UNTHINKABLE
Culmina esta temporada del arquero esmeralda por todo lo alto, con un capítulo que cierra el ciclo argumental que ha sido el leitmotiv de esta segunda tanda de episodios: La venganza contra Oliver planeada y ejecutada con precisión de cirujano por un temible y maquiavélico Slade Wilson. Y el desenlace está a la altura de las circunstancias.
Tras la ola de caos y destrucción sembrada a lo largo y ancho de Starling City por los "superhombres" de Slade, nuestros héroes se reúnen para lanzar un definitivo ataque contra los villanos. A la superioridad del enemigo se une otro problema aún mayor, si cabe: Si no han vencido al amanecer, drones de ARGUS bombardearán la ciudad para evitar que el cáncer se extienda más allá de sus límites. Por fortuna, los héroes contarán con dos ases en la manga: El antídoto del mirakuru funciona (lo que además devuelve al equipo a Roy, aunque ya sin poderes) y un aliado inesperado se une a la lucha. Sara no ha vuelto sola a la ciudad, sino que la acompaña Nissa al Ghul junto con un equipo de ninjas de la Liga de las Sombras. Aunque a regañadientes, Oliver acepta esta alianza con una condición: Se seguirán sus reglas y no morirá nadie (sin embargo, un asesino siempre será un asesino). De esta forma se desarrolla una batalla campal, con una Starling City sumida en el fuego y la destrucción, en la que Arrow y su equipo junto con la policía y los guerreros de Nyssa se enfrentan a los hombres de Slade en una carrera contra reloj.
Mientras tanto, en un plan B para intentar parar la destrucción de Starling por parte de ARGUS,
Diggle y Lyla se infiltran en su cuartel general liberando al Escuadrón Suicida para que les ayude a detener a Amanda Waller si los héroes no tienen éxito en su misión. De esta forma se produce un tenso equilibrio de poder entre Diggle y una Amanda que es capaz de morir con las botas puestas.
Un final espectacular para la temporada y para la trama central que además es técnicamente increíble, a la altura de series más ambiciosas. Hay que hincar la rodilla ante CW por arriesgarse a hacer una serie con este nivel de calidad, con una fotografía y trabajo de montaje digno de un producto cinematográfico, culminando en una soberbia escena de pelea entre Oliver y Slade perfectamente coreografiada y narrada de forma que se conjugan y alternan dos tiempos, el presente y el pasado, con una fluidez impecable. Pero lo mejor está en el gran trabajo de guion, con giros sorprendentes y utilizando elementos que siempre han estado ahí, aunque no nos hayamos dado cuenta, para dejar al espectador con la boca abierta y facilitar un desenlace donde las piezas encajan como un puzzle, sin tener que recurrir a trampas o Deus-ex-Machina. Oliver no vence porque es más fuerte, o usa flechas mágicas. Vence porque es capaz de ganar a su enemigo usando sus propias trampas contra él. Vence porque tras perderlo todo ha sido capaz de culminar el camino del héroe enterrando su pasado y volviendo a nacer (aquí son evidentes las influencias del Daredevil de Miller y el Caballero Oscuro de Nolan) como un hombre nuevo, eligiendo su destino y definiendo quién quiere ser. En este caso, el camino del héroe implica que siempre hay una forma de vencer sin matar a tu enemigo. Siempre. Por muy temible que sea y muy negro que te lo ponga. De ahí Lo impensable del título. En este caso, lo impensable es que, pese al daño que le ha causado su enemigo y las voces que una y otra vez le han remarcado que merece morir como el monstruo que es, finalmente lo deja con vida, de forma consciente, porque sabe que es mejor que él. Hay quien incluso ha visto este final como un tirón de orejas a Goyer por el desenlace de Man of Steel.
Como si fuera su reflejo en un espejo deformante, el camino que emprende Thea es justamente el contrario. El trauma de darse cuenta de que ha vivido toda su vida en una mentira es superior a ella. Todo su mundo se ha venido abajo. Y la gota que colma el vaso es descubrir que Roy, la única persona en la que confiaba, sigue ocultándole cosas cuando ve bajo su cama el arco y el carcaj que le dio Oliver. De esta forma, emprende su camino al lado oscuro de la mano de su padre natural (Malcolm Merlyn) dejando tras de sí tan sólo una nota de despedida de una frialdad despiadada.
Tensión, emoción, intensidad, reirte cuando das la vuelta a la página y descubres que te la han dado con queso y no lo has visto venir... Eso es el cómic. Y por eso no cabe otra que quitarse el sombrero ante esta serie, que acierta plenamente al trasladar la esencia del cómic de superhéroes a la pequeña pantalla. Superar esta gran temporada va a ser muy difícil, pero al menos las semillas plantadas para la próxima prometen, y mucho.
Cinéfago por puro placer y juntaletras ocasional. Defensor de las causas perdidas seriéfilas. Hincado de hinojos ante Hitchcock y Tarantino, entre otros muchos. Amante de la ciencia ficción, la aventura, Rick Remender, Jonathan Hickman, el helado de chocolate, Jessica Chastain y Eva Green (no necesariamente por ese orden).