"ES SOLO EL COMIENZO. EL COMBATE CONTINUARÁ"
¿De qué va?
Alfredo es doctor y vive en su casa bajo los cuidados de Corona, una chica que se encarga de él y de la casa. El hombre guarda criogénicamente a su esposa con la esperanza de que la ciencia avance para devolverla a la vida, pero ya han pasado cuarenta años...
Reparto
Ernesto Chao (Condenado a vivir) es Alfredo
Nerea Barros (León y Olvido) es Corona
Manuel Cortés es Leandro
Marta Larralde es Amalia
Dirección
Xavier Bermúdez (León y Olvido)
Impresiones
Presentada en el
17 Festival de Cine de Málaga,
El oro del tiempo (O ouro do tempo) es un film rodado en Vedra, cerca de Santiago de Compostela, por ello es lógico que esté íntegramente hablado en gallego. Los actores también lo son y por eso el director tuvo fácil la elección para los papeles.
Xavier Bermúdez ha querido contar con ésta historia
el principio de una anécdota a la que se han sumado sonidos e imágenes sin seguir ninguna trama concreta, o al menos esa ha sido su intención según lo que cuenta el director. Probablemente no se haya alejado de ésto pues parece algo difícil encontrarle razón a algunas de las cosas que vemos en pantalla en relación a esa extraña posibilidad de amar de Alfredo hacia su asistenta, Corona. Sale de un amor imposible, el de su mujer fallecida y congelada durante cuarenta años, a otro amor imposible que se acrecienta a raíz de una enfermedad contraída por Corona y donde Alfredo le dará los cuidados necesarios para sanarla. Bermúdez nos habla de
la búsqueda propia de la persona, de su pasión y obsesión amorosa, y eso va ligado a las estaciones del año.
Y todo eso es bonito, maravilloso, pero sería redondo si tuviera algún sentido. Es cierto que muchos le encontrarán su explicación a la narrativa visual, pero a modo personal, he de decir que he divagado bastante, entre otras cosas porque el contenido de la historia podría haber sido resumido en un cortometraje de forma brillante. Más de cien minutos acaban por adormecer cuando vemos escenas con principio y fin que no nos llevan a nada y que ni siquiera ahondan en la personalidad de sus personajes. Hay ciertas incomprensiones en la historia que parecen puestas aposta para que nosotros pensemos, pero no se si realmente son así o que el director no tenía más idea en cuanto a ésto, probablemente porque el montaje sufrió varios cambios durante el rodaje. No obstante, no falta la metáfora política en ésta historia cuando se habla de la disconformidad del personaje sobre aceptar la muerte, pero ni siquiera ésto deja una huella patente en el film.

Nerea Barros, que es actriz y enfermera en la vida real, contaba en la rueda de prensa que su personaje es observador desde su profesión de enfermera y cuidadora. La pasión que siente es por el trabajo y el buen hacer del doctor, de forma que éste le atrae desde un punto de vista psicológico. Esto es lo que ocurre cuando una película no es clara (y no tiene por qué serlo) que ni siquiera actores y director coinciden en la explicación principal sobre la obra. Para colmo, tenemos la entrada de Leandro, el hijo de Alfredo, que es quien parece dar la nota de humor a la obra y sin embargo resulta todo lo contrario a gracioso. Sus chistes no te levantan ni la sonrisa y por mucha intensidad que le de al personaje de Alfredo, no logra compactar con el espectador. En resumidas, una historia muy vacía que a título personal se me hizo eterna. Pero es como todo, cuestión de gustos.★★★★★
Por Dante Martín
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.