THE PRODIGAL SON RETURNS
Final de la primera temporada y un capítulo que deja el listón muy alto con respecto a la nueva tanda de episodios que ya está firmada. El título del capítulo hace referencia a dos regresos que a buen seguro tendrán su peso en la evolución de la serie, y que iremos desgranando a continuación.
La trama comienza con las consecuencias del capítulo 8. Tras haber visto en el episodio anterior cómo la vida de los Garvey no era ni mucho menos idílica antes de la Ascensión, toca rendir cuentas tras la muerte de Patti. Aquí vemos a un Kevin completamente superado por las circunstancias, incapaz de saber qué hacer con su vida, consumido por la duda al encontrarse en un delgada linea que separa la cordura de la locura. Por suerte, encontrará un aliado de altura: el reverendo Jamison, que desde el principio se pone de su parte y, lo que es más importante, lo conoce lo suficiente como para creer en él ciegamente cuando le confiesa que fue la propia Patti quien se suicidó para dejar su huella en él. De esta forma, Matt ayudará a un Kevin completamente roto a enterrar a la fallecida y volver a casa, descargando en la medida de lo posible su conciencia.
En un alto en el viaje, Kevin tendrá un fortuito e inesperado encontronazo. De forma casual, se cruza con un Wayne que está a las puertas de la muerte por una herida en el torso. Pero antes de dejar este mundo, le pide a Kevin un último favor: pedirle un deseo. Quiere abandonar la vida demostrando que es más que un charlatán, que ha cumplido con su misión en este mundo de librar a la gente de sus males. Aunque Kevin no se atreve a decirlo en voz alta, Wayne parece leer su mente antes de morir con una sonrisa en la boca y susurrando un "Concedido", momento en el que irrumpen los federales que lo perseguían. Otra muesca más en la ya dolorida psique del jefe de policía. ¿Qué puede pedir un hombre que prácticamente lo ha perdido todo, hasta la cordura? Incluso las ensoñaciones lo siguen atormentando, aunque ahora a su padre y la misteriosa revista del National Geographic se une una pérfida Patti. De nuevo, una misión "bigger than life" sigue esperándole... aunque tal vez los sueños sólo sean eso: sueños.
En todo caso, las ensoñaciones tremebundas dan paso a una realidad aún peor cuando el reverendo y Kevin llegan a Mapleton y se dan de bruces con un auténtico infierno. El último plan de los GR ha dado sus frutos. Todos sus extraños movimientos hasta ahora (el robo de fotos, las ropas cuidadosamente colocadas en la iglesia, el extraño cargamento recibido) conducían a una coda final. Encargar réplicas de todos los desaparecidos, vestirlas con las mismas ropas y colocarlas allá donde se evaporaron durante la Ascensión. Por fin han conseguido su objetivo, que no es otro que "hacer recordar". Y de esa forma, quebrar por fin el frágil equilibrio en el que se ha mantenido su relación con el resto de la población. Han colmado el vaso, tal vez buscando su propia inmolación, y el contenido se ha derramado en una catarata de violencia y sed de venganza. Los GR son cazados y golpeados brutalmente por los vecinos que no han podido resistir la presión psicológica de ver unas burdas imitaciones en el lugar de sus desaparecidos, una burla de alguien a quien ya de por sí odian. En un clímax magnífico sublimado por la excelente música de Max Richter, Kevin tendrá que rescatar a su hija de la incendiada sede de los GR, ante la impotente mirada de Laurie, que no ha tenido las narices suficientes para evitar que se viera metida en este caos. De esta forma, por fin Kevin tiene su misión. Por fin comprende, aunque sea en una situación tan extrema, que debe luchar por su familia. Este es el primer retorno del hijo pródigo, de ese padre que una vez abandonó a su familia y ahora ha comprendido por fin dónde está verdaderamente lo importante. Lo que metafóricamente se ve reforzado cuando el perro salvaje que capturó vuelve dócilmente junto a él.
Por su parte, Tom ve cómo su protegida también le abandona, incapaz de enfrentarse a la situación de criar a un hijo que no es un "salvador" como le habían prometido. Así que también regresa a casa como un hijo pródigo, destrozado física y moralmente. Su camino se cruza con el de su madre, otra alma rota. Antes, abandona a la recién nacida en casa de su padre. Este sencillo gesto constituirá un bálsamo para las heridas de Nora, que ve a la niña como una oportunidad de volver a empezar junto con Kevin justo cuando estaba a punto de tirar la toalla, como una puerta a la esperanza. ¿Sería este el deseo que Kevin pidió a Wayne? ¿La oportunidad de volver a una sencilla vida familiar que antes había despreciado? Sólo podemos conjeturar.
En resumen, un excelente final de temporada para una serie que no será del gusto de todos pero sin duda está planteada y ejecutada de forma exquisita. Damon Lindelof no nos engañaba al avisar de que no encontraremos respuestas. Tampoco importa. Lo que importa es lo que esta serie nos hace sentir, poniéndonos en la piel de personajes que sufren, emocionan, viven, movidos por los oscuros designios de un demiurgo maquiavélico. Las preguntas quedan atrás. No importa saber qué originó la ascensión ni si es de origen humano o divino. Lo importante son las personas que quedan atrás y tienen que soportar ese peso el resto de sus vidas, con la certeza de saberse insignificantes. Y aún así son capaces de encontrar la esperanza. Esperemos que la segunda temporada siga transitando estos caminos.
Para continuar en éxtasis, nada mejor que uno de los maravillosos temas de Max Richter que trufan y enriquecen el dramatismo de esta serie. Un elemento fundamental en la calidad global de cada capítulo.
Por Antonio Santos
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).