Gran capítulo el que hemos podido disfrutar esta semana. Una vez que el tablero de juego está preparado, Oliver y Slade comienzan a mover sus fichas, aunque este último sigue demostrando que va tres movimientos por delante de su adversario.
El episodio comienza por todo lo alto, con
Slade secuestrando a Thea en un momento crítico para Oliver, el día en el que coinciden la reunión del Consejo de administración de Industrias Queen y el cara a cara entre Moira y Sebastian Blood en su lucha por la alcaldía de Starling City. En pleno debate político, una señal pirata interrumpe la transmisión mostrando a Thea atada, amordazada y amenazada por dos matones armados, lo que abre un estado de crisis a nivel policial y familiar. Desde ese momento, Oliver delega temporalmente en Isabel Rochev sus funciones como CEO de Industrias Queen para volcarse junto con el resto del equipo en la búsqueda de su hermana, recabando cualquier pista que pueda llevarle a Slade Wilson. Finalmente encuentran una posible dirección y todo el equipo corre hacia allí,
encontrando a un Slade que los está esperando y se rinde sin oponer resistencia. Oliver decide llamar a la policía, contra los deseos de Roy de sacarle la ubicación de su amada a la fuerza. Una vez en comisaría, al no encontrar pruebas en su contra, Slade es puesto en libertad, no sin antes tener un cara a cara con Oliver en el que vuelve a repetirle que no descansará hasta destrozar su vida para vengarse por la muerte de Shado. La detención infructuosa también le costará caro a Quentin Lance, que es detenido por su jefe, que ya le tenía enfilado, con la excusa de colaborar con un justiciero.
También le acabará costando al equipo la baja de Roy, que está harto de bailarle el agua a Oliver y acaba renegando de su participación en el equipo.
Slade no pierde el tiempo y, nada más salir de la comisaría, acude a hablar con Thea, a la que libera, pero no sin antes tentarla con revelarle un secreto que su hermano le ha estado ocultando. Mientras el resto del equipo busca nuevas pruebas sobre el paradero de Thea, Oliver acude a su empresa, encontrando que Isabel Rochev ha aprovechado sus poderes temporales para celebrar una votación del Consejo en la que es nombrada nueva CEO, apartando así a Oliver del mando de su propia empresa. Junto a tamaña traición inesperada,
Isabel confiesa que trabaja para Slade y toda su relación con la Industrias Queen ha sido una maniobra medida para acabar quitando el poder a la familia Queen. Tras una pelea entre ambos, Oliver consigue arrancar a Isabel la verdadera ubicación del almacén donde Thea está prisionera.
Oliver se interna lleno de rabia y furia en el almacén, acabando con cuantos matones encuentra a su paso, hasta llegar a la habitación donde su hermana estaba prisionera, encontrándola vacía. Mientras tanto,
Slade aprovecha la tesitura para asaltar como Deathstroke un transporte de prisioneros, liberándolos y alistándolos a sus filas. Más tarde, en una reunión secreta con sus colaboradores Sebastian Blood e Isabel Rochev, revela las piezas de esta parte de su plan, que han encajado perfectamente: Tener a Oliver y sus aliados despistados y dando vueltas para, mientras tanto, quitarle Industrias Queen y
aprovechar su departamento de tecnología para elaborar una nueva remesa de mirakuro a partir de su sangre. Con la nueva droga elaborada, pretende formar un ejército con los prisioneros liberados que poner al mando de Blood y sembrar el caos en la ciudad. Todo ello sin que los héroes tengan el menor asomo de lo que se les viene encima.
Finalmente Thea aparece en la comisaría y, cuando Oliver y Moira van a recogerla, les tira a la cara el secreto que Slade le ha revelado, destrozando aún más las ya tirantes relaciones familiares: Que su verdadero padre es Malcolm Merlyn y Oliver lo sabía. Pero no acaba ahí el influjo maligno de Slade. Para dinamitar aún más la vida de Oliver,
acude a casa de Laurel y le confiesa que Arrow, el justiciero que ha perseguido sin tregua y que le ha costado a su padre acabar en prisión no es otro que su antiguo novio. Un acoso y derribo brutal al que está sometiendo a su enemigo. Las cosas se están poniendo de lo más difícil para nuestros héroes. Y todo ello sin medirse físicamente con ellos aún, sino a base de inteligencia y planificación.
Mientras tanto, en forma de flashback se profundiza más en el complicado estado mental de Slade, acentuado por los efectos del
mirakuro. En un intercambio de prisioneros, devuelve a Oliver al campamento a cambio del único mecánico que puede arreglar los daños en los motores del barco. En el proceso,
descubrimos que sus acciones están marcadas por visiones del fantasma de Shado, que le acompaña y alimenta su sed de venganza.
Por lo tanto, un muy buen episodio cargado de giros y sorpresas y que sigue llevando a Oliver a un foso del que le resultará muy difícil salir. Es cierto que la calidad de un héroe se mide por el tamaño de sus villanos, y en esta serie se está forjando un adversario de primera división que nos asegura que el camino hacia el final de la serie puede ser de lo más espectacular.
Por Antonio Santos