Tras el bajón del capítulo anterior,
volvemos a la estabilidad con unas tramas que no repiten esquemas trillados, sino que se desarrollan de forma lógica en función de los acontecimientos pasados, dejando ese agradable lugar para la sorpresa tan necesario para el espectador.
Por una parte, tenemos al rey Horik y su primogénito, que vuelve a tierras denasas tras su fuga de Inglaterra. La sed de venganza del rey tras su derrota le lleva a plantear a Ragnar una proposición de lo más sorprendente:
retomar la alianza con el conde Borg para incrementar las mermadas tropas vikingas y volver a Wessex en busca de venganza. Evidentemente, la propuesta no será muy del agrado de Ragnar tras los acontecimientos pasados, aún frescos, pero se ve obligado a aceptar, lo que dará lugar a un clima de tensión en el que flota en el ambiente la impresión de que cualquier cosa puede pasar. Hasta que, de forma inevitable, las espadas salen a relucir en un buen clímax para el episodio.
En Wessex, mientras tanto, conocemos la verdadera razón por la que el rey Ecbert salvó la vida de Athelstan para convertirlo prácticamente en su confidente:
Hacerle custodio de su tesoro escondido. Y este tesoro no es otro que una ingente cantidad de manuscritos y obras de arte procedentes del pueblo romano previas a la adhesión de la religión cristiana y, por tanto, prohibidas. Sólo puede confiar para esta tarea en alguien que, al igual que él en su estancia en la corte de Carlomagno, ha estado en contacto y asimilado otras culturas, ampliando así sus miras y sin verse castrado por la cerrazón del fundamentalismo religioso imperante.
Aparte de estas tramas principales, la vida de Lagertha se complicará bastante cuando
su nuevo esposo decide castigarla por su rebeldía tras acudir en ayuda de Ragnar. La tendencia del conde a tratarla como a algo de su propiedad y denigrarla sin demasiada consideración acabará por sacar a relucir el carácter guerrero de Lagertha en todo su esplendor, que zanjará estos comportamientos de forma sangrienta.
Hay que reconocer que los capítulos, aún sin pasar del notable en ningún caso,
ganan enteros cuando las diferentes subtramas se desarrollan con el mismo interés y con las suficientes novedades para que no creamos estar en el mismo punto de partida una y otra vez, cambiando el "I got you babe" de Sonny&Cher por la sintonía de esta serie.
Por Antonio Santos