Tras el brutal inicio de temporada con el anterior episodio en modo flashback, volvemos al presente, justo después de los acontecimientos de la primera temporada. De esta forma, encontramos a los protagonistas curando las heridas tras haber salvado el mundo. O eso es lo que ellos piensan.
Porque en realidad La Red ha capturado a Jessica Hyde, conoce el secreto de la verdadera localización del virus Janus y está dispuesta a traspasar todos los límites que sean necesarios para conseguirlo.
De esta forma, Milner (una vez destapada su verdadera identidad de cabeza pensante de La Red) mantiene prisionera a Jessica en unas instalaciones secretas. Aunque han conseguido extraer el código de Janus de la sangre de la joven, no pueden aún lanzar su plan de esterilización aleatoria de la raza humana, ya que no conocen la alteración del virus que Carvel introdujo en el último momento. De esta forma, Jessica se ve sometida al aislamiento y sufre en sus carnes las artes de diferentes interrogadores, sin resultados.
La última bala en la recámara será cambiar la tortura física por un interrogatorio por parte de un especialista en psicología, en busca de un juego poli bueno-poli malo que termine derribando las barreras mentales de Jessica. Con lo que no cuentan es con que la chica no está precisamente falta de recursos, y al final la presa puede resultar ser un lobo con piel de cordero.
Por su parte, el que ha logrado hacer borrón y cuenta nueva tras su pasado como asesino a las órdenes de Milner es Pietre (alias Arby). Sorprendentemente, ha cambiado su maletín amarillo lleno de armas por una caja de herramientas y lo encontramos hecho un padrazo (adoptivo) y llevando una rutinaria y feliz vida familiar. Hasta que la burbuja explota en forma de visita de su antiguo compañero de masacres Lee, que logró salvar la vida y vuelve a reclutarlo para La Red bajo amenaza de acabar con su nueva familia. De esta forma, el pasado vuelve con fuerza para atormentarle, sólo tras tras muchos años perdido ha vuelto a encontrarse y la situación se vuelve mucho más imprevisible.
Ajenos a los nuevos tejemanejes de la malvada corporación, El traidor Wilson Wilson empieza a trabajar a las órdenes de Milner; Ian, Grant y Becky han seguido con sus vidas como han podido. Ian sigue cumpliendo con su tedioso trabajo y lidiando como puede con la adolescente rebeldía de Grant, al que todos creen muerto. La ausencia de Becky hace que sus eternos desencuentros tengan un punto de unión, y la búsqueda de la desaparecida chica sea su leit-motiv para seguir adelante con sus insustanciales rutinas. Por su parte, Becky se verá forzada a seguir dependiendo del doctor Donaldson, ayudándolo a desprestigiar a un colega científico a costa de ganar un año de vida en su lucha contra una enfermedad incurable.
Finalmente, los caminos de todos ellos se cruzarán en una orgía de sangre en la que adquirirá especial protagonismo Pietre. Sólo que esta vez, empujado por el recuerdo de su hermana, se constituirá en ángel guardián de este grupillo de inadaptados.
Como nos tiene acostumbrados, la serie sigue con sus parámetros habituales de paranoia y sus peculiares tramas de espionaje y persecución envueltas en reluciente papel de estética singular, humor absurdo y situaciones bizarras. A ver qué nos deparan las nuevas desventuras de estos héroes a su pesar.
Por Antonio Santos