloj por encontrar a la princesa antes de que el misterioso secuestrador pueda cumplir sus amenazas, preparando varios planes alternativos para simular el desagradable acto como última opción. Los acontecimientos se van desarrollando con diversos giros y revelaciones hasta el sorprendente final.
Como se puede ver, estamos ante una temática de lo más arriesgada. Plantearse siquiera hacer algo así en nuestro país se antoja imposible. ¿Alguien se imagina a nuestro presidente del gobierno, aunque fuera un carácter ficticio, puesto en semejante tesitura? En esto (reírse de nosotros mismos y quienes nos gobiernan) los británicos nos llevan mucha ventaja. Por lo demás, el desarrollo del capítulo es más que notable, utilizando un tono de thriller político para tratar y poner en solfa, entre tras cosas, el poder de los medios de comunicación, la maleabilidad de la opinión pública, los recovecos de las altas esferas políticas y los límites del arte. Un arranque muy valiente y que nos pone en situación de que no va a ser una serie dada a la complacencia.
15 MILLONES DE MÉRITOS (15 MILLION MERITS)
De una ambientación en nuestro presente, saltamos a un futuro distópico donde la humanidad se divide en tres clases principales: Los que pedalean, los obesos y los que entretienen. La clase más poblada son los "pedaleadores", cuya vida se reduce a pasar la jornada pedaleando sobre una bicicleta estática, se supone que para generar la energía suficiente para mantener las infraestructuras. La comunicación entre ellos es mínima, interactuando con el resto de la sociedad básicamente a través de avatares virtuales. Una vez terminada su jornada, vuelven a sus habitaciones frías y despersonalizadas a ocupar su tiempo con juegos (virtuales), sexo (virtual) o accediendo a las docenas de programas televisivos de entretenimiento de las más diversas temáticas. Exactamente las mismas opciones que tienen sobre la bici para matar el tiempo mientras pedalean.
Una vez que alguien ya no es válido para pedalear, pasa al grupo de "obesos", ciudadanos de segunda cuya única finalidad es limpiar y ser humillados en los programas de entretenimiento. El esfuerzo generado sobre la bici se recompensa mediante créditos, que se pueden gastar en accesorios para los avatares, saltarse las múltiples cuñas publicitarias que interrumpen constantemente los programas o comprar el acceso a los concursos y programas de entretenimiento, que pueden permitirles en caso de ganar pasar a una vida más cómoda alejada de la bicicleta.
El protagonista es un joven de color, Bing, que inesperadamente se enamora de una compañera al escucharla cantar en los baños tras acabar la jornada. Este inicio de una relación real se tornará rápidamente en pesadilla cuando la rueda de la sociedad pase sobre ellos y los aplaste de manera irremediable, consiguiendo adocenar a quien osa hacerle frente. Sin entrar en detalles, el mejor capítulo de la temporada, lleno de ideas, conceptual y visualmente muy atractivo, planteando un futuro distópico en el que el aislamiento y la imposibilidad de las relaciones humanas se han convertido en la norma, tratando temas como el aborregamiento social, la imposibilidad de luchar contra un sistema injusto, la facilidad con la que nos dejamos lavar el cerebro y la corrupción que conlleva el poder. Un capítulo sobresaliente que cuenta con la presencia de un irritante Ruppert Everett como trasunto de nuestro Risto Mejide.
TU HISTORIA COMPLETA (THE ENTIRE HISTORY OF YOU)
Sin duda se trata del capítulo más dramático. Parte de una premisa que todos hemos pensado (y expresado en voz alta) más de una vez en el transcurso de una discusión: "¡Ojalá lo hubiera grabado!". Pues en el futuro alternativo que se nos presenta, esto está a la orden del día. Casi toda la población tiene implantado un chip y un dispositivo que le permite grabar, y posteriormente acceder como si se tratara de una galería de vídeo, a todos y cada uno de los momentos de su vida (de forma interna o proyectándolos externamente). Este sistema se ha convertido en algo de uso cotidiano, y todo el mundo lo utiliza para amenizar reuniones de amigos con anécdotas varias, repasar una entrevista de trabajo para ver los posibles errores cometidos, refrescar conversaciones y momentos especiales, etc. En definitiva, para rememorar momentos de una vida. Los que no tienen implantado este chip son considerados poco menos que ermitaños.
Se juega, por tanto, con la idoneidad o no de disponer de todos los detalles de una vida al alcance de la mano, tanto la nuestra como la ajena. Porque no sólo apareceremos en nuestra memoria, sino en la memoria de aquellos que han interactuado con nosotros. Además de que es muy fácil que salgan a la luz secretos que permanecen mucho mejor enterrados. En esta tesitura se encuentra Liam, que en una cena informal entre amigos percibe que su esposa Ffion le presta especial atención a Jonas, a quien no conocía previamente. Estas sospechas irán acrecentándose poco a poco a medida que Liam va descubriendo viejos demonios escondidos a lo largo de una paranoica búsqueda de la verdad. El capítulo nos deja escenas memorables como el encuentro entre Liam y Jonas, cargado de bilis, o una escena de sexo tras una discusión entre Liam y Ffion, en la que vemos como ambos recurren a revisar encuentros anteriores, de épocas más felices, para excitarse durante el acto. Y sobre todo nos deja un final cargado de melancolía y desazón que pone un broche de oro a un capítulo brillante.
En resumen, una serie fantástica que plantea situaciones y temas pocas veces tratados con anterioridad y además lo hace de una forma madura, profunda y, como buena ciencia ficción, hablando del hoy desde la perspectiva del mañana. Muy recomendable.
Por Antonio Santos