Otro episodio lleno de sorpresas y emociones fuertes. De nuevo el protagonismo recae en la familia Garvey, esta vez dejando a Tom al margen con sus propios problemas (que no son precisamente pequeños).
La adolescente Jill sigue cavando su particular camino a los infiernos de la depresión al seguir siendo incapaz de concebir la más pequeña brizna de felicidad, ni para ella ni a su alrededor. De esta forma, una cena familiar en la que Nora es
"presentada en sociedad" formalmente resulta de lo más tensa debido a las constantes puyas de la chica. La principal culpable: la pistola que había descubierto en el coche de Nora. Hasta el punto de registrar su bolso e, incapaz de dar su brazo a torcer, registrar la casa de la funcionaria. Parece ser que la nueva Nora no lleva ya la pistola consigo, pero no ha alejado tampoco demasiado...
Al encontrar el arma, Jill se deshace en lágrimas. Aunque descubre que tiene razón, en el fondo le gustaría haber estado equivocada, pero es incapaz de sobreponerse a su propia negatividad. Este es uno de los puntos más positivos de la serie. Los efectos morales del Evento sobre los supervivientes son arrasadores, y crean un abanico tan amplio de comportamientos y formas de sobreponerse a lo imposible que hacen que lo veamos como algo muy real.
Por su parte, el padre de Jill tienen que lidiar con su propia crisis.
Sus episodios de pérdida de memoria van a peor, hasta que de repente se encuentra metido en el fango hasta las rodillas: se despierta en el coche, sin saber dónde está. Pronto el misterioso Cazador de perros rellenará los agujeros de su memoria, entre ellos el más peliagudo: ha golpeado salvajemente a Patti, la líder de los GR, y la tiene atada y amordazada en una cabaña perdida en el bosque. Esto es un lapsus y no lo que tenemos nosotros después de una noche toledana. Aunque al principio no da crédito a lo que escucha, pronto las piezas empiezan a encajar, hasta darse cuenta de que no han sido sólo los últimos días, sino mucho más tiempo. El perro capturado fue fruto de una apuesta con el Cazador de perros por la cuál éste dejaría de matar animales si conseguía domesticar a su salvaje presa. Además, parece que todas las noches son compañeros de cervezas en el bar. Para más inri, Kevin descubre también que las camisas blancas que presuntamente habían olvidado entregarle en la lavandería están clavadas en los árboles de un claro cercano.
Para terminar de rematar la faena, Patti sólo le deja dos opciones:
O Kevin acaba con su vida o le destrozará la suya, haciéndole perder su trabajo, su credibilidad e incluso su familia. No está dispuesta a olvidar. El misterioso Cazador (tan misterioso que ni siquiera los GR, que demuestran tener un dossier completo y detallado de todos y cada uno de los habitantes del pueblo, han podido recabar ningún dato del nuevo vecino) le deja a Kevin la salida de olvidarse del tema y dejarle hacer lo que él no es capaz... o dormir y dejar escapar a su
"Otro yo" para que haga el trabajo sucio. Sin embargo, demuestra su integridad a prueba de bombas al salvar la vida de Patti cuando lo fácil era dejarla en manos de su poco escrupuloso compañero. Cosa con la que sólo consigue el desprecio de la
Fumadora, que acaba revelándole la verdad tras los GR.
Ante el vacío espiritual creado por el Evento, su solución en buscar un propósito a los miembros de la secta. Y éste no es otro que pervivir para siempre en la memoria colectiva de los supervivientes mediante su propia muerte. Tanto es así que gran revelación viene cuando confiesa que Gladys murió voluntariamente a manos de sus propios compañeros, para de esta forma vivir para siempre. Y lleva este ideal a su máxima expresión cuando, incapaz de lograr que Kevin la mate, acaba rebanándose la garganta en un descuido del policía. Momento de tensión dramática máxima.
El episodio vuelve a terminar con las espadas en alto. Por una parte, Laurie empieza a sentirse cómoda como líder "sustituta" (aunque su nueva pupila Megan mostrará tener ciertos problemas para mantener la boca cerrada), continuando los preparativos de una gran demostración que la secta está planeando en la antigua iglesia. Nada bueno parece cocerse por esta parte, y se puede liar parda.
Además, Jill acaba renegando de sus pocos amigos, insultando salvajemente a su mejor amiga, y acabará pidiendo asilo en casa de los GR, para consternación de su madre. La tensión se masca en el ambiente, ahora más que nunca.
Por Antonio Santos