´The Salt of the earth` o ´La sal de la tierra`, como lo prefieran llamar, habla sobre la
vida y obra del fotógrafo Sebastião Salgado durante más de 40 años. Desde que cogiera
una cámara, Salgado recorrerá los cinco continentes para inmortalizar al ser
humano en muchas de sus facetas: conflictos internacionales, hambrunas, éxodos,
masacres, sequías, etc. Pero el tiempo y los horrores pasan factura, y transcurridos los
años decide emprender un nuevo proyecto fotográfico de
magnitudes gigantescas que le llevará hacia el descubrimiento de territorios vírgenes, y
una fauna y flora silvestres dignos representantes de la belleza del planeta.
El artífice de este proyecto es Wim Wenders, en colaboración con el hijo de Sebastião,
Juliano Ribeiro. Ambos han conseguido que esta biografía sea premiada en el Festival
de Cannes con el Premio Especial del Jurado ("Un Certain Regard"), y con el Premio
del Público en el Festival de Cine de San Sebastián.
Wim Wenders es un reconocido cineasta alemán nacido allá por el 1945, y un gran
experto en la realización de documentales.
Sus proyectos siempre han estado
marcados por un cine vanguardista y
simbólico centrado en las inquietudes
personales. Acercarse a personajes
simbólicos o influyentes a través de sus
guiones, especialmente abordar personajes
con pasión y ansia viajera, han sido una de
las grandes características de sus trabajos. Su primera película comercial fue ´El
miedo del portero ante el penalty` (1971),
basada en la novela homónima de Peter
Handke. ¿Os suenan títulos como ´El
amigo americano` (1977), ´París, Texas` (1984), ´El cielo sobre Berlín` (1987) o ´El fin
de la violencia` (1995)? Wenders nos sorprendió con estos exquisitos largometrajes,
expandiendo sus turbaciones y fascinaciones a través de la cámara, siempre bajo la
influencia cinematográfica de la nouvelle vague francesa, sobre todo la de Godard. En 1999 demuestra su manejo del tiempo secuencial y el plano con el documental
´Buena Vista Social Club`, un interesante recorrido por la música popular cubana que
ayudó a revalorizar a legendarios músicos y cantantes cubanos. Su último proyecto,
´The salt of the earth`, es en colaboración con Juliano Ribeiro Salgado, el hijo del
protagonista de este maravilloso documental.
Impresiones
“Ese anciano que se ha pateado los paisajes más abruptos y exóticos se apoya ahora en un bastón para seguir caminando y observar con esos privilegiados ojos, lugares, ambientes y personas que van a arañar el alma del que contemple la obra de arte, tantas veces dolorosa, que va a captar su prodigiosa cámara fotográfica, intentando según sus propias palabras escribir y reescribir la vida en sus luces y sus sombras” (Carlos Boyero, El País).
Sebastião Salgado nace el 8 de febrero de 1944 en Aymorés (Minas Gerais, Brasil). Criado en el seno de una familia acomodada, cuyo padre poseía tierras y cierto estatus social, su vida se vislumbraba cómoda y segura. Cuando comenzó su andadura en el mundo adulto, hizo lo que se esperaba de él, ser un hombre de provecho. Se licenció en Económicas y acabó trabajando como asesor para la Organización Nacional del Café en Londres. Sin embargo, un día, su mujer Leila, le regala una cámara de fotos y con ella descubre una nueva forma de mirar cuanto le rodea. Desde su primer “clip”, el hombre se trasforma en observador; el observador en conciencia, y éste evoluciona al ritmo de los escenarios y los habitantes que va fotografiando. Mientras, su mujer, edita cada estampa para mostrar y almacenar parte de nuestra continua transformación.
Wenders respeta cada mirada al pasado, y deja emanar con fluidez un palpitante amasijo de sensaciones vivas, siempre presentes en la memoria de quién no se ha contentado con presenciar las idas y venidas de una humanidad bulliciosa. Al adentrarnos en la visión de Salgado, el corazón se encoge. Con voz serena y grave nos relata, envuelto en una humildad plena, esas primeras fotografías que una vez inmortalizadas, le dieron la vuelta al globo y lo empujaron hacia la búsqueda de cualquier horizonte. No hay más hilo conductor que su voz, y sus fotografías. Su hijo, Juliano Ribeiro, que
desde pequeño vivió unido a las ausencias de su padre, lo homenajea al brindarle la oportunidad de narrar y renombrar su trabajo al tiempo que busca un entendimiento con el hombre, el padre y el fotógrafo. Perfectamente encuadradas, con una combinación de luces y sombras casi artificiales en apariencia, pone a disposición del espectador el horror y la vergüenza que la ambición provoca en los hombres. Las minas de oro de Sierra Pelada, en Brasil, se convierten en el primer gran proyecto de Salgado. Éstas no son un simple instante, no son un lugar remoto y aislado; son un pequeño esquema de la gran historia de la humanidad, y sus pilares. Salgado comparte, mediante sus instantáneas y frente a la cámara que ahora le observa, a los nuevos esclavos del siglo XX, fangosos y desesperados por encontrar el preciado mineral que les hará “libres”. Miles de fotos, cientos de escenarios, y una prodigiosa mirada que cualquiera, experto o no, sabe apreciar, aunque lo expuesto no sea hermoso. Arriesgando su vida, retrocedemos junto a Salgado a las migraciones en masa, consecuencia de las guerras y el hambre. “Los olvidados”, aquellos a quienes de vez en cuando se les dedican unos minutos en el telediario, y varios segundos en nuestra conciencia, han sido sus protagonistas y su empuje. No hay opiniones ni reproches en este documental. El mensaje es más sencillo: pretende evocar al corazón y al alma.
Conforme avanzamos en la narración, se compaginan el blanco y negro de las fotografías con el presente, más colorido y esperanzador. Tras el descubrimiento de tribus casi extintas en la Sudamérica abandonada, la limpieza étnica en los Balcanes, el éxodo de tullidos y los miles de cadáveres proporcionados por el genocidio de Ruanda, las hambrunas en Etiopía y otros tantos países africanos, los incendios de los pozos petrolíferos de Kuwait que perpetró Sadam Husein en la Guerra del Golfo, y no sé cuántas más visones; Salgado pierde la fe y la esperanza en el ser humano. Escudriñas en ese instante su rostro hundido, desolado…, abatido. Sin embargo, su último proyecto, ´Génesis`, le devuelve algo más que la pasión por la fotografía; le hace recordar que el mundo aún es hermoso y mágico; que aún, en pequeños rincones ocultos al infierno y la locura del ser humano, la vida tiene la capacidad de resucitar y renovar el alma.
Respecto a la banda sonora, las melodías creadas por Laurent Petitgand son sublimes. No hay nada mejor que una buena sinfonía para acompañar a una buena imagen. La gran ventaja de este compositor francés, bastante multifacético, por cierto, es que ya trabajó anteriormente con Wim Wenders. Hizo un pequeño papel interpretativo en la película ´El cielo sobre Berlín`, concretamente, interpretó al maestro de capilla. Su primer trabajo como compositor lo vemos también de la mano de Wenders, en el documental ´Tokyo-Ga` (1985). En resumen, la sintonía es intensa, como el relato al que acompaña. Con el tema ´The salt of the earth` (mismo título que el documental) se nos abren las puertas a esta fantástica historia, no sólo recomendada para los amantes de la fotografía, sino también para los amantes de la vida y la curiosidad. Voces ancestrales, odas adheridas a nuestro instinto de supervivencia… En esencia, un viaje por la memoria de un hombre que ha llegado a ser el mejor retratista de nuestra era, Sebastião Salgado. Me quedo con una melodía y una imagen: el sonido de unas voces que ríen, y la mirada de un niño que busca esperanza. ★★★★★1/2
Por Olalla Negrete
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.