Qué frustración de serie... penúltimo episodio de la temporada tras el recorte sobre los 22 previstos y ¿que hacen los showrunner? ¿Aprovechar para dar un salto cualitativo, acelerar y dejar el listón alto poniendo toda la carne en el asador para hacer méritos de cara a una renovación que estaba pendiente de un hilo? Pues no, seguimos con la rutina habitual de dispersar las tramas como si nada importara. Y es que no es de extrañar que la serie terminara por no calar entre el público, ya que una trama que lleva estancada desde el principio de la serie termina por aburrir. Es el caso de este episodio, que nos regala unas subtramas forzadas y poco inspiradas a mayor gloria del ángel Manny, el personaje más irrelevante y poco aprovechado de la serie. Utilizado hasta el momento como una mezcla de Deux-ex-machina y coñazo aleatorio con intervenciones que no vienen a cuento y suelen interrumpir la trama por motivos bastante peregrinos (bueno, porque el actor tendrá una cláusula que obliga a que aparezca en cada episodio, haga falta o no), intentan sacarle algo de jugo por fin. Porque el pobre se estaba pareciendo ya al gran Luis Ciges en la surreal "Así en el cielo como en la Tierra" gritando a voz en cuello "que viene el 'apocalisis'" sin que nadie le haga ni puñetero caso. En fin, aquí le harán vagar de un lado a otro (entre otras cosas) sin más motivo que las exigencias del guión.
El episodio empieza con fuerza, planteando el "caso del día" (un misterioso asesino que se carga violentamente a una yonki que ha recaído en las drogas tras un tiempo
limpia) y un punto de partida interesante que mezcla dos de los conceptos más desaprovechados de la serie: el origen de la percepción extrasensorial de Zed y las múltiples maravillas que encierra la Casa del misterio.
Un amago de profundización en la relación Constantine-Zed, sobre todo dado el desgaste de la chica que la ha llevado al borde del agotamiento, se ve truncado por la aparición de Manny echo un basilisco que quema el mapa de la sangre sin venir a cuento. A tomar por saco la premisa de la temporada, cosa esperanzadora por otra parte, ya que supone cortar de raíz con la cansina premisa procedimental.
Sin mucho fundamento tampoco, ya que mucho 'apocalisis' y mucho "que viene la Santería" y luego nada de nada, como siempre. La cosa termina derivando en encaminar al equipo Constantine hacia el asesinato de la chica del principio. Así que allá van a intentar desentrañar el misterio.
Lo que está bastante claro es que no se ha tratado de una muerte cualquiera. Ni siquiera ha llegado a morir, aunque su cuerpo plagado de venas negras indica que la cosa está muy mal.
Y peor que se pone cuando Zed, en su intento de usar sus dones para averiguar algo sobre el estado de la chica, cae redonda al suelo. Al despertar relatará que ha visto que un ente demoníaco está detrás de todo. Pero también habrá una sorpresa inesperada.
La resonancia le detecta un tumor cerebral, que podría ser incluso la causa de sus poderes (como Travolta en "Phenomenon"). Esto dará pie a una bien afinada interacción entre Zed y John. La chica necesita el consuelo de su compañero, pero éste está en pleno proceso de negación que le impide hacerse cargo de la situación. Hay que reconocer que la serie gana mucho cuando intenta profundizar en la compleja personalidad de Constantine, en el fondo cargado de buenas intenciones que recubre de una pátina de corrosivo cinismo para evitar que los que se le acercan acaben sufriendo un cruel destino.
Lástima que la cosa dura poco y acaba divagando en un subargumento absurdo en el que John encierra a Manny en el cuerpo humano que había poseído para darle una lección de humanidad. Sin venir mucho a cuento, todo sea dicho de paso, corriendo aventuras tan
"divertidas" como un polvete inesperado. ¡Me parto el pecho!
Total, que la cosa acaba va dando bandazos, van apareciendo nuevas víctimas con los mismos síntomas que la primera y un nexo común: todas habían recaído en alguna adicción.
Parece que al espíritu vengativo no le gusta que no se aprovechen las segundas oportunidades y "castiga con gran venganza y furiosa cólera" a los que malgastan su preciosa vida. Algún conocedor del universo DC pensaría en El Espectro, cruel espíritu de la venganza, pero finalmente será otro de los ilustres objetos mágicos del personaje el culpable de toda esta desdicha. Una esquirla perdida del mítico Diamante negro, contenedor de la esencia oscura de un maligno hechicero primigenio. Finalmente, Constantine demostrará una pericia fuera de lugar (increíble las pocas ganas de los guionistas, copón) para deducir quién es el poseedor del poder corruptor a tiempo para evitar que se ensañe con la siguiente víctima.
Ni más ni menos que Zed, que ha decidido no operarse ante la duda de que el resultado conlleve perder sus dones. Algo que es espíritu no puede tolerar, nada menos que renunciar a la oportunidad de una vida larga y plácida. Así que John y Manny llegan a tiempo de salvar el día, recobrar el objeto mágico y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Al menos, un final con potencia para un capítulo ramplón. Sólo nos queda uno, esperemos que al menos la serie se vaya dando un puñetazo sobre la mesa, que falta le hace. ¡Ah! En algo sí se ha notado que los responsables ya están de vuelta de todo y se toman sus libertades: Constantine por fin fuma como un carretero durante todo el episodio. Algo es algo...
Por Antonio Santos