Por una parte, en una vieja fábrica abandonada Oliver encuentra a un vagabundo que ha sido testigo de uno de los asesinatos, y no se andará con chiquitas para sacarle toda la información que pueda recordar sobre el asesino, que tampoco resulta ser demasiada: lleva una máscara de hockey. Descartado
Michael Myers, porque es más aficionado al machete,
la nueva información le servirá a Diggle para filtrar en la base de datos de ARGUS hasta quedarse con un sólo sospechoso: Simon Lacroix, un mercenario y asesino a sueldo canadiense aficionado a utilizar el arco en su trabajo y conocido como Komodo (uno de los enemigos de la última y estupenda etapa comiquera del arquero esmeralda obra de Jeff Lemire y Andrea Sorrentino). De esta forma, la siempre eficiente Felicity se las ingeniará para localizar al mercenario justo cuando está a punto de cometer otro asesinato, lo que lleva a una espectacular confrontación de Arroy y Komodo a lomos de sus motos como si de una justa medieval se tratase. Pese a que Oliver acaba dando con sus huesos en el duro asfalto, al menos logra salvar la vida a la nueva víctima.

Ahora será el turno de obtener información de Laurel, que a raíz de la muerte de su hermana ha sacado toda la rabia y el coraje (y la sangre) que le faltaba en anteriores temporadas. De esta forma, no le duelen prendas en usar todas las argucias de las que es capaz para quedarse a solas con el testigo y sacarle nueva información por lo civil o por lo criminal. De esta forma, Felicity podrá establecer la relación entre todas las víctimas y predecir el siguiente movimiento del asesino, momento en el que será detenido por el equipo tras una pelea en la que se demuestra que dos arqueros siempre son mejor que uno.
Sin embargo, una Laurel rota internamente no podrá cobrarse su venganza, ya que finalmente Komodo demuestra que no inervino en el asesinato de Sara. El verdadero artífice sigue libre y no hay ninguna pista de su paradero.
En general, otro capítulo más que satisfactorio con buenas escenas de acción y también buenas escenas introspectivas. La muerte de Sara hará evolucionar a los personajes, sobre todo a Laurel, que se llena de rabia y sed de venganza, así como de Felicity y Oliver, que entenderán que hay un mundo más allá de las actividades de justicieros que merece la pena aprovechar, ya que la vida es efímera y más aún cuando uno se la está jugando todos los días.
Enorme la escena del entierro de Sara, aprovechando su ya existente tumba. Un héroe que se va de forma anónima, por la puerta de atrás, sin ningún tipo de reconocimiento salvo el de sus compañeros. Y de los espectadores, que bien podemos apenarnos ya que perdemos a Caity Lotz, todo un soplo de aire fresco para la serie y siempre un paso por encima del resto del reparto.
De esta forma, se abren varias tramas que irán desgranándose a lo largo de la temporada. Por una parte, la investigación del asesino de Sara.
Por otra, y tras el revelador final, la transformación de Thea a manos de Malcolm Merlyn, que promete un enfrentamiento feroz entre los dos hermanos Queen. Y finalmente, en la parte de flashbacks, el acoso y derribo a Oliver por parte de la maquivélica Amanda Waller para transformarle en un asesino a su servicio; aunque sea a costa de ponerle entre la espada y la pared para hacerle perder su humanidad intentando cargarle con la muerte de su mejor amigo. Muchas posibilidades para que la serie siga evolucionando.