"-¿CUAL ERA LA TÁCTICA O TÓNICA HABITUAL? ¿LA FIRMA DE UN RECIBÍ, O NO?
-VAMOS A VER. EN LAS ENTREGAS DE FONDOS A PERSONAS CON CARGOS POLÍTICOS EN EL PARTIDO NO SE LES PEDÍA LA FIRMA EN EL DOCUMENTO.
-LO NORMAL ERA LA FIRMA DE RECIBÍS Y USTED ME DICE QUE A LOS CARGOS DEL PARTIDO NO SE LES PEDÍA.
-ESO ES"
¿De qué va?
Luis Bárcenas vive sus primeros días en prisión. Tras negar sus acusaciones, decide cambiar drásticamente para contar la verdad al juez Ruz ante el interrogatorio de la audiencia nacional el 15 de Julio de 2013.
Reparto
Pedro Casablanc es Luis Bárcenas
Manolo Solo es el Juez Ruz
Dirección
David Ilundain
Impresiones
Uno de los escándalos más sonados en el mundo de la política de los últimos años en España tiene su versión en la pantalla y con ésto no nos referimos a uno de esos productos cutres de la televisión en manos de Mediaset. La realización de éste proyecto tiene su origen en el teatro ya que se basa en la obra Ruz-Bárcenas de Jordi Casanovas. David Ilundain ha contando con Casanovas para el guion y con los mismos actores, resultando una traslación literal del teatro a la pantalla con pocos o ningún cambio ya que los diálogos, actuaciones y expresiones son un calco absoluto de lo que ocurrió aquel día de declaraciones e interrogatorio en la audiencia nacional.
Ésta cinta no podría brillar de no ser por la intensa actuación de sus dos protagonistas. Manolo Solo interpreta al Juez Ruz, pero es el enorme Pedro Casablanc quien se come la pantalla como Luis Bárcenas. No solo está caracterizado como tal, sino que su forma de hablar y su tono de voz es exactamente igual a la del ex-tesorero del Partido Popular. Probablemente lleguemos a sentir incluso indignación por su forma acelerada de hablar, la cual lo convierte aun más en un ser despreciable por su pasmosa seguridad al narrar los hechos acontecidos durante años en el partido y encontrarnos un sinfín de cifras no declaradas y públicas que han ido a parar al bolsillo de los políticos que nos representan.

Bárcenas fue arrinconado por su partido al entrar en prisión, pero éste al ver que aquellos que lo apoyaban, aquellos que han cobrado su parte y han hecho un mutis masivo dejaron de respaldarle, no vaciló en dar nombres e implicar a todos aquellos que salían en forma de iniciales en las cuentas y esos míticos ingresos que se desvelaron en el periódico El Mundo. De poco sirvió (así es España), pero el documento está ahí y el relato fiel es ya parte de la historia de éste país. Sin embargo, ésta no es una película para todo tipo de público. Aunque su duración no llega a los ochenta minutos se puede hacer durilla si buscamos una cinta dinámica. Aquí nos encontramos con la llegada del ex-tesorero, se sienta ante el juez y todo se reduce a una conversación de una hora con algunas intervenciones de los asistentes. Ésta situación nos retrotrae a aquella magnífica cinta protagonizada por Kenneth Branagh, La solución final (Conspiracy), en la que varios líderes nazis mantenían una reunión secreta durante hora y media mediante conversaciones en una mesa.
No obstante, la cinta es más que interesante y los aficionados a la política y al mundo de la noticia disfrutarán con ella, sobre todo por sus grandes actuaciones y por el impactante suceso que ha sido uno de los puntos más clarificados que han marcado un antes y un después en ésta política corrupta que han terminado de hundir a ese partido y ser señalado por todos aunque eso no afecte a su lugar en el reino. Sí, España funciona así y no sirve de nada un discurso por parte del presidente del gobierno, tal y como recoge la escena final de la película, diciendo simplemente "me equivoqué" siendo aplaudido por todo ese partido que ha puesto la mano y que ahora trata de ignorar a aquel que como ellos, se llevaron lo que no era suyo. ★★★★★
Por Dante Martín
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.