Documental de corte ecologista con algún repunte dramático y grandes dosis de esplendor sobre el mundo de los océanos. A través de una cuidadosa escenografía, planos perfectamente abordados y juegos de luces, el film atraviesa de norte a sur la inmensidad azul que produce vida y mareas, catástrofes e increíbles imágenes de animales conocidos, y otros no tanto.
Jacques Perrin y Jacques Cluzaud son los encargados de este fascinante recorrido por los cinco océanos, poniendo al alcance del espectador una visión renovada del cine-documental, y haciendo de este género una auténtica película de acción y fascinación.
Jacques Perrin, cuyo verdadero nombre es Jacques André Simonet, es un actor y productor de cine francés. Hijo del afamado director teatral Maxence Perrin y la actriz Mathieu Simonet, este amable personaje ha vivido rodeado, prácticamente desde la cuna, de la farándula y las cámaras. Su filmografía abarca la fascinante cifra de 60 películas. Pero el talento artístico de Jacques Perrin no acaba ahí. Ha realizado numerosas series de televisión; unas como actor, otras dirigiendo la batuta; y no hablemos del teatro, escenario donde se inició y para quién ha dedicado obras como ´L´Année du bac`, de José- André Lacour, dirigida por Yves Robert. Su último proyecto para la gran pantalla ha sido, sin duda, este cuidadoso documental, ´Océanos`, codirigida con Jacques Cluzaud.
Jacques Cluzaud es un reconocido director de cine francés que allá por la década de los 80 participó como ayudante de dirección en películas de la talla de ´Vodevil` o ´Indochina`. Su trabajo más representativo, ya como director experto, no es ni más ni menos que el documental ´Nómadas del Viento`, una obra fílmica de belleza sublime y cuya huella se deja entrever en ´Océanos`. El 25 de febrero de 2011, Jacques Cluzaud y su compañero de dirección Jacques Perrin, fueron galardonados con el Premio César al Mejor Documental con ´Océanos` en los 36º Premios César.
El mar, los océanos, las olas, las mareas, las corrientes, la tempestad… ¿Qué es el océano? ¿Qué es la vida en medio de la inmensidad azul? ¿Cuál es su valor? Durante cinco años Jacques Perrin y Jacques Cluzaud han pretendido dar respuesta a estas simples preguntas, y, tras el visionado de este documental, aún me pregunto qué es realmente el océano. Son muchos los halagos y aún más las críticas de expertos (y algunos no tanto) que invitan al visionado de esta obra maestra del cine documental; así que intentaré revitalizar sus encantos.
El comienzo es, como todos los comienzos, tierno y bravo. Se nos desvela una costa embravecida que nos recuerda a los albores de un tiempo no vivido, donde todo es virgen y la existencia del ser humano aún no roza la historia de su origen. Un grupo atolondrado de niños corre alegre hasta la orilla, y allí, uno se detiene y observa la inmensidad de un horizonte nuevo, infinito, mágico…, misterioso. Es el océano puro, salvaje y libre. Allí donde extrañas criaturas de fea forma pasan a ser extravagantes; allí, donde el mayor de todos los monstruos se alimenta de la más pequeña de las especies; allí, donde el animal torpe es diestro en exhibiciones; allí, donde todo era misticismo y leyendas, y ahora, belleza y muerte.
Azules nítidos en un constante juego de sombras y luces, con tonalidades esmeraldas y un blanco neutro, son el escenario perfecto para dar vida a la imagen que toda persona posee del océano. Gracias a un presupuesto de 50 millones de euros (el más caro de la historia del cine documental) muy bien invertido y una magnífica dirección, ´Océanos` juega con ritmos acelerados y remansos de paz que mantienen al espectador siempre alerta y sumergido de lleno en sus escenas. Para estos ojos inexpertos, los míos, las secuencias han sido perfectamente entrelazadas, alternando el movimiento coreografiado de mamíferos, tales como los delfines, en su correr por la supervivencia, con la relativa paz que se respira en los arrecifes de coral. Dos grandes características de esta nueva forma de hacer documentales son la gran calidad de los planos detalle y la voz de un narrador siempre en tercer plano. La banda sonora es el simple sonido de aquello que nos encontramos frente a la cámara: una foca que nos mira curiosa, o una morena que escapa a nuestra curiosidad. Esa voz en off, siempre presente en los documentales de sobremesa, se resintoniza para dar paso a un anciano pensativo y sereno que nos narra a modo de puntualización su sensación del mundo de las mareas.
“En la época de los grandes descubrimientos el mundo no tenía límites” ni final, y de dicha frase se obtiene una imagen sin digitalizar ni tratar, una visión sincera de la magnitud y potencia del océano; así como sus colores, formas y sutilezas más diminutas. Nos volvemos a maravillar con inéditas escenas en las que bestia y humano invierten sus roles. El animal pasa ser madre y viajero; el hombre pasa a ser el bárbaro que destruye y mata por su afán de expansión. Delfines masacrados en masa para responder a una demanda milenaria de su carne; o los vertidos que diariamente el mundo civilizado defeca en las arterias de los océanos. Todo ello son algunas pequeñas muestras de una realidad que este documental no pasa por alto. “Desaparecida, desparecida, desaparecida, desparecida…” son una larga lista de criaturas exterminadas por nuestra falta de empatía hacia un mundo que consideramos nuestro. Sin embargo, la esperanza en nuestros tiempos aún aflora, y ese anciano, interpretado con sosiego por Jacques Perrin, acompaña a nuestro joven muchacho ansioso por desvelar los misterios submarinos, mostrándole nuevas conciencias, y nuevas simbiosis. Una vez más, los protagonistas de esta singular historia, valiéndose de una imagen nítida y enteramente suya, hablan a través de escenas cotidianas y encuentros extraños. Un hombre nada codo con aleta junto a un tiburón blanco, y es en ese preciso instante, cuando uno tiene la sensación de que lo imposible sólo es complicado, pero nada más.
Dramática, impactante, de poderosa imagen, de contrastes sutiles y con un mensaje claro: qué futuro reservamos para ese mundo que nos acoge y nos da la vida. Termino con una frase tan sumamente sencilla que, a veces, parece que nos resulta complicado entender. “No existe planeta de recambio, la Tierra no nos pertenece, tenemos que compartirla” (Jacques Perrin, Océanos). Debemos mirar “al otro lado del espejo”.
Bruno Coulais es el artífice de una banda sonora muy acorde con cada escena, siempre reservada a un segundo plano y en perfecta sincronización con la banda sonora principal, ´el sonido del océano`. Coulais comenzó su educación musical como violinista y pianista, aunque él siempre deseó ser un gran compositor de música clásica. Sin embargo, una serie de acontecimientos lo orientaron hacia la música del cine. En 1977, el director François Reichenbach, solicitó sus servicios para componer la banda sonora del documental ´México mágico`. Saltó a la fama con la música que compuso para la miniserie ´El conde de Montecristo`, en 1998. ★★★★★1/2
Por Olalla Negrete
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.