Otro capítulo donde las emociones se desbordan en auténticas marejadas. En esta ocasión, comenzando de forma enigmática y terminando en un auténtico recital de Nora y Erika, impresionantes Carrie Coon y Regina King. Todo un duelo psicológico entre vecinas donde no hay posible vencedor (sólo dolor y rechinar de dientes) y sí una auténtico muro de hormigón armado de pura tensión que necesita de una motosierra para poder cortarse. Una confrontación a través de la palabra que comienza con una piedra rompiendo un cristal y culmina de la misma forma.
El episodio comienza centrado en el profesor Cuarto, un investigador al que seguimos en su viaje hacia Jarden pare realizar unas pesquisas científicas indeterminadas. Sin embargo, cuando llega a la puerta primero de los Murphy y seguidamente de los Garvey dicha investigación adquirirá tintes más que preocupantes para Nora.
No sólo se interesa por la desaparición de la pobre Evie, sino también intenta establecer de la forma menos diplomática posible una relación entre la mudanza Kevin y Nora y la reciente (aunque presunta más que probable) nueva Ascensión. Preguntas como:
"¿contactó con la desaparecida la noche en la que desapareció?" o
"¿tuvo contacto con sus hijos antes de que desaparecieran?" provocan el lógico mosqueo de Nora. No es para menos. Se empieza a sembrar de nuevo la duda de su responsabilidad (aunque sea de forma indirecta) en la desaparición de su familia. Cosa que se ve reforzada por la visita a sus vecinos de un funcionario de la DSD (Departamento de Partidas Repentinas). Al ser compañeros de trabajo, Nora le pregunta por novedades mientras ella ha estado de excedencia laboral y se refuerza un concepto de lo más interesante (y preocupante): el de Lente.
Se ha lanzado una teoría que apunta a la existencia de determinadas personas que ejercen como lentes del fenómeno de Ascensión, actuando como una lupa que refracta y concentra la luz del Sol en puntos concretos a su alrededor. Una teoría de lo más inquietante que intranquiliza aún más si cabe a la pobre Nora.
Por su parte, Erika también seguirá su propia odisea hacia las raíces de su dolor. En primer lugar, huyendo de quienes intentan acabar con la esperanza de recuperar a su hija, ya sea el funcionario de la DSD, el gañán profesor Cuarto o las madres de las otras chicas desaparecidas.
Se irán añadiendo nuevas incógnitas, como una buena cantidad en metálico escondida a buen recaudo, su tirante relación con el misterioso Virgil y la razón de los pájaros enterrados en cajas. De todas ellas iremos obteniendo pinceladas a lo largo del episodio. La primera de ellas, cuando casualmente acierta a ver que alguien le está dejando una nueva tarta en su puerta, tal y cómo sucedió la noche de la desaparición de su hija. Una escena técnicamente sobresaliente donde la sordera de Erika sirve como excusa para planificar la persecución del responsable con un magnífico uso del sonido y de la puesta en escena.
El origen de las tartas no será otro que Virgil, que así intenta mantener un contacto que en algún momento se perdió. Lazos familiares aún indeterminados unen a estos personajes, y personalmente apuesto por que Virgil fue el receptor del disparo que envió a la cárcel a John Murphy, hecho que cambió la vida de ambos.
Mientras tanto, Nora aprovecha para hacer una visita a su hermano Matt.
El embarazo de Mary sigue su curso y Matt ha conseguido, merced a su fe inquebrantable, formar su propia comunidad dentro de ese pozo de caos que se asienta a las afueras de Jarden. Aún no es el momento de volver. Nora también tendrá una sorpresa inesperada antes de acudir a la fiesta de recaudación de fondos para encontrar a las chicas
"perdidas". Dos llamadas telefónicas cada una más sorprendente que la anterior. La primera procede de los investigadores, cuyas teorías por fin se revelan provocando el alivio y la risa nerviosa tanto de la mujer como de los espectadores: nada más y nada menos que una posesión infernal por parte del demonio
Azrael. Casi nada.
La segunda llamada resulta mucho más enigmática. Se trata de Laurie Garvey, a quien vemos de nuevo fumando, preguntando si han visto a Tommy y buscando el perdón de su hijo. Algo ha debido pasar desde la última vez que supimos de ellos que ha provocado la fuga de Tommy. ¿Una recaída de su madre?
Una vez en el evento recaudatorio, Nora aprovechará para robar la última versión del cuestionario del DSD para estudiar en qué medida es aceptada la teoría de las Lentes y donde una explosión de furia de Erika servirá de detonante de un tenso encuentro entre las dos damas.
Todo un duelo en OK Corral marcado por las miradas y los silencios, por los primerísimos planos, en el que las palabras se disparan directas al corazón del rival y van cargadas de veneno. El dinero escondido tenía como objetivo cubrir la huida de Erika de un marido a quien ya no puede comprender (y que sigue volcando toda su violencia contra aquellos que quieren sacar provecho de los presuntos milagros de Jarden, personificados en esta ocasión en el doctor Goodheart). Los pájaros no serán sino la evidencia de que Jarden es (o más bien era) un lugar especial y, tal vez, la prueba que podría reforzar la teoría de las Lentes y cómo una de estas personas especiales puede llegar a cumplir sus deseos de la forma más peligrosa.
Esto es, una materialización del sentimiento de culpa. Algo que Nora ha conseguido dejar atrás hace mucho tiempo y no puede volver a plantearse. De esta forma, tenemos otra confrontación entre polos opuestos en la que saltan chispas y que nos regala un duelo actoral de primera división. Sin embargo, aún le queda una guinda a Nora para terminar de redondear la noche. Kevin le confiesa la constante presencia de Patti en su vida (como ya pudimos intuir en ese frustrado polvo mañanero), precisamente desde que Nora comenzó a formar parte de la misma. Un final redondo que prevé grandes dosis de turbación de cara al futuro.
Por Antonio Santos