
MORTON'S FORK
Se cierra el círculo. La partida está llegando a su final y todo parece conducir a que la oleada de asesinatos que comenzó con una conversación casual entre Lester y Lorne finalmente acabará cuando uno de los dos yazca con una bala en la cabeza (presumiblemente el primero). La implacabilidad y maldad en estado puro de Lorne enfrentada a la inteligencia, renovada confianza y capacidad de salir de las situaciones más inverosímiles de Lester. Pero la entrada de nuevos jugadores a lo largo de la partida hace que la incertidumbre sobre el resultado final del combate crezca.
De nuevo, Lester se las ingenia para escapar airoso del asesinato de su esposa (técnicamente, no es culpa suya, aunque sí es culpable de enviar a un pobre corderito, o conejito, al matadero). La reacción de Molly no puede ser cómica y evidente tras enterarse de la noticia: "¿También la otra?". La sencillez de este personaje es adorable. En un momento de intimidad, parece advertirle a Lester: "El objetivo eres tú, y lo sabes. Sé que eres culpable, pero aún así quiero protegerte". Y aunque el agente de seguros es reacio a su protección, la pareja de agentes federales se pegará a él como su sombra cuando vuelva a casa. No quieren dejar pasar la oportunidad de enmendar su error en Fargo. Lo que dará pie a un nuevo equilibrio entre zorro (Lorne), conejo (Lester) y coliflor (los lechuguimos del FBI). Evidentemente, la peor parte se la llevan los agentes, que acabarán siendo devorados por el zorro, que en sus ansias de matar es capaz de hacerse omnívoro por un segundo. Aunque lo que de verdad le gusta es la carne humana, así que pronto inicia la caza de su presa, escondida en su madriguera.

Mientras tanto, un nuevo jugador abandona su posición en los márgenes del tablero y entra en el juego. Gus ha visto sus entrañas removidas con el retorno de Lorne a su vecindario. La espina de dejarlo escapar, de presentir que si hubiera intentado detenerlo cuando tuvo la oportunidad podría haberse evitado mucho dolor, sigue bien clavada en su ánimo. Y más cuando su mujer y su hijo nonato están en peligro. Pese a su estado y sus advertencias, sabe que la valerosa agente no dudará en salir a cazar al depredador. Así que se incorpora por su cuenta y riesgo a la caza. Con la fortuna de que, casualmente, encuentra el escondite de Lorne. ¿Casualmente? No tanto, gracias a un lobo que se cruza en su camino y lo obliga a parar. La propia Naturaleza actua contra un depredador que no sigue sus normas, que no mata con el noble propósito de obtener sustento sino por mero placer.
Mientras tanto, Lester intenta escapar de Lorne por todos los medios. Sigue siendo un roedor miedica, pero en su desesperación consigue arreglárselas para hacer que el despiadado asesino caiga en una trampa de lo más inesperada. El conejo ha demostrado disponer de dientes afilados y ha conseguido vencer al zorro en su propio terreno... al menos de momento, porque Lorne vuelve a su refugio para curar sus heridas y contraatacar. Sólo para encontrar a Gus, que lo espera agazapado pacientemente y acaba con él cuando está más desprevenido y vulnerable. Finalmente, el Bien ha vencido al Mal y el equilibrio ha vuelto, lo que constata el lobo que observa por la ventana cómo el antinatural depredador abandona la existencia. Aunque aún queda una vuelta de tuerca: Unas grabaciones de Lorne incriminan a Lester en los crímenes de Bemidji, lo que acabará en su huida desesperada y su muerte en un lago helado. Otro círculo que se cierra tras casi acabar de la misma forma a manos de los matones de Fargo.
Y así termina la primera temporada de esta fabulosa serie que, sin duda, ha constituido una de las sorpresas más agradables de la reciente hornada catódica. Merece mucho la pena sumergirse en este frío mundo repleto de sorpresas, personajes carismáticos, humor negro y mucha, mucha calidad. Esperemos que los rumores de una segunda temporada centrada en los ya avanzados misteriosos y sangrientos sucesos vividos décadas atrás por Lou Solverson se cumplan. Las expectativas estarán por todo lo alto. Por si acaso, conviene ir preparando el forro polar, las botas de nieve... y la escopeta de los domingos.
Por Antonio Santos
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).