Jamás pensé que una experiencia física pudiera ser tan emocionante.
Afortunadamente contamos con una gran cantidad de géneros en el séptimo arte destinados a todo tipo de público. Y digo afortunadamente, porque no todos estamos hechos para lo mismo. Los hay que han envejecido mejor que otros, y lo respectivo al que mezcla aventuras y comedias, podemos decir que durante el cine clásico se hicieron auténticas joyas. La película de hoy es uno de los mejores referentes a lo que acabo de exponer.
A principios de los 50 encontramos a cuatro personajes en Hollywood con diferentes necesidades. La providencia hará que se unan para dar vida una de las películas más míticas de la historia. Estas cuatro personas eran Sam Spiegel, John Huston, Humphrey Bogart y Katharine Hepburn. El primero, productor, buscaba un éxito con el que salir de su apurada situación económica; el director deseaba realizar una película con la que salir de la mediocridad artística; Humphrey participar en una gran producción; y Hepburn sencillamente participar en una película que no fuese un fracaso económico. Todos creían en el potencial de la película por lo que el propio Spiegel les vendió. Lo que no sabían es que la novela de 1935 de C. S. Forester, The African Queen, llevaba cambiando de mano en Hollywood desde hacía años. Ninguna productora la quería. Ninguna le veía potencial. La Warner llegó a comprar los derechos pensando en Bette Davies y David Niven, para nada... Pero una vez que Spiegel vio el filón comercial a la historia de un marinero borrachín y una puritana misionera en África que descienden por el río Ulanga hasta el lago Victoria en un pequeño barco llamado "La Reina de África" para hacer volar un navío alemán con un torpedo casero durante la primera guerra mundial, convenció a los otros tres y se hizo con los derechos para llevar a cabo la película. Ambos actores estaban entusiasmados con el proyecto. Houston algo menos, ya que sólo pensaba en ir a cazar un elefante durante el rodaje. Su estilo duro e indisciplinado haría enfurecer a Hepburn en más de una ocasión. Todo comenzó con la elección de las localizaciones de rodaje. En vez de usar los cómodos estudios de Londres, Houston se decidió a ir a rodar gran parte de la película en mitad del Congo Belga a pesar de los peligros propios del entorno como los animales, las enfermedades, o el clima... y es que como ya habíamos dicho antes, quería cazar un elefante. Un viaje de miles de millas en el interior de uno de los países más salvajes del mundo intercalando aviones, barcos y automóviles. Podríamos decir que el rodaje de la película fue más épico en si que la propia película. Nada más aterrizar el avión en Stanleyville (Congo Belga) donde iban las estrellas y parte del equipo, pocos se sorprendieron no ver allí a Houston esperándoles, ya que se acababa de ir de caza. Sólo Hepburn se indignó con esto.
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Miss "veneno para la taquilla" empezaba a ser conocida, y no únicamente debido a su propia fama, sino a su fuerte personalidad, ya que obligó a todos los miembros del reparto a cumplir unas tajantes normas de higiene, lo que propició innumerables bromas por parte de Bogart y Houston. Todo esto no evitó que la actriz enfermase como todos los demás. Hay una escena en la que se la ve tocando el órgano, al principio de la película. Pues bien, a su lado había un cubo por si necesitaba... usarlo. Bogart y Houston se partían de risa, ya que fueron los únicos que no enfermaron durante el rodaje debido a que no probaban el agua. Únicamente se hidrataban con whisky. Esto les permitió trabajar más seriamente en el papel de Bogart. El director le estaba pidiendo al actor dar vida a un personaje que nada tenía que ver con el actor. Es un hombre de carácter débil. Ni muy inteligente, ni muy simple. Algo infantil, torpe, pero valiente. En ocasiones debía parecer cobarde e inseguro, y en otras tranquilo y decidido. A Bogart le llevó un tiempo entender a su personaje. Ni él ni su querida joven esposa, Lauren Bacall, la cual lo acompañó al rodaje, daban con la tecla. Hasta que finalmente este comprendió a la perfección a su personaje. El resultado fue uno de los Oscars más merecidos de la historia del cine.
Hemos de repartir los méritos de esta gran película. Sam Spiegel por sacar adelante esta película y ser el alma del proyecto; a Houston por su innegable calidad artística y su perfecto control de los personajes y la historia (aunque no tanto de la producción); a Bogart y Hepburn por hacer lo que se les daba tan bien en uno de los rodajes más duros y peligrosos de la historia; y ¿algo más? Desde luego, ya que una de las principales razones de que nos encontramos ante cinta única es su magnífico guión, obra de James Agee (también guionista de La Noche del Cazador) con la colaboración de John Houston y el propio Spiegel. Podríamos decir que la magia de esta cinta recae en la perfecta y radiante química de los dos actores principales. Esto se debe a lo bien definidos que están los personajes en el libreto. Charlie Allnut, un marinero cuarentón y borrachín con una personalidad algo infantil y entrañable, junto a Rose Sayer, una auténtica misionera solterona de alta cuna que acaba de perder a su hermano pero que no por ello va a perder la compostura y los buenos modales. La primera guerra mundial acaba de estallar. Alemania está en guerra con Inglaterra, por lo que Charlie convence a Rose para que se escondan con su barco hasta que todo haya pasado, aunque es esta la que le convence para fabricar un torpedo casero y volar un navío alemán en el lago Victoria. Lo más sorprendente no es esto, sino que él accede.
Ya desde la primera escena somos testigos de dos personalidades completamente distintas. Mientras que a Bogart le rugen las tripas tomando el té con ella y su hermano. Ella trata de disimular, pero este no se corta : "Vaya con mis tripas, me rugen como si tuviera dentro una hiena". Pues imaginad a dos personajes tan opuestos metidos en un diminuto barco durante cientos y cientos de millas. Es una genialidad.
-¿Echa de menos su país?
-Sí, sobretodo las tardes del domingo: la paz, la tranquilidad...
-Yo las tardes de los domingos las pasaba durmiendo la mona.
Por supuesto acabarán locamente enamorados por lo de que el roce hace el cariño y porque dos personas tan distintas no podían acabar de otra manera. Él acabará comportándose como un casi perfecto caballero, mientras que ella mostrará su carácter más salvaje y vivo. Dos almas antagónicas que confluirán en un romance entrañable.
Una película que no os podéis perder.
★★★★★
Por José Mayo
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.