El inicio del episodio nos permite profundizar en la hierática y misteriosa figura de Hanzee, ese secuaz indio tan parco en palabras como resolutivo y fiel a los Gerhardt. Se nos deja caer que Hanzee fue criado prácticamente como un hijo más de la familia por el patriarca Otto, de ahí su lealtad y abnegación absoluta a los deseos de la familia. Es un misterio en todo caso el porqué de su vinculación a Dodd, quien lo maneja como si fuera prácticamente de su propiedad, como le hará ver a su hermano Bear.
La tensa conversación entre ambos deja entrever que la armonía familiar está muy lejos de pasar por su mejor momento. Entre ambos hay muchas cuentas pendientes y es posible que durante la temporada se acaben saldando. En el
"debe" de Dodd se añaden dos hechos que demuestran su frialdad y egoísmo intrínseco, y que si salen a la luz pueden provocar un auténtico cisma en la familia. El primero, la por otra parte magnífica forma de aprovechar las noticias de Hanzee sobre el paradero del desaparecido Rye. De esta forma,
tergiversará las palabras del indio para convertir "un carnicero de Luverne" en "El carnicero de Luverne", un presunto asesino enviado por Kansas para acabar con el menor de los Gerhardt. Con la sola fuerza de la palabra ha conseguido sembrar el caos en el núcleo familiar y potenciar la sed de venganza de la matriarca Floyd, que envía a sus efectivos a dos misiones: dar un buen puñetazo sobre la mesa de la guerra de bandas y acabar con el
"carnicero de Luverne". Aquí conecta con el segundo hecho polémico que caerá sobre las espaldas de Dodd. Cuando su sobrino le pide encargarse del asesino de Rye con el pretexto de que
"un Gerhardt debe vengar la muerte de un Gerhardt" no duda en enviarlo a la misión. Si algo le pasa al muchacho puede convertirse en la gota que colme el vaso de la paciencia de Bear.
De esta forma, la primera escaramuza será lanzar un primer golpe que demuestre a Kansas que no están de broma.
En los bosques de Fargo se producirá una auténtica masacre no exenta de sangre y mutilación y en la que se verán involucrados los principales comodines de ambas fuerzas. Por un lado, los salvajes hermanos Kitchen, cuyas recortadas sembrarán el terror entre los efectivos de la banda local. Aunque quien mostrará ser un bastardo tan silencioso como peligroso será Hanzee, que a base de cuchillo devastará completamente a la banda rival, hiriendo en el proceso a uno de los Kitchen y matando salvajemente al otro. Para el final queda el cobarde Joe Bullo, quien pese a huir a las primeras de cambio no conseguirá escapar del feroz indio. Una auténtica masacre que, además, involucra a un corrupto político local, lo que forzará la participación de las fuerzas policiales en la guerra de bandas. Una
"fiesta" a la que es invitado Lou Solverson, quien sin embargo deberá postergar su intervención al ser elegido para escoltar la comitiva del candidato a la presidencia Ronald Reagan por Luverne y sus alrededores. De esta forma, en paralelo contamos con la presencia de quien sabemos será elegido presidente y a quien la serie no deja precisamente en buen lugar.
Interpretado de forma muy divertida por Bruce Campbell se trata de alguien capaz de lanzar emotivos y conciliadores discursos capaces incluso de emocionar a los duros veteranos de la guerra de Corea; discursos que mostrarán no ser sino vacíos cascarones en una surrealista conversación de WC entre el candidato y Lou.
Mientras tanto, la inquietud se apodera de los Blomquist. Peggy quiere huir inmediatamente del pueblo tras el aviso de Lou. Sin embargo, Ed se resiste a abandonar su versión del
Sueño americano toda vez que la tiene tan cerca. Sin embargo, el carnicero no sabe lo que se le viene encima. El joven Charlie Gerhardt, apoyado por un matón de la familia, ya planea darle
matarile.
El primer intento se saldará en fracaso. La dulzura y afinidad con la joven dependienta Noreen harán mella en el chico. Sobre el papel es fácil matar a alguien a sangre fría, aunque en la práctica todo es muy diferente. Pese a que no quiere hacerlo, su acompañante no de deja más opción.
La segunda intentona acabará a sangre y fuego. Un primer disparo del chico que no encuentra a su víctima será el antecedente de la brutal entrada en escena del matón, que herirá a Charlie por pura casualidad.
Sin embargo, Ed demuestra ser más duro de pelar de lo que aparenta, dejándose la piel en un mano a mano con su asaltante, al que acabará matando aunque sin poder impedir que la carnicería arda hasta los cimientos durante el asalto. Por suerte para Charlie, Noreen se convertirá en su ángel salvador al conseguir sacarlo de las llamas. Mientras tanto, Peggy se convierte en un personaje de lo más imprevisible, cosa que se agradece. Aunque su primera intención es huir fuera del peligro, se lo piensa dos veces y acaba malvendiendo su coche para que Ed pueda comprar la carnicería.
Un "regalo de reyes" que de nada valdrá, ya que el negocio ha ardido hasta los cimientos y, con él, su sueño americano. Sólo queda salvar la vida.
Pero aún queda otro jugador en el tablero que tendrá una relevancia imprevista. La joven Simone acude a visitar a Mike Milligan para toparse de bruces con la más cruda realidad. Se acabaron los juegos de niños y las carantoñas.
De pronto se encuentra metida hasta la cintura en un terreno cenagoso. Milligan, quemado tras el ataque y tras perder a uno de sus mejores hombres, le deja ver que sólo le sirve si le sopla cada movimiento de su familia. En otro caso, acabará con ella como con otro enemigo más. La cabeza cercenada de Bullo será el testigo silencioso de esta declaración. En el otro extremo, su padre también le recuerda que los tiempos de los juegos quedaron atrás. Un peón en precario equilibrio entre los dos bandos que puede acabar siendo decisivo. Veremos cómo nos sigue sorprendiendo esta serie que sigue sin bajar el pistón ni un ápice.
Por Antonio Santos