Episodio que sirve para seguir avanzando en la formación del equipo que integrará la futura Legends of tomorrow. En este caso, profundizando en la resucitada Sara y, como parte del león de la trama, montando una operación de rescate para volver a traer al presuntamente fallecido Ray Palmer de vuelta al mundo de los vivos. Un capítulo que, sin embargo, contará en su debe con una cantidad ingente de paja insustancial centrada en los conflictos afectivos entre esa pareja formada por amor al marketing entre Oliver y Felicity. Personalmente, no puede importarme menos esta subtrama insulsa.
Entrando en el meollo de la cuestión, una vez confirmado que Ray sigue vivo es el momento de averiguar cómo rescatarlo. El primer paso es conseguir comunicarse con él de una forma fluida, cosa que logrará Felicity tras no pocas bebidas energéticas consumidas, horas de sueño perdidas y broncas destinadas a su compañero sentimental por intentar que se tome algún merecido descanso. Bueno, por eso y por llamar a la suegra para intente hacer entrar en razón a la rubia. La presencia de Donna Smoak siempre es bien recibida, aunque su peso en el capítulo está un poco difuminado. Demasiados personajes y poco espacio para el desarrollo coherente. Vamos, que sobra romance de instituto y falta un poco de chicha, e incluso de humor. Al menos mamá Smoak conseguirá dos cosas importantes: hacer ver a su hija que no todos los días una se encuentra con un tiarrón que además de beber los vientos por ti cocina como los ángeles y puede rallar queso en su abdomen y, sorpresa sorpresa, postularse como interés amoroso del recto y malencarado Quentin Lance. Los polos opuestos se atraen, ¿o no?
Gracias a Felicity, finalmente localizan a Ray para encontrarse con una doble sorpresa:
tras la explosión el traje de Atom se ha quedado frito dejándolo con un tamaño diminuto y además alguien lo localizó de forma azarosa cuando intentaba comunicarse con Felicity, manteniéndolo encerrado en una urna como a un hamster mientras estudia la fuente de energía del traje. ¿De quién se trata? Pues del mismísimo Damian Darhk, al que no se le escapa una. Toca planificar el rescate. Primer paso: montar un artilugio (le toca a Curtis Holt) previa recuperación de una pieza fundamental que sólo se encuentra en Industrias Kord. Dado que es el principal competidor de Palmer no se puede esperar una cesión amistosa, por lo que toca robarlo. Es un poco extraño ver a un equipo completo de héroes (al que se incorpora Sara como Canario Negro para volver a retomar actividades
"normales") colándose en un almacén para robar algo, pero al menos da para una solvente escena de acción en la que vemos a Sara completamente desatada presa de su sed de sangre. Los efectos del Pozo de Lázaro son crueles y se empiezan a hacer notar. Una vez construido el aparato queda encontrar a Palmer, cosa que el equipo conseguirá gracias a la colaboración del
topo inspector Lance. De esta forma, llegamos a la mejor parte del capítulo.
Una infiltración en el cuartel general de Darkh en la que cada parte del equipo cumple con su papel en un plan muy bien diseñado y ejecutado que deja momentos álgidos como el enfrentamiento entre Darhk y Green Arrow o la nueva caída en el salvajismo de Sara, que la lleva a matar brutalmente a uno de los espíritus de Darhk.
Tras esta espídico y espectacular rescate Ray Palmer vuelve a su tamaño original para no tardar mucho en marcharse de nuevo con una de esas excusas peregrinas marca de la casa. Tres cuartos de lo mismo con Sara, que ante su evidente falta de control en cuanto se mete en una pelea se marcha para no sucumbir a tentaciones. Pronto volveremos a saber de ellos.
Respecto a los flashbacks también pasa algo bastante curioso. Esta temporada se nota que estas partes están muy estiradas y capítulo tras capítulo tenemos la sensación de que la cosa no avanza. Por ejemplo, en el de este episodio vemos cómo Constantine parecía acertar en su impresión de que los planes de Reiter van mucho más allá de la simple producción de drogas. Una vez visita la caverna donde el mago encontró el cetro de Horus vemos que es capaz de leer los símbolos mágicos sin problemas, lo que desembocará en que parte de sus esclavos sean enviados a buscar algo indeterminado en una de las playas de la isla.
Sin embargo, tras un breve chispazo la trama del pasado prácticamente desaparece. Una pena esta descompensación, porque termina por no dar nada de sí. Veremos cómo evoluciona. En definitiva, un capítulo con más sombras que luces, aunque por el momento el nivel de interés sigue en alto.
Por Antonio Santos