Después de tres episodios por todo lo alto, llega el episodio de transición que relaja los nervios y la expectación del espectador. Aunque no es un capitulo que contenga la típica "paja" de relleno en la que sus personajes divagan, lloran o andan, nos encontramos con un material que era, en cierto modo, necesario. La duda que teníamos desde su llegada, era saber a qué se debía el cambio de Morgan, su insistencia en no matar, y sobre todo, cómo ha aprendido a manejar la vara con soltura, como un experto. Eso es lo que contempla hoy Here's not Here, episodio completamente dedicado a Morgan, desde su salida de aquel antro donde vio a Rick por segunda vez, hasta la búsqueda del grupo, camino a Terminus. Pero para ello, comenzamos con un momento en el presente, donde Morgan habla con el hombre de la marca en la frente que ha tumbado. Es ahí donde le cuenta una historia, su historia, para hacerlo entrar en razón y que medite sobre lo que ha hecho, tanto él como su grupo.
Así pues nos adentramos en su origen. La conversión de su mujer y su hijo acabaron por volverlo loco, y tras incendiar aquel antro donde estaba, sale al bosque con un solo cometido: eliminar todo lo que se mueva, incluyendo cualquier persona que lo aceche, tal y como podemos observar en una de las escenas, donde dos atacantes se ven sorprendidos y caen por su propia mano. En su camino, creará una especie de santuario, rodeado de estacas y marcas de sangre en piedra, incluyendo una que reza la frase "Aquí no es aquí". Tras abandonarlo, días después, escucha un balido de una cabra. Al acercarse, encuentra una casa rodeada por una pequeña cerca. Allí, una voz lo invita a bajar el arma, pero Morgan no duda en disparar. Finalmente, la voz aparece y lo sorprende con un golpe en su cabeza que acaba por tumbarlo. Allí observamos la figura de un hombre corpulento que poco después se presentará como Eastman. Éste hombre lo interpreta un secundario de lujo, John Carroll Lynch.
El progreso de los días, no terminan por aflojar el ansia de muerte de Morgan, que en su primer encuentro cara a cara, al ser tumbado, pedía que lo mataran. Finalmente, acaba en una celda que descubriremos que siempre ha estado abierta. Eastman trata de ganarse su confianza y enseñarle a controlarse. Para ello comienza con un libro titulado: El arte de la paz. Seguidamente, se abrirá para entrenarle en el aikido y su código, donde prima el hecho de que toda vida es valiosa y nunca se usará el arte para la muerte, sino para la protección. El paso de los días vuelve a Morgan un ser totalmente diferente y es entonces cuando conocemos la historia de Eastman, un psiquiatra forense de Atlanta en el que uno de sus pacientes asesinó a su mujer e hija y salió impune. Morgan, interesado en saber si lo mató, éste le responde "Tengo que creer que toda vida es valiosa".
En la búsqueda de provisiones, Morgan propone ir a su zona, su "santuario", donde dejó algunas cosas. Allí, estalla de dolor al hablar de su mujer e hijo fallecido pero Eastman lo pone firme para que se centre en lo que ha aprendido. En ese momento, aparece un caminante, pero Morgan, al comprobar que fue aquella persona que mató mientras rogaba por su vida, se queda totalmente quieto y es entonces cuando Eastman actúa, algo tarde, para apartarlo y recibir un bocado en su lugar. "¡Te dije que aquí no!" grita Morgan. "Ese es el asunto, Morgan. Aquí no es aquí", le responde Eastman.
De vuelta a la deriva, Morgan vuelve a hacerse una lanza y tras atacar a un caminante, se da cuenta que ha salvado a dos personas que en forma de agradecimiento, le ofrecen una lata de comida y una bala. Comprendiendo que eso es lo que tiene que hacer, siguiendo el código del aikido sobre la protección, regresa a la casa de Eastman y allí encuentra a la cabra siendo engullida por un zombie. Eastman está cavando una tumba, y ahí es cuando Morgan se da cuenta que el hombre que asesinó a la familia de su instructor, yace en una de ellas. Eastman confiesa que le dio caza y lo tuvo en la celda de su casa, construída especialmente para el asesino, durante cuarenta y siete días sin comer. "Lo que hice no me dio paz. La paz la encontré cuando decidí no matar" Y con eso, le regala su pata de conejo de la suerte. Así, Morgan marcha tras haber enterrado a la persona que le ha enseñado el mayor valor de la vida y así es como acaba narrando su historia al hombre de la marca, intentando hacerlo razonar. ¿Ha servido de algo? En absoluto, hay personas que tienen su mente nublada de tal forma que solo actúan y los miembros de la W, han decidido matar a hombres, mujeres y niños. Pudiendo acabar con él, Morgan decide dejarlo encerrado mientras escucha unos gritos en el exterior para que abran la puerta.
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.