Sinopsis: Drama estrenado en 1949, “Los justos” desarrolla, en el ámbito histórico de la Rusia zarista, algunos de los temas que obsesionaron a
Albert Camus (1913-1960) a lo largo de su vida y que atraviesan como hilo conductor toda su obra. La contraposición entre el idealista
Ivan Kaliayev y el implacable
Stepan Fedorov arroja luz sobre el dilema moral implícito en todo terrorismo y permite al autor, a través de unos diálogos de gran belleza literaria y densidad ideológica, indagar en la dialéctica del fin y los medios, así como mostrar la opresión y el despotismo que la utilización de cualquier violencia lleva aparejados.
Reseña: El 11 de septiembre de 2011 los informativos retransmitían en directo un accidente aéreo en el corazón financiero de Nueva York. Cuando los espectadores todavía estaban asimilando las imágenes de la catástrofe, otro avión se estrelló contra la segunda de las Torres Gemelas. En ese instante comprendimos que estábamos siendo testigos de la mayor acción terrorista de la historia. Durante las horas siguientes, observamos impotentes como ambas estructuras se derrumbaban y sepultaban el World Trace Center bajo una nube de escombros, polvos y, sobre todo, miedo. El 27 de diciembre, Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda, no solo asumió la autoría de estos ataques, sino que también dijó:
Occidente en general, y EEUU en particular, tienen un odio indecible por el islam… El terrorismo contra EEUU es benéfico y está justificado
A pesar de los precedentes de acciones similares realizadas bajo el argumento de terminar con la represión de un pueblo y la injusticia, derrocado a un gobierno tiránico a través de la lucha armada; estos acontecimientos supusieron un punto de inflexión y el cuestionamiento de los medios empleados para conseguir el resultado deseado amparándose en las circunstancias.
Precisamente,
Los justos, una obra de teatro político-social escrita por
Albert Camus, versa sobre el terrorismo, es decir, la violencia como el último recurso factible ante la ineficacia de otras acciones más pacíficas durante la revolución del pueblo ruso contra el zarismo. Sin embargo, el autor no pretende justificarlo, sino describirnos las consecuencias que conlleva entre las personas implicadas, el conflicto moral subsiguiente entre quienes lo ejecutan.
Por esta razón, opta por una descripción múltiple de la temática a través de sus personajes, quienes representan una facción concreta del movimiento revolucionario, con objeto de contraponer las diferentes ideologías dentro del partido. Ellos son los encargados de canalizar la historia con sus diálogos. De ahí que la presencia del narrador se reduzca a lo esencial, limitándose a describir algunas acciones y estados de ánimo.
De este modo, consigue que el espectador pueda extraer sus propias conclusiones a partir de una perspectiva completa de los acontecimientos representados.
En este sentido, realiza una interesante contraposición entre
Yanek Kaliayev y
Stepan Fedorov, que representan las dos ideologías más extremistas. Los enfrentamientos entre ambos personajes platean una constante disyuntiva. Por un lado,
Stepan opina que
Yanek tiene una visión demasiado poética del movimiento y que, en realidad, busca el reconocimiento personal antes que el beneficio del pueblo. Por otro,
Yanek rechaza el fanatismo de su compañero, recriminándole su falta de humanismo.
Sin embargo conforme avanza la acción, nos percatamos de los cambios que experimentan y más después de comprender el sacrificio real que exige su causa, así como sus consecuencias. De ahí la importancia de Dora Annenkov, quien representa un punto intermedio entre los dos hombres, así como la causa de gran parte de sus enfrentamientos. Ella es la primera en expresar su indecisión ante el deseo de poder llevar una vida diferente, donde los valores políticos no sean más importantes que la propia familia.
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No obstante,
Albert Camus sitúa la acción en un contexto donde la violencia resulta inevitable, llegando a justificarla (no sabemos si de forma premeditada o inconsciente) en el Acto IV con las intervenciones de Foka y Skouratov, pues su presencia resulta esencial para inclinar la balanza a favor de la ideología del autor y sus convicciones políticas. Adviértase que Foka es un exponente de los abusos que sufre la sociedad rusa; mientras que Skouratov es precisamente un representante de ese gobierno, quien parece incluso disfrutar con su labor. E incluso la intervención de la Gran Duquesa permite evidenciar la hipocresía de la aristocracia rusa, quien se describe como víctima pero sin preocuparse por conocer los motivos que han desencadenado el ataque contra su persona.
Por tanto, el autor no es, en realidad, tan imparcial como pretende aparentar, pues a través de estos sutiles detalles va condicionando al espectador. Obsérvese como el atentado solo es mencionado brevemente, mientras que la ejecución Yanek Kaliayev es recreada con exactitud a través del testimonio de sus compañeros. En consecuencia, la descripción de los acontecimientos es parcial.
Sin embargo, esta omisión deliberada de información también permite mantener la tensión psicológica durante toda la obra, ante el deseo del lector por conocer lo que está ocurriendo fuera de escena.
Además, la puesta en escena basada en el minimalismo evita cualquier distracción, permitiendo que toda la acción recaiga en el reparto, estableciéndose un vínculo entre el público y los actores, haciéndolos partícipes de los acontecimientos, aunque de forma indirecta.
Por tanto, «Los justos» es una obra de teatro que, a pesar de su brevedad y aparente sencillez, posee un trasfondo político-social y psicológico complejo. El autor consigue evitar la controversia acerca de la justificación que realiza del terrorismo gracias a un tratamiento objetivo, aunque en algunos momentos deje entrever su opinión a través de algunos comentarios realizados por sus personajes abandonando su neutralidad inicial. En definitiva, una obra equilibrada y escrita de forma elegante e inteligente, sin necesidad de incurrir en demasiados detalles para comprender toda la trascendencia de unos acontecimientos que establecieron el camino hacia el cambio en Rusia. Y es que, aunque no lo expresase directamente, Albert Camus opinaba que «situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas».
Lo Mejor: El contraste entre Stephan y Yanek. La escena minimalista que permite centrarse en los personajes y sus diálogos. El simbolismo del encuentro con Foka y Skouratov. La tensión psicológica de la historia.
Lo Peor: La pasividad de Dora. La neutralidad de Albet Camus desaparece conforme avanza la obra.
Calificación:
8.5/10
Por Maricarmen Horcas
Título: Los justos; 144 págs.
Autor: Albert Camus
Editorial: Alianza editorial, 2012
ISBN: 9788420609287
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.