TIME OF DEATH
Comenzamos con los nuevos capítulos tras el parón de mid-season y enfrentándonos a una segunda mitad de temporada que promete emociones fuertes. Recordemos que habíamos dejado a Sara oficialmente de regreso de su presunta muerte, retomando su relación amorosa con Oliver en lo personal e incorporándose oficialmente al equipo Arrow en lo "profesional". Curiosamente en una serie de acción, nos encontramos con un capítulo centrado en los personajes y sus relaciones entre ellos. Es una muestra más de la madurez que ha ido ganando la serie a lo largo de andadura. De esta forma, primero tenemos a Sara entrenando técnicas de combate junto con Oliver y Diggle, mostrando una gran integración con el resto, lo que hace que Felicity se sienta insegura respecto a su función e importancia en el equipo (y evidentemente algo celosa al ver cómo Oliver afianza su relación con Sara).
Por otra parte, el regreso de Sara motivará la reunión de toda la familia Lance para darle la bienvenida de nuevo. Aunque Laurel sigue reticente y encerrada en su mundo de negatividad, accede a asistir a la comida familiar, sobre todo motivada por las esperanzas de su padre para reconquistar a su madre aprovechando que todos vuelven a estar juntos. Sin embargo, la cosa no sale tan bien como se pretendía. La señora Lance confiesa que no piensa volver al núcleo familiar, ya que ha rehecho su vida con otro hombre en Central City. Además, Laurel explota al enterarse de la relación de Oliver y Sara, saliendo con cajas destempladas. Sin embargo, Oliver va tras ella y, por una vez, deja de tenerla entre algodones para darle el guantazo (metafórico, por supuesto) que venía necesitando desde hace tiempo, y haciéndole ver que esa actitud de niña malcriada no hace nada más que alejarla de los que la quieren. Una gran escena, y que parece que por fin evoluciona al personaje de Laurel, que ya iba siendo hora. Por lo pronto, conduce a la reconciliación de las dos hermanas y abre las puertas a una Laurel más madura.

En cuanto a la acción propiamente dicha, una serie de robos hace que Arrow y sus compañeros se enfrenten a una banda de atracadores comandada por el misterioso Rey Reloj, interpretado por el siempre solvente Robert Knepper (al que los papeles de malvado le vienen como anillo al dedo). En este caso, un villano mucho menos histriónico de lo que nos tiene acostumbrados. En este caso es alguien mucho más cerebral que físico, y que recurre al robo cuando le diagnostican una enfermedad incurable, para reunir dinero para dejar resuelto el futuro de su hermana inválida cuando él muera (¿de qué me sonará eso?). Se trata de un genio de la tecnología con gran capacidad para la organización y la planificación que pondrá en grandes dificultades al equipo e incluso llegará a hackear y destrozar el sistema informático la guarida secreta de Arrow, lo que hará que la inseguridad de Felicity crezca al ver que la seguridad que controla ha sido quebrantada, en contraposición con la perfección que ve en Sara. Esto la llevará a intentar tomar un papel más de trabajo de campo, preparando una trampa para atrapar al Rey Reloj en su siguiente robo. Al enterarse, sus compañeros van en su búsqueda y acabarán atrapando al villano, no sin que antes Felicity acabe salvando a Sara interponiéndose en la trayectoria de una bala dirigida a ella, con lo que se acabará sintiéndose más integrada al poder presumir de cicatrices de guerra con el resto del equipo.
La parte de flashback es escasa y poco relevante. Una avioneta se estrella en la isla y el moribundo piloto pide a Sara que cuide de su hija, que resulta ser Sin, la amiga de Roy y sidekick de Sara en el presente. En este capítulo, el personaje más relevante y el que lleva el peso en casi todos los frentes es el de Sara. Sin duda, va a aportar mucho a la serie, ya que además la actriz que lo interpreta tiene el suficiente carisma y está demostrando solvencia para desenvolverse sin problemas tanto en la acción como en momentos más dramáticos. El episodio termina de forma espectacular cuando Oliver llega a su casa y descubre que su madre tiene una visita de lo más inesperada. Ni más ni menos que Slade Wilson. ¿Qué se propondrá? Nos quedamos con la miel en los labios para unos próximos capítulos de lo más prometedores.
Por Antonio Santos
Amante del séptimo arte y en especial de la ciencia ficción. Fan incondicional de Stanley Kubrick y Terrence Malick, pero con todo y con eso, soy capaz de disfrutar en colorines de cintas de dudosa reputación. Cantante en mis tiempos libres y apasionado del mundo del cómic. Eso si, siempre con una birra cerca.